62| Deber.

Cuando la tormenta llegó a Agnaquela, sorprendió a todos en medio del proceso de poner las minas. Habían pasado un par de semanas desde que el aquelarre había llegado a la ciudad y recién habían logrado encontrar el presupuesto suficiente para mandar a traer el cableado.

Alexander pensó que había sido un proceso complicado. Tuvieron que enviar humanos a los pueblos cercanos para comprar los cables, pues no podían llamar mucho la atención. Si los Maiasaura se enteraban de su plan, estarían fritos. Así que trajeron los cables poco a poco, pero al fin, después de esa semana, estaban completos.

Alexander estaba afuera en la nieve, tenía el cuerpo cubierto de abrigos para protegerse del frío. Aunque tenía más resistencia que un humano normal, el hielo punzaba su cuerpo como mil agujas. Bastian estaba a su lado, sosteniendo una pala y removiéndose incómodo en su abrigo. El vampiro era incluso más resistente al frío que él, pero Johana había insistido terriblemente en que no lo dejaría salir
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