Cuando Salem salió por las puertas del Pequeño Palacio, se encontró con Alexander. El joven lobo quería hablar directamente con él. — No puedo ahora — le dijo Salem en un tono seco, pero Alexander insistió— ¿Qué te dijo Evelyn? Cuéntame.Salem le hizo un corto resumen mientras caminaban por las calles de la ciudad. Alexander escuchaba atentamente las palabras de Salem. En un momento, cerca de una esquina, el joven tuvo que jalarlo del brazo para evitar que Salem se tropezara con un poste. Sus otros sentidos funcionaban al máximo: su oído, su olfato, su tacto. Pero había cosas que se le escapaban. — Es muy riesgoso — le dijo Alexander.Pero Salem apretó los puños. — Es más riesgoso pelear contra él ciego. Ya puedes ver, hace un momento me salvaste de chocar contra un poste. Si eso me pasa todavía, ¿qué se puede esperar en una batalla con un ser que vuela por los aires? Tengo que hacerlo. Si yo soy la única persona que puede matar al Rey Cuervo y disolver sus ejércitos, entonces te
Analía sintió los cálidos labios de Barry sobre los suyos y se quedó ahí, paralizada. El líder de los cazadores y recolectores le apoyó la mano en la cadera para atraerla hacia él, y Analía no supo qué hacer. Se sentía tan sola y tan abandonada que simplemente permitió que aquello pasara, permitió que las manos del joven apretaran contra su cadera y que los labios de él presionaran los suyos. Sin darse cuenta, estiró la mano y terminó por enredar sus dedos en el corto cabello de Barry. Los labios de él se metieron entre los suyos y profundizaron el beso.Analía no sabía qué estaba haciendo, pero el beso la hizo sentir un poco menos sola, un poco menos miserable, y eso era mejor de lo que se había sentido desde que Salem había encontrado a su pareja destinada, desde que Salem ya no era suyo.Se besó con Barry, y él la atrajo hacia su cuerpo, sus pechos se juntaron. Analía se sintió tonta y torpe, pero no sabía qué más hacer, no sabía cómo comportarse. Tal vez darle una oportunidad a Ba
— Entonces, ¿es cierto? Ella no es tu verdadera luna — , preguntó Analía a Salem mientras estaban todos reunidos en la mesa principal de la casa de Alexander. Johana había servido té y había una Brika del tamaño de una cabeza en el centro de la mesa. — Sí, es verdad. Ella no es mi luna destinada. Seguramente, con artimañas y trucos, la gente del bosque hizo que la luna brillara de esa forma, que se sintiera magia en el ambiente. Pero no es más que otro contrato de vida o muerte, o como ellos lo llaman, un hechizo de fidelidad — , explicó Salem — Antes me preguntaba por qué Stephan se tomaría tantas molestias para que nuestro contrato te matara, para que te sacara del camino y de la guerra. Pero ahora lo sé — Tomó la mano de Analía que reposaba a su lado en la mesa y la olfateó con delicadeza. — Hueles a ti, a ti pero diferente, hueles como a una loba. Porque lo eres, ¿no es así? Por eso Oliver también es un lobo. Pero, ¿por qué hasta ahora? —Analía no quiso apartar la mano de Salem
Analía se quedó paralizada por un momento.« Kerr » preguntó en su cabeza al hombre que estaba ahí.« Soy yo, recibí tu llamado de auxilio. Ana me lo pasó. ¿Creíste que te dejaría sola? Claro que no. Estoy en las afueras de la ciudad, cerca de la granja externa, pero no quiero alertar a los centinelas. No sé qué tan conveniente sea, no sé qué situación estén pasando, por eso quise contactarte primero. » « ¿Pero cómo lo haces? Estás demasiado lejos como para que se sienta tan fuerte el enlace mental. » Todos observaban detenidamente a Analía. Sabían que estaba teniendo una conversación mental en ese momento, así que guardaron silencio.« Bueno, soy un lobo de raza superior. Tengo muchos ases bajo la manga. » « Está bien, vamos para allá ahora mismo. » Ana se puso de pie. — Es Kerr, — les dijo. — ¿Quién es ese? — preguntó Salem. — Es un lobo de raza superior, — le dijo Analía. — Intentamos contactarnos con él cuando nos dimos cuenta de que yo lo era, porque queríamos información. Y
Analía quería preguntarle tantas cosas a Kerr que tuvo que hacer un gran esfuerzo para aguantarse las ganas de bombardearlo a preguntas antes de llegar a la casa de Johana. Se cubrió su cabello rojizo con la capucha para evitar que la manada la reconociera, pero era inevitable que atrajeran las miradas de las personas con las que se cruzaban.Kerr era un hombre muy atractivo, pero no solo por eso captaba la atención. Era diferente al resto de las personas de Agnaquela: tenía una mirada más avivada, un porte más seguro. La gente de la ciudad, por la guerra y el invierno, andaba con los hombros caídos y la mirada en el suelo, pero él no. Caminaba con la seguridad que le daba saberse un lobo poderoso de raza superior, pero sin llegar a la arrogancia. Se veía maduro y centrado. — ¿Por qué te cubres el cabello? — le preguntó él cuando ya casi llegaban a la casa.Analía se encogió de hombros. — Es una larga y dolorosa historia. Te la contaré después.Cuando estaban sentados en la sala, pu
Alexander se veía bastante contento con el recién llegado. Bastian, sentado en el mueble, observaba por la ventana y escuchaba mientras Alexander le contaba a Kerr toda la historia de lo que habían vivido: todo sobre el Rey Cuervo, todo sobre el aquelarre de las estrellas. Un rato después llegó Analía. — Salem tiene que ir al palacio, pero esta noche regresará para ver qué decisión tomamos. Con la ayuda de Kerr ahora podemos atacar y acabar con Stephan, pero también hay que tener presente algo: cuando salga el ejército de Taranta, será nuestra única oportunidad para entrar a la ciudad y robar el libro que puede devolverle la visión a Salem. No podemos desaprovechar esta oportunidad. — Estoy de acuerdo — dijo Kerr — . Es mejor tratar de ayudar a Salem. Si es el único que puede asesinar a Stephan, tiene que estar en todas sus facultades. No pueden confiar únicamente en mi poder. Ya enfrenté a un Rey Cuervo antes, pero fue relativamente fácil de matar con mi habilidad. Seguramente no te
Tal como Johan había dicho, la mañana siguiente fue despejada. El cielo no estaba completamente abierto, pero había dejado de caer nieve; era la última tormenta del invierno. Ya llegaba la primavera, y con ella, la guerra.Los drones que habían llegado acompañando al aquelarre navegaron por los cielos despejados y observaron que, en efecto, los ejércitos de Taranta ya estaban en marcha. Esa mañana, antes del amanecer, al menos 50,000 salieron de la ciudad. Era un número alarmante; entre Maiasaura y gente del bosque, formaban un ejército tremendo.Entonces, Salem entendió que la idea de apoderarse del mundo que tenía Stephan era real. De no ser así, ¿por qué se tomaría tanta molestia en armar un ejército tan grande solo por las piedras? Era porque realmente las necesitaba para su plan mundial. Debían detenerlo, no solo por la manada, sino por las personas que correrían riesgo si lograba conquistar Agnaquela. Ninguna ciudad estaría a salvo. Por eso, esa mañana, cubierto únicamente por u
Analía corrió al lado de los demás, comprobando cómo su pelaje era tan blanco como el de Salem. Eran los dos pelajes más claros que tenían la manada de las nieves. Alexander, a su lado, tenía un trote leve; su pelaje también era casi blanco, pero Kerr, su pelaje era tan oscuro como la noche, como petróleo. Eso lo hacía difícil de ocultar, tan llamativo que podía verse incluso visto a kilómetros, imaginó Analía. Así que se alejaron del camino principal, introduciéndose en el bosque para evitar ser vistos.Johana tenía las mejillas rojas por el frío sobre el lomo de Salem. El Alfa corría delicadamente para evitar que la mujer cayera. A pesar de que Salem no podía ver, era experto evitando los árboles; la poca visión que tenía su lobo, más todos sus instintos mejorados, lo hacían un depredador poderoso.Analía se preguntó cuán fuerte podría llegar a ser en cuanto le quitaran la maldición que impedía su vista. Ya faltaba poco. Si tenían suerte, Salem estaría viendo en un par de noches, y