2| Firmar el contrato.

Salem entró al bar por puro instinto. 

Caminaba por entre la nieve, percibiendo lo que sucedía a su alrededor. 

Estaba estresado y agobiado. 

La manada era terca, fiel a sus creencias. 

Necesitaba una luna, fuese como fuese, para aplacar las rebeliones internas que comenzaban a forjarse. 

Era una manada increíblemente grande y Salem a veces sentía que se le salía de control. Pero hacía una semana había bebido del contrato de vida o muerte y aún no sabía qué debía hacer para encontrar una luna provisional.

Cuando entró al bar, todas las personas presentes se volvieron hacia él. Salem no podía verlos, pero podía sentirlos, podía escucharlos, olfatearlos. 

Había al menos una decena de personas. Aunque no podía ver, aquello nunca había sido un obstáculo en su vida. 

Sus demás sentidos estaban tan desarrollados que todo a su alrededor era tan palpable y vívido como si lo viera. 

Se sentó en una banca y pidió una cerveza. 

Cuando se la dejaron frente a él, le dio dos largos tragos.

 — ¿Ne… necesita algo más, se… señor Salem?  — le preguntó el cantinero con cuidado..

La gente alrededor de la ciudad sabía quién era, pero nunca nadie se atrevía siquiera a dirigirle la palabra. 

Su fama parecía precederlo. 

Salem terminó de beber el resto de la cerveza y estaba ahí cuando un ruido vino desde la izquierda. 

Alguien había dejado caer copas al suelo.

— ¡¿Qué te pasa, m*****a?! — gritó un hombre.

Al parecer, una mesera había dejado regar el vino sobre alguien. Salem podía oler el fermentado licor. 

Escuchó cómo una mano se movía en el aire y abofeteaba la piel.

— ¡Recoge todo esto, m*****a, y si no lo haces voy a cortarte una mano!

La mujer comenzó a llorar.

 — Lo siento  — murmuró, y algo dentro de Salem se removió cuando escuchó su voz. 

Se volvió hacia la mujer y aspiró profundo. Tenía un olor común a humana.

 — ¡No hables!  — le gritó el hombre, luego la abofeteó nuevamente.

Salem normalmente no quería involucrarse en estas cosas, pero ese día sintió rabia, mucha rabia. últimamente era lo único que sentía.

¿Qué se creía ese hombre para golpear de esa forma a esa mujer? 

Se puso de pie y caminó hacia donde estaba la pelea.

 — Déjala  — le dijo al hombre.

 — Lo siento, señor, pero esto no es su problema. Ella es mi escla...

 — ¡Claro que es mi problema! Es mi problema porque vengo a tomarme una cerveza tranquilo y hay un idiota que está golpeando a una mujer.

Salem hablaba fuerte. Con su agudizado oído, escuchó cómo el corazón del hombre latía con fuerza. 

Sabía quién era, pero era un humano patético y mortal. Así que Salem lo escuchó sentarse nuevamente. 

Cuando se volvió hacia la mujer, pudo percibir su silueta. 

Se sentía joven, su respiración era fuerte, su corazón latía con fuerza su olor era peculiar, le parecía familiar, pero no, Salem jamás olvidaba un olor. 

Dio la vuelta y caminó hacia la barra, dejó un par de monedas y luego salió del bar. Pero percibió cómo la mujer corrió tras él.

 — Espere  — le suplicó, pero Salem siguió caminando. La nieve fría lo envolvía. Escuchó cómo los dientes de la mujer castañeteaban de frío — . Por favor, espere. Necesito que me ayude.

 — ¡Déjame en paz!  — No quería involucrarse con ninguna mujer, al menos no hasta que supiera cómo utilizar el contrato de vida o muerte. 

— ¡Regresa aquí ahora mismo! — gritó el hombre que la había golpeado, saliendo del bar. Los pasos de Salem se detuvieron en seco y pudo oler la pólvora en la pistola que sacó — . ¡Regresa aquí ahora, m*****a, o voy a dispararte en la cabeza!

 — Pues entonces prefiero morir que volver  — gritó ella.

Tenía carácter. 

Salem pensó que el hombre sólo estaba asustando a la mujer, pero no esperaba que levantara el arma y disparara en su dirección.

¡Maldita sea!

Rápidamente cogió a la mujer que tenía detrás con una velocidad asombrosa, y la bala pasó por delante de sus caras y e impactó con fuerza contra el árbol.

Los copos de nieve de las ramas del árbol se hicieron añicos y volaron por el cielo...

El hombre disparó de nuevo, pero Salem puso la mano directamente en la trayectoria de la bala y la desvió. 

La bala golpeó la dura piel de su mano y rebotó.

No sentía dolor porque era terriblemente poderoso...

Dejó emerger un poco de su lobo interno. Sintió cómo su rostro se transformaba. 

Volteó a mirar al hombre en la puerta y bramó, luego escuchó como todos entraban nuevamente, aterrados. 

— G… racias  — le dijo la mujer. 

Se posicionó frente a él y apoyó sus manos en el pecho de Salem. El corazón de la mujer latió con fuerza cuando lo miró a la cara, seguramente aterrada por sus ojos rojos como la sangre.

— Aléjate— le advirtió, pero ella negó con la cabeza.

 — Por favor, ayúdeme.

Salem la tomó por los hombros y la apartó con fuerza, lanzándola hacia un lado, luego caminó por entre la nieve creyendo que la mujer lo dejaría al fin en paz. 

Cuándo bajó por la pendiente resbalosa, no cayó al suelo gracias a su increíble habilidad, pero escuchó como la mujer corría trás él, la escuchó perder el equilibrio y un hueso al romperse. 

Salem se volvió hacia ella para atraparla en el aire, pero cuando el pecho de la mujer chocó con el suyo, accidentalmente los labios de ambos se juntaron. 

Salem sintió de nuevo en la garganta el sabor ferroso de la sangre  del contrato de vida o muerte y cómo su energía comenzaba a transferirse a la mujer, entonces ella comenzó a gritar de dolor. 

¡¿Qué demonios está haciendo esta mujer?!

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