Salem entró al bar por puro instinto.
Caminaba por entre la nieve, percibiendo lo que sucedía a su alrededor.
Estaba estresado y agobiado.
La manada era terca, fiel a sus creencias.
Necesitaba una luna, fuese como fuese, para aplacar las rebeliones internas que comenzaban a forjarse.
Era una manada increíblemente grande y Salem a veces sentía que se le salía de control. Pero hacía una semana había bebido del contrato de vida o muerte y aún no sabía qué debía hacer para encontrar una luna provisional.
Cuando entró al bar, todas las personas presentes se volvieron hacia él. Salem no podía verlos, pero podía sentirlos, podía escucharlos, olfatearlos.
Había al menos una decena de personas. Aunque no podía ver, aquello nunca había sido un obstáculo en su vida.
Sus demás sentidos estaban tan desarrollados que todo a su alrededor era tan palpable y vívido como si lo viera.
Se sentó en una banca y pidió una cerveza.
Cuando se la dejaron frente a él, le dio dos largos tragos.
— ¿Ne… necesita algo más, se… señor Salem? — le preguntó el cantinero con cuidado..
La gente alrededor de la ciudad sabía quién era, pero nunca nadie se atrevía siquiera a dirigirle la palabra.
Su fama parecía precederlo.
Salem terminó de beber el resto de la cerveza y estaba ahí cuando un ruido vino desde la izquierda.
Alguien había dejado caer copas al suelo.
— ¡¿Qué te pasa, m*****a?! — gritó un hombre.
Al parecer, una mesera había dejado regar el vino sobre alguien. Salem podía oler el fermentado licor.
Escuchó cómo una mano se movía en el aire y abofeteaba la piel.
— ¡Recoge todo esto, m*****a, y si no lo haces voy a cortarte una mano!
La mujer comenzó a llorar.
— Lo siento — murmuró, y algo dentro de Salem se removió cuando escuchó su voz.
Se volvió hacia la mujer y aspiró profundo. Tenía un olor común a humana.
— ¡No hables! — le gritó el hombre, luego la abofeteó nuevamente.
Salem normalmente no quería involucrarse en estas cosas, pero ese día sintió rabia, mucha rabia. últimamente era lo único que sentía.
¿Qué se creía ese hombre para golpear de esa forma a esa mujer?
Se puso de pie y caminó hacia donde estaba la pelea.
— Déjala — le dijo al hombre.
— Lo siento, señor, pero esto no es su problema. Ella es mi escla...
— ¡Claro que es mi problema! Es mi problema porque vengo a tomarme una cerveza tranquilo y hay un idiota que está golpeando a una mujer.
Salem hablaba fuerte. Con su agudizado oído, escuchó cómo el corazón del hombre latía con fuerza.
Sabía quién era, pero era un humano patético y mortal. Así que Salem lo escuchó sentarse nuevamente.
Cuando se volvió hacia la mujer, pudo percibir su silueta.
Se sentía joven, su respiración era fuerte, su corazón latía con fuerza su olor era peculiar, le parecía familiar, pero no, Salem jamás olvidaba un olor.
Dio la vuelta y caminó hacia la barra, dejó un par de monedas y luego salió del bar. Pero percibió cómo la mujer corrió tras él.
— Espere — le suplicó, pero Salem siguió caminando. La nieve fría lo envolvía. Escuchó cómo los dientes de la mujer castañeteaban de frío — . Por favor, espere. Necesito que me ayude.
— ¡Déjame en paz! — No quería involucrarse con ninguna mujer, al menos no hasta que supiera cómo utilizar el contrato de vida o muerte.
— ¡Regresa aquí ahora mismo! — gritó el hombre que la había golpeado, saliendo del bar. Los pasos de Salem se detuvieron en seco y pudo oler la pólvora en la pistola que sacó — . ¡Regresa aquí ahora, m*****a, o voy a dispararte en la cabeza!
— Pues entonces prefiero morir que volver — gritó ella.
Tenía carácter.
Salem pensó que el hombre sólo estaba asustando a la mujer, pero no esperaba que levantara el arma y disparara en su dirección.
¡Maldita sea!
Rápidamente cogió a la mujer que tenía detrás con una velocidad asombrosa, y la bala pasó por delante de sus caras y e impactó con fuerza contra el árbol.
Los copos de nieve de las ramas del árbol se hicieron añicos y volaron por el cielo...
El hombre disparó de nuevo, pero Salem puso la mano directamente en la trayectoria de la bala y la desvió.
La bala golpeó la dura piel de su mano y rebotó.
No sentía dolor porque era terriblemente poderoso...
Dejó emerger un poco de su lobo interno. Sintió cómo su rostro se transformaba.
Volteó a mirar al hombre en la puerta y bramó, luego escuchó como todos entraban nuevamente, aterrados.
— G… racias — le dijo la mujer.
Se posicionó frente a él y apoyó sus manos en el pecho de Salem. El corazón de la mujer latió con fuerza cuando lo miró a la cara, seguramente aterrada por sus ojos rojos como la sangre.
— Aléjate— le advirtió, pero ella negó con la cabeza.
— Por favor, ayúdeme.
Salem la tomó por los hombros y la apartó con fuerza, lanzándola hacia un lado, luego caminó por entre la nieve creyendo que la mujer lo dejaría al fin en paz.
Cuándo bajó por la pendiente resbalosa, no cayó al suelo gracias a su increíble habilidad, pero escuchó como la mujer corría trás él, la escuchó perder el equilibrio y un hueso al romperse.
Salem se volvió hacia ella para atraparla en el aire, pero cuando el pecho de la mujer chocó con el suyo, accidentalmente los labios de ambos se juntaron.
Salem sintió de nuevo en la garganta el sabor ferroso de la sangre del contrato de vida o muerte y cómo su energía comenzaba a transferirse a la mujer, entonces ella comenzó a gritar de dolor.
¡¿Qué demonios está haciendo esta mujer?!
Analía sintió una extraña sensación de protección con el hombre, a pesar de que era tan alto y tan intimidante. En el momento en que entró al bar, todo el mundo contuvo el aliento. Cuando recibió la bala por ella, Analía entendió que aquel ser era terriblemente poderoso, y aquello le serviría. Había pasado todas esas semanas tratando de huir de su amo para encontrar a su hermano, pero no lo había conseguido. Ahora, ahí, en el frío de la nieve, podía hacerlo, podía huir si se quedaba al lado de ese hombre. Sabía que podía hacerlo, así que se puso de pie y corrió tras el hombre. él bajaba por una pendiente, Analía apoyó mal el pie sobre un trozo de hielo y el tobillo se le dobló con tanta fuerza que escuchó como el hueso se le rompió. cayó por la pendiente, su cuerpo consumido por la gravedad, y cuando llegó con el hombre él la atrapó en sus brazos, pero por accidente, Analía golpeó sus labios con los del hombre. la garganta se le llenó de sabor a sangre, luego un fuerte dolor la
Analía sintió una extraña mezcla de emociones: las suyas y las del hombre. Ella tenía miedo; él tenía rabia. — ¿Qué significa eso? — preguntó ella. — ¿Me escuchaste bien? — le dijo el hombre — . Ese beso selló un contrato de vida o muerte. Si alguno lo rompe, moriremos.La tomó nuevamente con fuerza y la sujetó por el collar — ¿Y ahora he firmado este contrato con una esclava? — Ya te dije que yo no soy una esclava. — Entonces, ¿qué significa este collar?En ese lugar, los esclavos nacían esclavos, eran tratados como ganado, pero una persona normal no podía volverse un esclavo. — Mi mamá me vendió hace unas semanas junto con mi hermano. — Eso es ilegal — dijo el hombre — . Ningún mercader se atrevería a esclavizar una persona libre por dinero, así que mientes.Esta vez, la rabia que Analía sentía del hombre se hizo suya. Con su mano, le dio una tremenda bofetada al hombre, tan fuerte que lo hizo trastabillar. Cuando cayó el suelo, el tobillo se lastimó y ella gritó de dolo
— ¡Alguna cosas tenemos que hacer! — gritó Salem. Golpeó una pequeña mesa de centro y esta voló varios metros, estrellándose en la pared y rompiéndose en fragmentos — . No voy a permitir que la luna de mi manada sea una esclava. — ¡Yo no soy una esclava! — repitió de nuevo Analía. La rabia del hombre le apretaba el estómago. Ella odiaba sentir esa sensación; podía sentir los sentimientos del hombre y la corrompían.— Y entonces, ¿qué significa el collar en tu cuello? — le preguntó el anciano que tenían enfrente. — Como se lo expliqué a él hace un rato, mi madre me vendió como esclava. Eso es ilegal, pero a veces... — se encogió de hombros — Si yo hubiese sido una esclava de nacimiento, ¿por qué estaría así de lastimada? Mire mi cuello, las heridas están abiertas aún. No me acostumbro a llevarlo porque no nací con él.El anciano se acercó, miró el cuello de Analía y luego bufó: — Estás completamente sana, no sé de qué hablas.Analía se metió los dedos entre el collar y la piel
— ¿Y entonces qué haré cuando llegue la real? — preguntó salem, Analía esperó la respuesta.— Ya veremos — dijo después.El Alfa le dio una última mirada y Analía logró sentir en sus emociones el desprecio que le tenía, y eso la hizo sentir mal y humillada. El anciano caminó hacia un cofre y sacó otra túnica. Se la lanzó a Analía. — Nadie en esta ciudad puede ver tu collar, si lo hacen probablemente te maten.Analía se puso la túnica y la apretó alrededor del cuello para cubrir el collar de esclava. Salió acompañada del anciano y un par de hombres más caminaron a su lado custodiándolos. Llegaron a una calle y luego doblaron por varias esquinas. Analía observaba todo alrededor. La ciudadela era grande, la gente era animada, pero lo que más le aterró fueron los lobos. La ciudad estaba llena de ellos, las calles y las casas estaban diseñadas para que los lobos pudieran entrar y salir. No eran tan grandes como el Alfa, pero sus pelajes eran blancos o casi blancos, todos en unas t
Analía se puso de pie. Ver el rostro pálido del anciano a su lado, le hizo entender que aquella persona no quería nada bueno. Así que se dio la vuelta, tomó con fuerza uno de los martillos que utilizaba el herrero en el lugar y lo sostuvo. — Eso no te salvará, querida — le comentó el hombre, comenzando a caminar hacia ella.Analía pensó que tal vez era un vampiro. No sabía si existían los vampiros, pero si existían los lobos, tal vez podrían existir. Tenía la piel tan blanca y los ojos tan profundos y oscuros que Analía sintió miedo. Le apuntó con el martillo al hombre y lo sostuvo con fuerza. — Aléjate de mí — lo amenazó.De un rápido movimiento, él se acercó a ella y la sujetó por el cuello. Pero ella agarró el martillo y le golpeó el costado. El hombre trastabilló, luego la miró con los ojos abiertos. — ¿Cómo es que una humana puede tener tanta fuerza? — la tomó con fuerza por el collar y la atrajo hacia él — . Dime, ¿qué es lo que quiere Salem contigo? ¿Qué es lo que q
—¡Alfa viene hacia aquí a toda velocidad!Henry lanzó una mirada de pánico momentáneo a la mujer, pero pronto tuvo una idea.Analía sintió la fuerza y la rabia con la que el lobo atravesaba las calles. Pero ella sentía miedo. Miedo por lo que pudiera pasar.El hombre la había agarrado por el collar y la arrastraba por la herrería. Luego, la sacó por la puerta de atrás, tratando de llevársela a escondidas. — No importa a dónde me lleves, él va a encontrarte.Apostó a que el poder del pacto llevaría a Alfa hasta ella. — ¡No! ¡Él no va a encontrarnos! — le gritó el hombre.El otro lobo, o mejor dicho, la otra loba, caminaba tras ellos, alerta ante cualquier ataque — Mi hermano es un idiota. Es impulsivo y torpe. No debió liderarnos y se lo voy a demostrar a todos hoy.Farid caminaba tras ellos, tratando de convencer al hombre de que dejara en paz a Analía, pero cuando él se cansó, le dio un golpe en la nariz tan fuerte que inmediatamente se llenó de sangre. El anciano cayó al suelo
Analía se sintió nuevamente ansiosa y asustada cuando el alfa pronunció aquellas palabras. Él, con la adrenalina aún en el cuerpo, se volteó a mirarla, la tomó con fuerza por la cara y la acercó a él. — Deja de sentir miedo. Yo nunca he sentido miedo, y tu miedo en mi cuerpo me corrompe. Analía estaba tan confundida. Ni siquiera habían pasado dos horas desde que había sellado el contrato de vida o muerte con el hombre, se había convertido en la luna de una manada de personas que se transformaban en lobos y tenía que compartir las emociones con un cascarrabias malhumorado. Aprovechó la rabia que sentía de él y lo empujó. — Déjame en paz.Ella no quería eso, no quería estar ahí. Odiaba esa situación. Lo único que quería era dejar de ser una esclava, escapar y buscar a su hermano lo que era lo único que la motivaba. Así que dio la vuelta y caminó por la calle. Cuando tomó la decisión de irse, cuando pensó en que incluso podría robar la motocicleta de Salem para escapar, sintió u
Analía estaba en su habitación, observando por la ventana cómo la manada comenzaba a disiparse. Aún tenía puesto el bonito vestido con el caballo trenzado y las flores, cuando Farid abrió la puerta y entró. Llevaba tallados enormes y gruesos libros en sus brazos, y los dejó sobre una repisa. — Creo que necesitaré más ropa que esto — le comentó ella.Él asintió. — Claro que sí. En su habitación está todo lo que necesita.Ella lo miró confundida. — ¿Esta no será mi habitación?Él negó con la cabeza. — Por supuesto que no. Tendrá que dormir con el Alfa. Recuerde que nadie debe saber que usted es una luna provisional y, muchísimo menos, nada sobre el contrato de vida o muerte. Eso podría ser peligroso. Salem es el Alfa más fuerte en mil años que ha tenido la Manada de las Nieves. Pero ahora, con usted, es débil. Porque si la matan a usted, él muere también. — Pensé que era si alguno rompía el contrato — dijo Analía — . ¿Si alguno muere, el otro también? — De eso trata este contr