TRINITYAmbos metidos en la tina, dándonos un rico baño.Estaba recostada contra el pecho fuerte de mi Alfa.—No te preocupes más por ese idiota. De verdad pensé que no sería un problema real… debí cortarle más manos desde el primer momento —me respondió entre dientes.—Pero, Nathan… —Pero nada, Trinity. Te dije que no trabajaras hasta tan tarde. No me gusta cómo te miran todos los tipos que van a comer ahí —gruñe molesto.—Amor, es la manera que tengo de verte en ocasiones. No puedo, Nathan… si me quitas eso, no resisto esta mierd4 de vida falsa —me giro un poco para encararlo.Sus ojos chocolate intenso me observan de frente, con el ceño fruncido.Se ha quitado esos molestos lentes negros.—¿Falta mucho para darle la embarcación al hijo de puta de tu hermano? —pregunté molesta.Por culpa de los chantajes de ese tipo y las cagadas de mi suegra, es que nos encontramos en esta situación, fingiendo estar peleados y que ya no andamos juntos.Los niños prácticamente viven en el colegio.
TRINITYMe arrojo en sus brazos y lo aprieto contra fuerte queriéndome fundir con su alma.—Ya te extraño y no te has ido —susurro con tristeza.—Y yo a ti, nena… y nosotros a ti, cariño —su voz sale distorsionada, mezcla del animal y el hombre, su rostro en agonía.Me enreda posesivamente, nos quedamos en silencio y estas despedidas cada vez duelen más, son insoportables…Deseo que el tiempo se detenga, pero los segundos implacables nunca hacen un alto para nadie.Nathan se volvió a ir esa noche, dejándome sola, lloré desconsolada contra la almohada, hasta dormirme exhausta. *****FIONAEscucho la voz mecánica de la operadora diciéndome que el móvil al que llamo está apagado o fuera del área de cobertura.—¡Maldit4 sea, Nathan! —enojada, voy a arrojar el teléfono sobre la cama, pero decido calmarme y llamar a la alcahueta de mi hermana.Después de unos cuantos timbres, al fin me sale.—Dime, querida hermanita —responde, y es difícil ocultar el sarcasmo en su voz.—Marie, ¿Nathan est
NARRADORALa mano derecha de Logan condujo en su Ford hasta los límites de la manada, a una casita modesta, que había visto tiempos mejores.Apagó el motor en la entrada y miró las luces a través de las ventanas de cristal.Estaba un poco dudoso, esperaba no arrepentirse de haber venido, que Lauren no le hiciera una escenita como la última vez.La puertecita de madera chirrió al abrirla, el olor intenso de los rosales en el jardín delantero asaltó su nariz, trayéndole como siempre vagos recuerdos del pasado, que ya estaba desechando.Toc, toc, toc.Parado en el porche, tocó la puerta y enseguida escuchó los pasos y la cerradura abriéndose.—Arthur, me alegro de que hayas venido.Arthur vio a la mujer frente a él, su cabello rubio suelto en suaves ondas, ese rostro del que había estado obsesionado alguna vez, la sonrisa fácil y ojos azules coquetos.—Lauren, ¿para qué me llamaste? —le preguntó un poco receloso, mirando hacia el interior, olfateando para comprobar que estaba sola.—No t
NARRADORAEntre los restos de la cena yacía el cuerpo de Arthur, aun luchando contra el desmayo.Ahora un hilo de sangre le bajaba de la sien y la gruesa tabla de cortar temblaba en la mano de la mujer.—¡¿Cómo pudiste hacerle eso a Carl?! ¡Él era tu amigo, cuántas veces no comiste aquí en esta misma mesa con nosotros! —Le gritó con las amargas lágrimas cayendo de sus ojos.—. ¡Él te apreciaba como un hermano y solo porque te encaprichaste con su mujer lo enviaste a morir!Con el dolor lacerante en la cabeza, los párpados pesados y perdiendo el control cada vez más de su cuerpo, Arthur veía a la rubia gritándole, parada frente a él.Todo era verdad. No sabía cómo se había enterado a estas alturas, pero él sí lo hizo.Carl y él eran amigos. Arthur logró caerle en gracia al hijo amargado del Alfa, pero igual era un pez gordo de la manada.Enseguida pidió promover a Carl como uno de los guerreros personales de Logan, pero a pesar de que intentó tanto olvidarla, desde el primer día que vi
NARRADORAEscuchó la voz de respuesta del hombre al otro lado y sintetizó los detalles.—¿Estás hablando en serio?Fiona sonrió al escuchar por primera vez el apremio en su voz.—Sí, sí. Sabe muy bien la eficacia de mi poder, confundí su mente, él no pudo mentirme. Mi hijo creará esa embarcación para Logan, él la quiere entregar al Concilio, a Dean Marshall, de la facción del Anciano Oliver.—Bien, si logras esto para mí, te puedo asegurar un puesto para tu hijo en el Concilio, pero la embarcación estará bajo mi control.Comenzaron a planificar sus próximos pasos.Fiona sonreía siniestramente bajo las sombras de los cipreses.Ese idiota de Logan se las pagaría, su ambición sería su muerte.¿Cómo se atrevía a robarle la idea a su hijo?Si alguien debía mantener el liderazgo de la manada y tener poder en el Concilio, era Nathan.A pesar de su ingratitud, ella lo llevaría a la cima.*****Mientras tanto, de regreso al pueblo de los humanos…El alcalde y su mujer se pasaron la noche en el
JULIANAMiré hacia arriba, al cartel de la tienda de antigüedades donde Nathan me había mandado.Era una ciudad a varias horas de Halifax y tuve que conducir un buen trecho, así que esperaba hacer rápido esta transacción.Entrando por la puerta de cristal, escuché la campanita que anunciaba al cliente.El olor a maderas, a tiempo y recuerdos, asaltó enseguida mis sentidos.Todo el espacio estaba lleno de muebles de coleccionistas y objetos de antaño, por algo era una tienda de antigüedades.Caminé entonces hacia el recibidor vacío, nadie había venido a pesar de la campana, toqué un timbre que vi al lado.Varias veces, mirando fijamente hacia la puerta que debería llevar al área de servicio.—No puedo creer que haya venido hasta aquí por gusto —rezongué, buscando el móvil en mi bolso para llamar a Nathan.En eso, la puerta se abrió y una persona salió.Enseguida que su olor se coló por mis fosas nasales, recuerdos muy desagradables asaltaron mi mente.—¡Lo lamento, perdón! Es que estab
JULIANAEra su mate, podía sentir su marca sobre ella.—Que le diga su mujer quién soy y le dé las explicaciones. Ya no aguanto un segundo más mirándola a la cara —le dije y me marché sin escuchar razones.Caminé hasta el final de la acera donde había dejado el auto, todo ese tiempo como un autómata, solo avanzando hasta abrir la puerta y sentarme frente al volante.Con los dedos temblándome, coloqué la cajita en la guantera y la cerré.Ya las lágrimas empañaban mi visión.Me llevé la mano a la boca para retener el sollozo que subía por mi garganta, pero me fue imposible contenerlo.Lloré, lloré amargamente como hacía tantos años atrás, cuando cometí el peor error de mi vida.Me incliné sobre el timón y descargué todos los sentimientos reprimidos en mi alma.Pude haber sido tan feliz con el hombre de mi vida y todo lo eché a perder por inmadurez, por juventud e inexperiencia.Solo era una niña mimada.Ese día que descubrí que William no era mi mate y a la vez, lo vi irse con la mujer
TRINITY—¿Nena, falta mucho? —le preguntaba cada vez más angustiada a mi hija.—No sé, pero es por aquí…—¡Espera, Scarlett, no me sueltes la mano! —exclamé entre dientes, persiguiéndola a través de la capa de nieve que cubría el bosque.Esto era una locura, la peor que se me había ocurrido, ya me estaba arrepintiendo y mucho.Nuestros pasos nos llevaban cada vez más lejos de la cabaña, comencé a preocuparme por los animales salvajes de estas tierras y la caída de la noche.Me juré que avanzaría solo un poco más y, si no dábamos con el objetivo, me la llevaría a rastras, así llorara y pataleara.Esperaba que esa magia no le hiciera nada al cuerpo de Scarlett.—¡Es allá adelante! —de repente me dijo, jalándome con todas sus fuerzas, queriendo correr, y eso hicimos.Ambas corrimos con premura, lo mejor que las capas abrigadas nos dejaban movernos.Salimos a los lindes de la arboleda, que se abrió a un inmenso lago semi congelado.—¿Aquí? —murmuré, no muy convencida.Hasta donde mis ojos