Salem olfateó el aire con cuidado, percibiendo varios aromas, entre ellos el de Evelyn. La mujer había salido misteriosamente aquella mañana. Ya habían pasado un par de noches desde que Salem había decidido, entre comillas, darle una oportunidad. Quería tenerla de su lado para averiguar todo lo posible, pero la mujer era un libro cerrado. Ni siquiera cuando dormía, Salem podía intentar meterse en su mente para investigar. Cualquier cosa que ella ocultara, lo hacía con un entrenamiento que lo preocupaba. Seguramente, aquello iba mucho más allá de lo que él imaginaba.Por eso, esa mañana estaba ahí, bajo la torre de los cuervos, olfateando el aire para asegurarse de que nadie más estuviera alrededor. La tormenta comenzaba a disminuir, apenas si se podían ver unos cuantos copos de nieve caer, y aquello le preocupaba. La guerra era inminente, estaba a punto de comenzar.Aún tenían un par de drones con los que podrían vigilar al ejército que saliera de Taranta, pero, de todas formas, Salem
Salem se puso de pie y caminó por la habitación. El corazón se le aceleró; sabía que Evelyn mentía, sabía que Evelyn no era su verdadera Luna, pero nunca llegó a imaginar que aquello podría venir de sus enemigos, directamente del Rey Cuervo. Entonces, él le había dado el contrato de vida o muerte, o lo que Evelyn llamaba el tal hechizo de fidelidad. Llegó hasta Javier y le quitó la hoja de papel, metiéndola al bolsillo. — Entonces, es verdad — dijo el joven — , usted tenía razón, mi alfa. Ella no es su Luna destinada. — Te lo dije, Javi, ella no lo es, y ahora, con esta evidencia, voy a enfrentarla. — ¿Pero cree que sea conveniente? — le dijo el joven antes de que Salem saliera por la puerta — . Pienso que si juega bien su juego, ella no tiene por qué darse cuenta de que usted sabe, y así podría manipularla para que le diga la verdad.Salem se sentó de nuevo en la cama y se despeinó el cabello, apretándolo con fuerza. Tal vez el joven tuviera razón, pero luego negó. — No, Javier,
Salem se recostó en el marco de la puerta y la golpeó con tanta fuerza contra su cabeza que sintió que la madera se astilló. No sabía qué hacer. Todo eso debería ser una completa estupidez, una absoluta y completa estupidez. ¿Cómo él iba a ser hijo del Rey Cuervo? Claro que no, entonces también tendría sangre de la gente del bosque. Entonces, ¿por qué era un lobo? Se preguntó y luego la respuesta le llegó, tan simple y llana: porque su madre era una loba. Era la única forma. Si su madre era una loba, sin importar de qué especie fuese su padre, él nacería lobo. Era la única forma en la que Evelyn tuviera razón, pero eso no tendría sentido. ¿Por qué su padre lo había hecho pasar por su hijo? ¿Por qué Salem estaba ciego? Las preguntas daban vueltas a su cabeza.Extendió la conciencia hacia todos los ancianos del Consejo y se encontró con Emanuel. El hombre estaba dirigiendo algo en el salón principal, organizando acarreos desde las zonas más cercanas al muro hacia el centro para llevar a
Salem se puso su ropa más elegante, la segunda más elegante. La primera era la que había usado cuando presentó a Analía como su Luna, pero no quería volver a usarla, no en ese momento.Observó a través de la ventana cómo la manada comenzaba a reunirse, todos felices, sabían para qué estaban ahí, todos estaban seguros de que Evelyn era la verdadera Luna, pero Salem ahora sabía que no.Entre las cosas que tenía que interrogarle a Evelyn estaba cómo hizo para que la luz de la luna la enfocara. Sentía que había magia en el ambiente, seguramente tretas y trucos de la gente del bosque para que la manada pensara que ella era su verdadera Luna.Salem se despeinó nuevamente el cabello, de verdad quería saber por qué el rey Cuervo se tomaría tantas molestias para deshacerse de Analía. Hacer un contrato de vida o muerte no era fácil, además ese hechizo debía venir acompañado de otros, seguramente para disolver el contrato que él tenía con Analía.Él sintió cómo morían, sintió cómo ambos estaban
Cuando Analía llegó a la ciudad, fue imposible para ella no extender la conciencia y tratar de buscar a Salem. Pero cuando lo encontró, cuando sintió la mente del Alfa sobre todas las demás en Agnaquela, Analía lo sintió confundido y estresado. Parecía que las condiciones naturales del lobo eran siempre estar estresado y enojado. Era un cascarrabias, y eso la hizo sonreír. Pero entonces apartó rápidamente la conciencia de la de él; no quería toparse de casualidad con un pensamiento que le rompiera aún más el corazón.Tuvo que entrar a escondidas. Alexander y Bastian llevaron a Farid a la casa de Barry, y a ella la llevaron a la casa de Johana. La mujer casi tuvo un infarto cuando la vio, al igual que el padre de Alexander, pero lograron mantenerla encerrada en la casa dos días completos con sus noches.Analía quería ella misma darle la noticia a Salem de que era el hijo de Stephan, pero Alexander y Bastian llegaron a la conclusión de que era peligroso, de que debían esperar el tiempo
Salem tomó con más fuerza de la necesaria la mano de Evelyn y la arrastró por las escaleras. Luego, cuando llegaron a la habitación, la arrojó sobre la cama. — Ya hice lo que querías, ya todos te reconocen como la Luna — dijo con un tono que no dejaba lugar a dudas sobre su furia contenida — Espero que ahora no creas que puedes hacer lo que te plazca.Evelyn le sostuvo la mirada, desafiándolo. — Pero entonces, quiero que me digas la verdad. Ya pudiste comprobar que el Rey Cuervo no te usó más que como un peón para deshacerse de Analía. Por la razón que sea, nunca volvió a contestar tus cartas, te abandonó. Te conviene que seamos nosotros los que ganemos esta guerra, o créeme, cuando él me mate, tú morirás también. — ¿Crees que no lo sé? — replicó ella — . Pero él me dijo que no te mataría, que no te mataría porque eres su hijo. — ¿Y crees que aunque eso sea verdad, se detendrá antes de matarme? Sabe que esta ciudad no caerá hasta que yo muera. Así que lo hará.— Pero creó que no l
Cuando Salem salió por las puertas del Pequeño Palacio, se encontró con Alexander. El joven lobo quería hablar directamente con él. — No puedo ahora — le dijo Salem en un tono seco, pero Alexander insistió— ¿Qué te dijo Evelyn? Cuéntame.Salem le hizo un corto resumen mientras caminaban por las calles de la ciudad. Alexander escuchaba atentamente las palabras de Salem. En un momento, cerca de una esquina, el joven tuvo que jalarlo del brazo para evitar que Salem se tropezara con un poste. Sus otros sentidos funcionaban al máximo: su oído, su olfato, su tacto. Pero había cosas que se le escapaban. — Es muy riesgoso — le dijo Alexander.Pero Salem apretó los puños. — Es más riesgoso pelear contra él ciego. Ya puedes ver, hace un momento me salvaste de chocar contra un poste. Si eso me pasa todavía, ¿qué se puede esperar en una batalla con un ser que vuela por los aires? Tengo que hacerlo. Si yo soy la única persona que puede matar al Rey Cuervo y disolver sus ejércitos, entonces te
Analía sintió los cálidos labios de Barry sobre los suyos y se quedó ahí, paralizada. El líder de los cazadores y recolectores le apoyó la mano en la cadera para atraerla hacia él, y Analía no supo qué hacer. Se sentía tan sola y tan abandonada que simplemente permitió que aquello pasara, permitió que las manos del joven apretaran contra su cadera y que los labios de él presionaran los suyos. Sin darse cuenta, estiró la mano y terminó por enredar sus dedos en el corto cabello de Barry. Los labios de él se metieron entre los suyos y profundizaron el beso.Analía no sabía qué estaba haciendo, pero el beso la hizo sentir un poco menos sola, un poco menos miserable, y eso era mejor de lo que se había sentido desde que Salem había encontrado a su pareja destinada, desde que Salem ya no era suyo.Se besó con Barry, y él la atrajo hacia su cuerpo, sus pechos se juntaron. Analía se sintió tonta y torpe, pero no sabía qué más hacer, no sabía cómo comportarse. Tal vez darle una oportunidad a Ba