Epílogo.
La primavera había llegado nuevamente. Analía se sentó sobre el césped y cerró los ojos, sintiendo la cálida brisa que revolvía su rojizo cabello. Se preguntó cuántas primaveras habían pasado ya desde aquel trágico invierno: ¿cinco, seis? ¿Quién llevaba la cuenta? Ya no importaba cuando estaba en esos momentos.

A Analía ya no le importaba pensar en el tiempo cuando estaba sentada al inicio del verano, con su largo vestido de encaje rosa que le había regalado hacía muchos años el hombre verde de la aldea de la gente del bosque, la canasta de frutas y las risas de los niños jugando. Era todo lo que Analía necesitaba en su vida, era todo lo perfecto del mundo.

Cuando abrió los ojos, el sol la cegó por un momento, y cuando se acostumbró a la luz, observó a Salem jugar en la pradera con sus hijos. Su hijo mayor, Deylon, sostenía la pequeña manita de su hermanita Daiana mientras la bebé trataba de sujetar pasto que se escurría entre sus dedos. Salem los cargó a los dos mientras corría, y el
DiegoAlmary

Siempre da mucha nostalgia terminar una novela, sobre todo esta que es la más larga que jamás he escrito, por eso infinitamente les agradezco el haberme seguido en este largo y bonito camino, y espero que la novela hubiera llenado sus expectativas. Ahí queda el camino de Analía y Salem, pero sus historias no morirán y tal vez aparezcan en futuras entregas, así como en esta apareció Kerr. recuerden que la novela de Kerr está completamente gratis en mi perfil como Un lobo en tentación. ahora sin más, de nuevo muchas gracias por leer mi historia. Nos leemos. Diego Almary.

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