65| Agonía.

Analía se quedó ahí de pie, paralizada. Salem se movía despacio, como arrastrado por una energía que lo unía a la realidad.

Sintió un frío en el estómago. La luz de la luna estaba enfocada directamente en la mujer, luego se dividió en dos; el otro se enfocó en Salem, la luz de la luna iluminándolos, creando un camino entre ambos. La nieve que volaba en el aire se vio como una pared de polvo volando a través de la luz.

Analía podía sentir lo que sentía Salem. Salem podía sentir cómo el olor de aquella mujer lo atraía. El hombre deseó poder ver para mirarla.

Cada fibra de su cuerpo tembló. Ana dio un paso atrás, aterrada, luego volteó a mirar hacia Farid. El hombre estaba incluso más pálido.

— ¿Qué está pasando? — le preguntó en un murmuro Analía.

El anciano del Consejo negó.

— Creo que llegó la pareja destinada de Salem. Es como en las historias de los libros — el hombre parecía anonadado y maravillado, tanto que no prestó atención a Analía.

Bajó corriendo las escaleras y sujetó de l
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