44| Juntos.

Analía se sintió segura en los brazos de Salem. El hombre la cargó a través del pequeño palacio, apretándola contra su cuerpo. Ana se sentía entumecida, percibía la presión de la herida en su abdomen y algo más en su interior.

Se sentía entumecida. Salem le había dicho que la enfermera la había inyectado con anestesia, así que no sentiría dolor. Aun así, se sintió nerviosa. No era como imaginaba su primera vez, ni como hubiera querido, y también podía sentir esa misma desazón dentro de Salem.

— Hay una manada — comentó Salem — que extrae el esperma de los lobos y lo almacena, como en un banco. Cuando una mujer se enferma… ya sabes lo que hacen. Incluso funciona para hombres humanos también. No querrás saber por dónde…

Analía se rio, pero algo dentro de ella se removió, así que prefirió aguantarse las ganas de seguir sonriendo.

— La cuestión es que aquí en la manada no se practica de forma oficial. Todos lo hacen, ¿sabes? Pero en la intimidad de sus hogares.

Cuando llegaron a la habi
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