Emma no era la única que había visto a aquella joven pareja que se abrazaba como si fueran el uno para el otro, y se apoyaran en los momentos buenos y malos, Gertrudis también los había visto desde el segundo piso que era donde hablaba con Humberto sobre algún asunto que había surgido, nada importante.— ¿Es ella la mujer que estuvo ayer en la celebración? —Preguntó para si misma.Por supuesto Humberto no pudo entender pues él no había estado la noche anterior.— ¿De qué habla, mi señora?—Esa mujer, ¿quién se cree para estar abrazando así a mi yerno?Humberto sonrió. —No, no entiendo.—Ayer, esa mujer que ves ahí, estaba en la celebración, es una mujer muy poderosa, está casada con un hombre importante también, ¿qué pretende, ah?—No lo sé, mi señora pero pídame lo que sea y yo me encargo de lo demás.Gertrudis negó con la cabeza. —No, por supuesto que no quiero que hagas nada ahora. Solo quiero saber por qué está aquí, parece muy interesada en todo lo que hacemos y lo que
Firmando el último documento que Humberto le había dado en aquel sobre amarillo, Gertrudis sonrió en el momento en que le entregaba los documentos. Solo esa firma iba a ser válida la decisión que había tomado.Gertrudis estaba cansada de ser solo la viuda de un hombre que la había dejado con una fortuna pero una fortuna que ella no había querido usar hasta ese momento.— ¿Estás segura de lo que va a hacer, mi señor? —Preguntó Humberto.—Por supuesto que estoy segura. Mi hija sigue siendo una inepta que se conforma con solo ser una novela cuando perfectamente sabe que puede ser la competencia de su propio esposo. —Por eso es que usted debería ser la patrona de todo este país.— ¿Te digo algo?—Lo que usted quiera, mi señora. Ya sabe que esto para escucharla.—Hay algo de la mujer esa, esposa del tal Montenegro que no me gusta, si tan solo hubieras estado ahí la noche de la celebración, te habrías dado cuenta de muchas cosas. Es por eso que me veo en la necesidad de hacer esto. Se di
Las piernas cruzadas, una mano que sostenía la copa de vino que llevaba bebiendo en los últimos quince minutos, no le importaba el tiempo que pasara, ella la iba a esperar hasta que se dignara en entrar por esa puerta mientras en el sillón frente a ella estaba la cuna del bebé que había traído del hospital hacia no más de seis horas.—Pase por favor, señorita —dijo una de las servidoras.Siendo la mujer que solo ella podía ser, se levantó de su lugar en el momento en que oyó a su hija.— ¿Madre, madre? ¡Madre, te tengo una noticia!Con una mano en la cintura, Emma encontró a Gertrudis mirándola como pocas veces lo hacía, le hizo una seña a que se acercara.—Madre, ¿qué sucede?— ¡Eres una imbécil! —Y desquitando su coraje, Gertrudis bofeteó a su hija —. No puedo creer hasta dónde has llegado siendo tan imbécil.— ¿De qué hablas, madre? — ¡Lárgate, lárgate lejos con ese niño porque no lo quiero más!—Madre, ¿qué sucede?— ¡No me llames madre, no quiero volverte a ver, lárgate de
Solo una persona en el mundo tenía esos gustos tan raros, una persona que por supuesto, estaba muerta. Incluso si la mujer que estaba frente a ella no era la misma Paula, Salomé había llegado a ese lugar por una razón y esa razón, la iba a terminar por descubrir. —Dígame, ¿por qué su interés en un lugar como este? Hasta donde sé, usted ha sido una mujer muy importante, ¿por qué los negocios con los Vital?—Bueno, la verdad es que no son exactamente ellos —dijo Salomé bebiendo de su té habiéndolo traído.— ¿Entonces de qué se tratan los nuevos negocios?—Mmm, lo que estoy buscando en este momento es tener una fuente muy productiva en la que pueda invertir, me dijeron que los Vital son de las personas más estables en un negocio como el que quiero hacer.Salomé sabía perfectamente que la manera de agarrar a Gertrudis era por el dinero, era lo que más amaba y era justamente en ese momento en que iba a dar el primer paso en contra de ella.— ¿Se puede saber qué tipo de negocio estamos hab
Colocando la taza de café en la mesa central, lista para continuar con la conversación, Lucía sonrió.—No lo sé pero a mí me parece una mujer increíble, es muy educada, tiene mucho conocimiento, ¿has visto los vestidos que usa? ¡Dios mío, es una mujer como pocas!Gertrudis no evitó sonreír de manera burlesca al darse cuenta que esa mujer estaba hablando demás. —Nunca te has expresado así de mi hija, ¿piensas que ella no tiene clase? ¿Sigues creyendo que Paula era mejor?—Jamás he mencionado a Paula en estos últimos años desde que ella no está. Ella ha sido olvidada por todos nosotros.— ¿Qué hay de mi hija? ¿Sigues creyendo que no vale para tu hijo?—Por favor, Gertrudis, yo jamás he dicho algo como eso —contestó Lucía de manera nerviosa.—No pasa nada, a veces yo también lo pienso. Mi hija ha sido una completa inepta que no supo cuidar de ese niño.—Por cierto, ahora que lo mencionas, ¿por qué no has cuidado más de tu nieto? Antes recuerdo que morías porque estuviera aquí, justamen
UN MES DESPUÉS Un mes que se había terminado de ir de la misma manera, Salomé por su lado midiendo cada uno de sus pasos como Maximiliano le había dicho hacer, Emma siendo la mujer más feliz del mundo por la oportunidad que Maximiliano le había dado sin siquiera imaginar que esa era la puerta a su sufrimiento, Alejandro por su parte no había parado de hacer lo que fuera para estar un poco más cerca de Salomé a pesar de ver lo bien que ella se llevaba con su esposo, Gertrudis moviendo cielo, mar y tierra para convertirse en la competencia más sólida con la que su propio yerno iba a enfrentarse.Lucía por su lado, buscando la manera en que su hijo fuera al límite mientras cuidaba de aquel pequeño que había se había quedado sin la habilidad de escucha, el mismo que ya comenzaba a dar sus primeros pasos así como también se notaba la inteigencia de la que gozaba.Y hasta ese momento era fecha en que Salomé no había logrado conocer a ese niño. Quizá era por esa razón que no sentçia nada, q
Mientras Maximiliano y Manuel miraban en la manera en la que ella se estaba deshaciendo, fue el corazón de Maximiliano el que sintió todo el dolor que ella estaba sintiendo. Era increíble que hasta ese punto ella tuviera que llegar. No era que la acusara por lo que estaba haciendo, por supuesto que le entendía, el dolor que había pasado cuando le cambió el rostro, el dolor que sintió al saber a su padre en coma, su ex esposo engañándola con su hermanastra, su madrastra siendo feliz porque Paula ya no estaba en esta vida, por supuesto que Maximiliano la entendía y era por esa razón que no pensaba dar un solo paso atrás, solo esperaba que el corazón de Salomé nunca se hiciera un hoyo negro.— ¿Nos vamos, Salomé? —Preguntó Maximiliano haciendo de cuenta que él no se había dado cuenta de la tristeza en el corazón de Salomé.—Sí, sí, por supuesto —dijo ella sin darle la mirada.—Tenemos una cita, ¿no es así?—Adelántate, ya te alcanzo.— ¿No será mejor que ensayemos desde este momento? Ten
Dicho eso, Salomé colgó la llamada mientras era vista por Maximiliano que parecía no le quitaba el ojo de encima aún estando frente a una situación que requería de toda su atención. — ¿Se trata de Alejandro, mi querido hermano? —Preguntó Maximiliano con un poco de sarcasmo en su voz.—Sí, la verdad es que sí, Maximiliano. Era tu querido hermano como lo acabas de llamar, me acaba de invitar a comer y creo que es el momento más conveniente para comenzar a dar mis pasos en contra de él. Tengo que ser muy cautelosa.Maximiliano no soportó más y la tomó del brazo, claro, no con fuerza pero si con autoridad. Tenía que ocultar lo que estaba sintiendo, tenía que ocultar que ni él mismo sabía lo que le pasaba cada vez que ella sonreía porque Alejandro le hablara o si quiera ella lo mencionara. — ¿Qué te pasa, Maximiliano?—Me pasa que veo en ti a… a… a… a una mujer… una mujer… una mujer frívola, una mujer que no siente, una mujer que… que me hace temer.Salomé sonrió al mismo tie