158| Se acaba el tiempo.

Analía contuvo el aliento, y la mano donde tenía el arma tembló con todo el impulso de levantarla y dispararle directamente en la cara a Stephan. Pero sabía que aquello no le haría nada. La única opción que tenían era destruir la lámpara. Si destruía la lámpara, se rompería el lazo que los protegía de las Nymilas y así el plan funcionaría.

— ¿Estás tú sola, querida? — le preguntó Stephan, apretando con fuerza el cuello de Franco en su mano.

El lobo era lo suficientemente fuerte como para escapar, pero Stephan lo tenía fuertemente agarrado. Un solo descuido y le rompería el cuello. Aquello probablemente no lo mataría, pero lo debilitaría lo suficiente como para que el rey Cuervo le cortara la cabeza de un solo tajo.

— No, no lo hiciste, ¿verdad? Salem debe estar aquí también, el vampiro y su novio. ¿Qué pretendían? — dijo, mirando el arma que Analía tenía en la mano — . ¿Crees que con eso podrás matarnos?

Analía suspiró profundo. El tiempo se acababa; ya no sabía cuántos minutos falt
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