Analía tomó a Vladimir con fuerza por el cuello y lo sacudió. La tela que le habían puesto para cubrir su desnudez casi se cae de su torso. — ¡Mientes! — le gritó ella con rabia — ¡Mientes! Es imposible. ¿Cómo el Rey Cuervo va a ser el padre de Salem?Pero el Maiasaura miró la pared tras ella, como desmoronado. — No puede mentir — dijo Bastian — El poder de las estrellas es precisamente para esto, para que nadie sea capaz de decir mentiras. — Pero eso es imposible — replicó Analía.El transformista se encogió de hombros. — No lo sé. Tal vez sea mentira. Pero él cree que es verdad.Alexander, que estaba un metro más atrás de ellos, negó con la cabeza. — Tiene sentido. Recuerden que en el submundo, los genes de los lobos son los más fuertes. Sin importar de qué especie sea uno de los padres, si el otro es lobo, su descendencia siempre será de lobos. Así que tal vez el Rey Cuervo se apareó con una loba y ahí nació Salem. Tal vez por eso es ciego, porque el cruce de estos genes lo hi
Salem pasó la noche en una de las habitaciones de invitados. Cuando llegó la mañana, se puso de pie y se cubrió con una capa de cuero. Era una mañana especialmente fría; el viento arreciaba contra la ciudad con fuerza y se podía escuchar el silbido del aire sobre las cornisas de las casas.La tormenta estaba llegando a su punto más álgido, y después de aquello, terminaría. Salem conocía este tipo de tormentas. Cuando su madre lo había abandonado, había soportado una igual. A veces, Salem pasaba largas horas de su día a día pensando en ese momento, recordando lo que sentía al ver las mejillas rosadas de su madre abandonándolo. Lamentaba que eso hubiese sido lo último que vio en su vida.Por más que trató de recordar, fue imposible para él encontrar el momento exacto en el que había perdido la visión. Simplemente se había desmayado entre la nieve y luego despertado en Agnaquela, solo y en un mundo de oscuridad.Estaba en la sala principal cuando el pequeño joven que había adoptado el dí
Analía corría por el corredor cuando de repente se encontró con Barry y Farid. Los dos venían hacia ella a toda velocidad. — ¿Qué está pasando? — preguntó, conmocionada. — Parece que los Maiasauras nos siguieron — dijo Barry — Seguramente quieren de regreso a su líder. Tenemos que escapar de aquí. Hay que encontrar a Alexander y a Bastian.Corrieron por los pasillos. Analía extendió su conciencia hacia Alexander y él le indicó cómo llegar al lugar donde estaba la cocina. Era un espacio amplio, seguramente porque había muchos puros en el aquelarre que también necesitaban alimento humano. Bastian había metido toda la comida que encontró en una enorme mochila y se la tendió a Analía. — Tenemos que escapar de aquí. No podemos utilizar el túnel por el que llegamos — dijo Alexander — Seguramente los Maiasauras deben tenerlo resguardado. — ¿Qué haremos con Vladimir? — preguntó Barry, asustado.Bastian se encogió de hombros mientras caminaba hacia la salida de la cocina y todos lo siguie
Analía no perdió su forma de loba. Sabía que aquello la protegería más de los golpes. Y así fue: su cuerpo fue arrastrado por la pendiente y golpeado por piedras, ramas y la tierra llevada por la corriente que salía del tubo.Extendió la conciencia buscando a los demás, cada uno tratando de sobrevivir a su manera. Después de varios metros, tal vez 100 o 200, el agua se dispersó lo suficiente como para que pudiera ponerse de pie. En su forma de loba, la ropa se le rasgó, pero logró afianzarse con fuerza a la tierra.Corrió hacia los demás. Farid parecía el más golpeado de todos; le sangraba la cabeza y trataba de sacar la cabeza del agua. Analía lo tomó por el mono y lo levantó en el aire. Barry y Alexander también estaban tratando de ponerse de pie. Ana miró hacia arriba donde la tubería se había roto; la montaña se derrumbaba poco a poco. Tenían que salir de ahí inmediatamente o un nuevo deslizamiento de tierra podría aplastarlos. — ¡Corran! — los alentó Analía.Barry estaba más aba
Salem olfateó el aire con cuidado, percibiendo varios aromas, entre ellos el de Evelyn. La mujer había salido misteriosamente aquella mañana. Ya habían pasado un par de noches desde que Salem había decidido, entre comillas, darle una oportunidad. Quería tenerla de su lado para averiguar todo lo posible, pero la mujer era un libro cerrado. Ni siquiera cuando dormía, Salem podía intentar meterse en su mente para investigar. Cualquier cosa que ella ocultara, lo hacía con un entrenamiento que lo preocupaba. Seguramente, aquello iba mucho más allá de lo que él imaginaba.Por eso, esa mañana estaba ahí, bajo la torre de los cuervos, olfateando el aire para asegurarse de que nadie más estuviera alrededor. La tormenta comenzaba a disminuir, apenas si se podían ver unos cuantos copos de nieve caer, y aquello le preocupaba. La guerra era inminente, estaba a punto de comenzar.Aún tenían un par de drones con los que podrían vigilar al ejército que saliera de Taranta, pero, de todas formas, Salem
Salem se puso de pie y caminó por la habitación. El corazón se le aceleró; sabía que Evelyn mentía, sabía que Evelyn no era su verdadera Luna, pero nunca llegó a imaginar que aquello podría venir de sus enemigos, directamente del Rey Cuervo. Entonces, él le había dado el contrato de vida o muerte, o lo que Evelyn llamaba el tal hechizo de fidelidad. Llegó hasta Javier y le quitó la hoja de papel, metiéndola al bolsillo. — Entonces, es verdad — dijo el joven — , usted tenía razón, mi alfa. Ella no es su Luna destinada. — Te lo dije, Javi, ella no lo es, y ahora, con esta evidencia, voy a enfrentarla. — ¿Pero cree que sea conveniente? — le dijo el joven antes de que Salem saliera por la puerta — . Pienso que si juega bien su juego, ella no tiene por qué darse cuenta de que usted sabe, y así podría manipularla para que le diga la verdad.Salem se sentó de nuevo en la cama y se despeinó el cabello, apretándolo con fuerza. Tal vez el joven tuviera razón, pero luego negó. — No, Javier,
Salem se recostó en el marco de la puerta y la golpeó con tanta fuerza contra su cabeza que sintió que la madera se astilló. No sabía qué hacer. Todo eso debería ser una completa estupidez, una absoluta y completa estupidez. ¿Cómo él iba a ser hijo del Rey Cuervo? Claro que no, entonces también tendría sangre de la gente del bosque. Entonces, ¿por qué era un lobo? Se preguntó y luego la respuesta le llegó, tan simple y llana: porque su madre era una loba. Era la única forma. Si su madre era una loba, sin importar de qué especie fuese su padre, él nacería lobo. Era la única forma en la que Evelyn tuviera razón, pero eso no tendría sentido. ¿Por qué su padre lo había hecho pasar por su hijo? ¿Por qué Salem estaba ciego? Las preguntas daban vueltas a su cabeza.Extendió la conciencia hacia todos los ancianos del Consejo y se encontró con Emanuel. El hombre estaba dirigiendo algo en el salón principal, organizando acarreos desde las zonas más cercanas al muro hacia el centro para llevar a
Salem se puso su ropa más elegante, la segunda más elegante. La primera era la que había usado cuando presentó a Analía como su Luna, pero no quería volver a usarla, no en ese momento.Observó a través de la ventana cómo la manada comenzaba a reunirse, todos felices, sabían para qué estaban ahí, todos estaban seguros de que Evelyn era la verdadera Luna, pero Salem ahora sabía que no.Entre las cosas que tenía que interrogarle a Evelyn estaba cómo hizo para que la luz de la luna la enfocara. Sentía que había magia en el ambiente, seguramente tretas y trucos de la gente del bosque para que la manada pensara que ella era su verdadera Luna.Salem se despeinó nuevamente el cabello, de verdad quería saber por qué el rey Cuervo se tomaría tantas molestias para deshacerse de Analía. Hacer un contrato de vida o muerte no era fácil, además ese hechizo debía venir acompañado de otros, seguramente para disolver el contrato que él tenía con Analía.Él sintió cómo morían, sintió cómo ambos estaban