56| Una gota de sangre.

Salem y Analía caminaban nuevamente a su habitación, uno al lado del otro. Los pasillos del Pequeño Palacio estaban extrañamente solitarios esa noche. Había sido un día largo y extenuante, aunque no hubieran hecho mucho en realidad; solamente recibir al aquelarre les había arrancado parte de la energía.

Desde las enormes ventanas del pasillo se podía observar a lo lejos el área libre dentro de la ciudad donde se había instalado el campamento de los vampiros. Se podían ver flamantes luces amarillas y varias fogatas alrededor.

— ¿Estaremos bien? — le preguntó Analía.

Salem caminaba sujetando su mano. Analía estrechó con fuerza la mano del lobo y él no la apartó, disfrutando de caminar juntos, tocándose.

— Eso espero. La verdad, ahora tengo más esperanza. La idea de Henry tuvo sentido, aunque lo más probable es que ni siquiera haya sido suya. Sembrar las Brikas como minas podría funcionar. Los Maiasaura no lograrán verlas y podremos activarlas a distancia. La cuestión es que debemos el
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