A lado de Salomé, Maximiliano supo de qué se trataba todo ese momento. Salomé no jugó cuando dijo que iba a tomar su venganza por el camino corto. Ella quería vengarse de todos de una vez por todas.—Me complace ser yo, Maximiliano Montenegro quien presente a Salomé como mi esposa —dijo él al darse cuenta de la mirada de Alejandro sobre su esposa. Era como si sus celos hubieran despertado muy de pronto, celos que no podía sentir por ella.—Emma de Vital, mucho gusto —se presentó.—El gusto es mío, señora.—Gertrudis de la Garza, mucho gusto.Y mientras todo mundo se presentaba ante Maximiliano, Alejandro no había perdido la oportunidad de observar a Salomé como solo un descarado lo haría. Si tan solo él supiera que ella era la mujer de la que él se olvidó tan pronto.Salomé ya no era la misma Paula, esta vez sabía cómo actuar ante la mirada de un hombre como él. Sin ser una descarada, le sonrió con elegancia. En menos de dos minutos ella ya se le había metido por los ojos y a s
— ¿Quién te crees que eres? ¡¿Qué te pasa, Maximiliano?! ¡Ni siquiera se te ocurra volver a hacer lo que hiciste afuera de la casa porque a la otra no voy a responder! —Gritó Salomé una y otra vez mientras entraban en la gran casa que habían comprado. Y detrás de ellos caminaba Manuel sin poder dejar de sonreír de manera discreta.— ¡Ya te lo dije, Salomé! ¡Te tuve que besar porque Alejandro nos estaba viendo desde atrás!— ¡Bonita excusa tuviste para hacerlo!— ¡Piensa lo que quieras, no me interesa!— ¡Ya te dije que no vuelvas a hacer algo que no te he dado permiso hacer! —Dicho eso, Salomé subió las escaleras yendo directo a su habitación.Estaba furiosa, estaba harta de que los hombres quisieran hacer lo que sea con ella. Salomé ya no era la misma. Paula había muerto, Salomé no iba a permitir que ningún hombre le pusiera la mano encima.Al llegar a su habitación Salomé cerró las puertas mientras su pecho subía y bajaba con total dificultad.No podía quitarse de la mente
El mundo a su alrededor podía desaparecer en ese mismo momento porque no era contra ellos con quienes tenía ese sentimiento de venganza, era contra solo esa persona que no estaba ahí para recibirla.—Buen día, señora de Montenegro.—Salomé Sorín —corrigió ella.Todo mundo a su alrededor no supo hacer otra cosa más que mirarse entre sí.—Puedo hacer valer mi nombre por mí misma, no necesito del apellido de mi esposo. ¿Y dónde se encuentra el señor de Vital? ¿Me equivoqué de fecha y no era hoy la junta más importante que tendríamos? —Señora Sorín, sucede que el seor de Vital no ha llamado incluso para decir que va a cancelar la junta, le hemos intentado marcar una y mil veces.— ¿Un desaire? No me gusta ser desairada.—No, por supuesto que no. Seguiré intentando comunicarme con él.Salomé suspiró. Solo eso le faltaba.Veía a su alrededor al mundo correr pues todos ahí sabían lo que el poder de los Sorín podía significar en un país que hasta el momento tenía el gusto de convivir con
Emma no era la única que había visto a aquella joven pareja que se abrazaba como si fueran el uno para el otro, y se apoyaran en los momentos buenos y malos, Gertrudis también los había visto desde el segundo piso que era donde hablaba con Humberto sobre algún asunto que había surgido, nada importante.— ¿Es ella la mujer que estuvo ayer en la celebración? —Preguntó para si misma.Por supuesto Humberto no pudo entender pues él no había estado la noche anterior.— ¿De qué habla, mi señora?—Esa mujer, ¿quién se cree para estar abrazando así a mi yerno?Humberto sonrió. —No, no entiendo.—Ayer, esa mujer que ves ahí, estaba en la celebración, es una mujer muy poderosa, está casada con un hombre importante también, ¿qué pretende, ah?—No lo sé, mi señora pero pídame lo que sea y yo me encargo de lo demás.Gertrudis negó con la cabeza. —No, por supuesto que no quiero que hagas nada ahora. Solo quiero saber por qué está aquí, parece muy interesada en todo lo que hacemos y lo que
Firmando el último documento que Humberto le había dado en aquel sobre amarillo, Gertrudis sonrió en el momento en que le entregaba los documentos. Solo esa firma iba a ser válida la decisión que había tomado.Gertrudis estaba cansada de ser solo la viuda de un hombre que la había dejado con una fortuna pero una fortuna que ella no había querido usar hasta ese momento.— ¿Estás segura de lo que va a hacer, mi señor? —Preguntó Humberto.—Por supuesto que estoy segura. Mi hija sigue siendo una inepta que se conforma con solo ser una novela cuando perfectamente sabe que puede ser la competencia de su propio esposo. —Por eso es que usted debería ser la patrona de todo este país.— ¿Te digo algo?—Lo que usted quiera, mi señora. Ya sabe que esto para escucharla.—Hay algo de la mujer esa, esposa del tal Montenegro que no me gusta, si tan solo hubieras estado ahí la noche de la celebración, te habrías dado cuenta de muchas cosas. Es por eso que me veo en la necesidad de hacer esto. Se di
Las piernas cruzadas, una mano que sostenía la copa de vino que llevaba bebiendo en los últimos quince minutos, no le importaba el tiempo que pasara, ella la iba a esperar hasta que se dignara en entrar por esa puerta mientras en el sillón frente a ella estaba la cuna del bebé que había traído del hospital hacia no más de seis horas.—Pase por favor, señorita —dijo una de las servidoras.Siendo la mujer que solo ella podía ser, se levantó de su lugar en el momento en que oyó a su hija.— ¿Madre, madre? ¡Madre, te tengo una noticia!Con una mano en la cintura, Emma encontró a Gertrudis mirándola como pocas veces lo hacía, le hizo una seña a que se acercara.—Madre, ¿qué sucede?— ¡Eres una imbécil! —Y desquitando su coraje, Gertrudis bofeteó a su hija —. No puedo creer hasta dónde has llegado siendo tan imbécil.— ¿De qué hablas, madre? — ¡Lárgate, lárgate lejos con ese niño porque no lo quiero más!—Madre, ¿qué sucede?— ¡No me llames madre, no quiero volverte a ver, lárgate de
Solo una persona en el mundo tenía esos gustos tan raros, una persona que por supuesto, estaba muerta. Incluso si la mujer que estaba frente a ella no era la misma Paula, Salomé había llegado a ese lugar por una razón y esa razón, la iba a terminar por descubrir. —Dígame, ¿por qué su interés en un lugar como este? Hasta donde sé, usted ha sido una mujer muy importante, ¿por qué los negocios con los Vital?—Bueno, la verdad es que no son exactamente ellos —dijo Salomé bebiendo de su té habiéndolo traído.— ¿Entonces de qué se tratan los nuevos negocios?—Mmm, lo que estoy buscando en este momento es tener una fuente muy productiva en la que pueda invertir, me dijeron que los Vital son de las personas más estables en un negocio como el que quiero hacer.Salomé sabía perfectamente que la manera de agarrar a Gertrudis era por el dinero, era lo que más amaba y era justamente en ese momento en que iba a dar el primer paso en contra de ella.— ¿Se puede saber qué tipo de negocio estamos hab
Colocando la taza de café en la mesa central, lista para continuar con la conversación, Lucía sonrió.—No lo sé pero a mí me parece una mujer increíble, es muy educada, tiene mucho conocimiento, ¿has visto los vestidos que usa? ¡Dios mío, es una mujer como pocas!Gertrudis no evitó sonreír de manera burlesca al darse cuenta que esa mujer estaba hablando demás. —Nunca te has expresado así de mi hija, ¿piensas que ella no tiene clase? ¿Sigues creyendo que Paula era mejor?—Jamás he mencionado a Paula en estos últimos años desde que ella no está. Ella ha sido olvidada por todos nosotros.— ¿Qué hay de mi hija? ¿Sigues creyendo que no vale para tu hijo?—Por favor, Gertrudis, yo jamás he dicho algo como eso —contestó Lucía de manera nerviosa.—No pasa nada, a veces yo también lo pienso. Mi hija ha sido una completa inepta que no supo cuidar de ese niño.—Por cierto, ahora que lo mencionas, ¿por qué no has cuidado más de tu nieto? Antes recuerdo que morías porque estuviera aquí, justamen