Analía y los demás cruzaron el estrecho túnel que lo llevaba hacia la montaña dentro del aquelarre. Era tan oscuro que, de no ser por su visión mejorada, hubiese tropezado varias veces.Tuvo que disminuir su tamaño para poder entrar a la cueva, que de por sí ya era bastante grande. El Maiasaura sobre el lomo de Barry aún seguía inconsciente, pero Analía podía ver cómo sus heridas sanaban cada vez más. En cualquier momento despertaría. De todas formas, entre los tres sería fácil someterlo, pero no quería llegar hasta ese extremo, así que apresuró a Barry para que llegaran rápido al aquelarre.Mientras subían las escaleras, a Analía le pareció que sería un shock un poco grande para Alexander verla como una loba. Así que se transformó en humana. Desnuda, subió las escaleras y se encontraron en una enorme sala. Llena de cadáveres putrefactos.Era tan amplia que podría tener varias decenas de metros de altura; al menos mil personas podrían caber ahí. Con las escaleras hacia un costado, obs
Dejaron al Maiasaura encerrado ahí. El hombre gritó y golpeó la puerta, pero Bastian se encogió de hombros. — Tranquilos, no podrá salir. Muchos lo han intentado y nadie lo ha conseguido. Necesito el libro de los hechizos. Imagino que aún debe estar en la habitación de mi padre. — Alexander volteó a mirarlo y le apoyó la mano en el fuerte pecho. — ¿Quieres que te acompañe? — Pero Bastian negó. — Estaré bien. Regreso en un minuto. — Luego salió corriendo tan rápido que Analía apenas pudo ver una sombra borrosa que cruzó el pasillo. — Mientras veníamos para acá, — dijo Barry, — vi donde guardaban los uniformes. Voy a cambiarme. Farid, ¿vienes conmigo? — El lobo viejo asintió y, en su forma de lobo, caminó por los estrechos corredores siguiendo a Barry. — Traigan algo para Analía. En la parte superior están los uniformes para las mujeres. No importa el color que sea, creo que ya no importa, — les dijo Alexander.Cuando los dos se quedaron solos, se recostaron en la puerta
Analía tomó a Vladimir con fuerza por el cuello y lo sacudió. La tela que le habían puesto para cubrir su desnudez casi se cae de su torso. — ¡Mientes! — le gritó ella con rabia — ¡Mientes! Es imposible. ¿Cómo el Rey Cuervo va a ser el padre de Salem?Pero el Maiasaura miró la pared tras ella, como desmoronado. — No puede mentir — dijo Bastian — El poder de las estrellas es precisamente para esto, para que nadie sea capaz de decir mentiras. — Pero eso es imposible — replicó Analía.El transformista se encogió de hombros. — No lo sé. Tal vez sea mentira. Pero él cree que es verdad.Alexander, que estaba un metro más atrás de ellos, negó con la cabeza. — Tiene sentido. Recuerden que en el submundo, los genes de los lobos son los más fuertes. Sin importar de qué especie sea uno de los padres, si el otro es lobo, su descendencia siempre será de lobos. Así que tal vez el Rey Cuervo se apareó con una loba y ahí nació Salem. Tal vez por eso es ciego, porque el cruce de estos genes lo hi
Salem pasó la noche en una de las habitaciones de invitados. Cuando llegó la mañana, se puso de pie y se cubrió con una capa de cuero. Era una mañana especialmente fría; el viento arreciaba contra la ciudad con fuerza y se podía escuchar el silbido del aire sobre las cornisas de las casas.La tormenta estaba llegando a su punto más álgido, y después de aquello, terminaría. Salem conocía este tipo de tormentas. Cuando su madre lo había abandonado, había soportado una igual. A veces, Salem pasaba largas horas de su día a día pensando en ese momento, recordando lo que sentía al ver las mejillas rosadas de su madre abandonándolo. Lamentaba que eso hubiese sido lo último que vio en su vida.Por más que trató de recordar, fue imposible para él encontrar el momento exacto en el que había perdido la visión. Simplemente se había desmayado entre la nieve y luego despertado en Agnaquela, solo y en un mundo de oscuridad.Estaba en la sala principal cuando el pequeño joven que había adoptado el dí
Analía corría por el corredor cuando de repente se encontró con Barry y Farid. Los dos venían hacia ella a toda velocidad. — ¿Qué está pasando? — preguntó, conmocionada. — Parece que los Maiasauras nos siguieron — dijo Barry — Seguramente quieren de regreso a su líder. Tenemos que escapar de aquí. Hay que encontrar a Alexander y a Bastian.Corrieron por los pasillos. Analía extendió su conciencia hacia Alexander y él le indicó cómo llegar al lugar donde estaba la cocina. Era un espacio amplio, seguramente porque había muchos puros en el aquelarre que también necesitaban alimento humano. Bastian había metido toda la comida que encontró en una enorme mochila y se la tendió a Analía. — Tenemos que escapar de aquí. No podemos utilizar el túnel por el que llegamos — dijo Alexander — Seguramente los Maiasauras deben tenerlo resguardado. — ¿Qué haremos con Vladimir? — preguntó Barry, asustado.Bastian se encogió de hombros mientras caminaba hacia la salida de la cocina y todos lo siguie
Analía no perdió su forma de loba. Sabía que aquello la protegería más de los golpes. Y así fue: su cuerpo fue arrastrado por la pendiente y golpeado por piedras, ramas y la tierra llevada por la corriente que salía del tubo.Extendió la conciencia buscando a los demás, cada uno tratando de sobrevivir a su manera. Después de varios metros, tal vez 100 o 200, el agua se dispersó lo suficiente como para que pudiera ponerse de pie. En su forma de loba, la ropa se le rasgó, pero logró afianzarse con fuerza a la tierra.Corrió hacia los demás. Farid parecía el más golpeado de todos; le sangraba la cabeza y trataba de sacar la cabeza del agua. Analía lo tomó por el mono y lo levantó en el aire. Barry y Alexander también estaban tratando de ponerse de pie. Ana miró hacia arriba donde la tubería se había roto; la montaña se derrumbaba poco a poco. Tenían que salir de ahí inmediatamente o un nuevo deslizamiento de tierra podría aplastarlos. — ¡Corran! — los alentó Analía.Barry estaba más aba
Salem olfateó el aire con cuidado, percibiendo varios aromas, entre ellos el de Evelyn. La mujer había salido misteriosamente aquella mañana. Ya habían pasado un par de noches desde que Salem había decidido, entre comillas, darle una oportunidad. Quería tenerla de su lado para averiguar todo lo posible, pero la mujer era un libro cerrado. Ni siquiera cuando dormía, Salem podía intentar meterse en su mente para investigar. Cualquier cosa que ella ocultara, lo hacía con un entrenamiento que lo preocupaba. Seguramente, aquello iba mucho más allá de lo que él imaginaba.Por eso, esa mañana estaba ahí, bajo la torre de los cuervos, olfateando el aire para asegurarse de que nadie más estuviera alrededor. La tormenta comenzaba a disminuir, apenas si se podían ver unos cuantos copos de nieve caer, y aquello le preocupaba. La guerra era inminente, estaba a punto de comenzar.Aún tenían un par de drones con los que podrían vigilar al ejército que saliera de Taranta, pero, de todas formas, Salem
Salem se puso de pie y caminó por la habitación. El corazón se le aceleró; sabía que Evelyn mentía, sabía que Evelyn no era su verdadera Luna, pero nunca llegó a imaginar que aquello podría venir de sus enemigos, directamente del Rey Cuervo. Entonces, él le había dado el contrato de vida o muerte, o lo que Evelyn llamaba el tal hechizo de fidelidad. Llegó hasta Javier y le quitó la hoja de papel, metiéndola al bolsillo. — Entonces, es verdad — dijo el joven — , usted tenía razón, mi alfa. Ella no es su Luna destinada. — Te lo dije, Javi, ella no lo es, y ahora, con esta evidencia, voy a enfrentarla. — ¿Pero cree que sea conveniente? — le dijo el joven antes de que Salem saliera por la puerta — . Pienso que si juega bien su juego, ella no tiene por qué darse cuenta de que usted sabe, y así podría manipularla para que le diga la verdad.Salem se sentó de nuevo en la cama y se despeinó el cabello, apretándolo con fuerza. Tal vez el joven tuviera razón, pero luego negó. — No, Javier,