70| ¿Qué soy?

Cuando Analía despertó, lo hizo despacio, tranquila y en calma. No le dolía nada y se sentía llena de energía. Abrió los ojos y se encontró a sí misma en una pequeña cabaña. La hoguera crepitaba en la chimenea y, a través del cristal de la ventana, se veía cómo la tormenta arreciaba sobre el lugar.

Estaba cubierta con una sábana hecha de pieles suaves, como de conejo, desnuda y lo primero en lo que pensó fue en Salem. Buscó su conexión con el hombre, pero no la encontró. Su mente y su cuerpo estaban vacíos, y en ella solo habitaba ella misma y su bebé.

Apoyó la mano en su estómago y, aunque el feto aún era muy pequeño, Analía casi podía sentirlo ahí. Fue extraño lo que sucedió después: extendió la conciencia hacia su vientre, como si alargara su mente, y sintió la vida allí. No había pensamientos, el feto aún no pensaba ni sentía, pero el cerebro en formación ya tenía estímulos. Ya era vida dentro de ella.

La conciencia de Analía era fuerte. Extendió su mente en todas direcciones y se
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