51| Problemas de fertilidad.

Habían pasado dos semanas desde la explosión en el salón del trono. Analía apenas había salido del pequeño palacio. Salem había suspendido los primeros días de trabajo en la granja y dedicaron todos sus esfuerzos a excavar la mayor cantidad posible de piedras de la tierra. Pero eran cientos y miles, y por cada una que encontraban, aparecían dos más. Estaban diseminadas por la ciudad.

Salem pensó que si se juntaban, podrían producir una explosión más grande, así que las tenía controladas la mayoría cerca del muro para alejarlas de la población civil. Analía ni siquiera había querido salir; se sentía avergonzada y tonta, temía volver a tomar una de estas piedras en sus manos y cargarla de nuevo con esa energía para que explotara. Farid le dijo que era una tontería, pero ella negó.

— Cuando la sujeté por primera vez en mis manos, — le contó la noche que la encontró junto al trono, — la piedra se calmó porque yo quise que se calmara, porque tuve miedo de ella. Entonces me obedeció. Pero
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