Tomándola por los hombros, Max siguió su camino con la señora de Vital. Ahora que la tenía tan cerca de él podía sentir su dolor de la misma manera que una parte de él, la más malvada, la que mejor sabía odiar sentía gusto porque ella estuviera sufriendo de tal manera. Y la realidad era que al final, no sabía quién él mismo era. Se estaba perdiendo en su propio dolor hasta el hecho de desear que Lucía se mantuviera así. —Empiezo a creer que todo lo que hace uno en el mundo, lo paga con creces —dijo ella captando la atención de Max.—Por favor, señora Lucía, este no es el momento para hablar de eso. Tiene que decirme que es lo que ha pasado, cómo pasó y si piensa que hay alguien detrás de todo esto.Lucía sonrió sin siquiera dudarlo. Ella sabía claramente quién le había hecho eso a su hijo.—Por supuesto que lo sé pero con esto, ella me ha demostrado que es más poderosa que nadie más. Con esto me ha dicho que es capaz de olvidarse de que fui la única que estuvo ahí cuando el señor Gar
Con una gran sonrisa en el rostro y la misma que solo puede ser como el aviso que está a punto de notificar que el mal viene, Humberto entró en el despacho de Gertrudis como la única persona que tenía el permiso de hacerlo. El tiempo no pasaba en vano y él estaba a punto de hacerle saber a Gertrudis que todo estaba listo, solo para recibir órdenes.— ¿Qué es lo que quieres ahora, Humberto?—Como se lo prometí, señora mía. Todo está hecho.— ¿Ya tienen en sus manos al abogado del hombre?—Sí, mi señora, no hay nada más que nos pueda detener ahora. De una vez por todas nos vamos a enterar qué relación tiene el apellido de la señorita Sorín con el del señor Ricardo Sorín. ¿Cómo quiere que comencemos, señora? —Muy fácil, quiero que primero sean gentiles con él, primero quiero que sean pacientes, que le hagan saber al mundo que no soy tan mala como ellos creen. Obviamente se va a resistir y es ahí cuando comienza su tortura. Quiero que sean pacientes con él un máximo
Lucía había llegado al límite con aquella pregunta. Nunca pensó que su hijo fuera a preguntarle algo como eso y al final, él lo había hecho, él le había pedido información de la persona que en verdad era su madre en el pasado y lo que quisa, la estaba llevando a no poder decir nada.— ¿Por qué no dices nada, madre? ¿Por qué nunca te has revelado a Gertrudis sabiendo tantas cosas? Recuerdo la infinidad de veces que me dijiste que hasta llegaste a pensar que fue ella quien manipuló a su hija para que yo me casara con ella, me quedara con ella cuando no lo quería. También recuerdo que muchas veces me dijiste el odio que ella parecía sentir por mí y por Paula cuando fue ella con la con la primera que me casé.—Son tantas cosas, hijo, no me hagas caso.—Por favor, madre, no me digas que son tantas cosas cuando tú claramente parecías de lo que estabas hablando.—A veces las personas cometemos muchos errores que no nos damos cuenta hasta que pegamos de frente con esa pared.— ¿Qué errores pu
Sentados en el mismo parque en el que habían estado antes, ahora siendo Salomé la que escuchará la terrible tragedia por la que Manuel estaba pasando, supo quedarse ahí, no tenía mucho que decir, solo quería hacerle saber que él no era quien estaba mal por lo que hizo o no hizo, Manuel estaba actuando de la mejor manera. Si había algún corazón que era maldito y que era el que estaba actuando mal era el de Max y el de Salomé, por querer venganza, por querer ser ellos quienes saciaran su dulce venganza de una manera tan vil. Haciendo sufrir de la peor manera a Gertrudis y a Lucía.—Por favor, Manuel, no tienes que culparte de nada, todo, todo lo que has hecho es porque obedeces al amor más grande que ella te pudo dar —dijo Salomé viendo lo mucho que él sufría. —A veces quisiera que mi final llegara y estar tranquilo porque simplemente, puedo y tengo cómo ver a la cara a la persona que dejé que me arrebataran. —Para mí es lo mejor que has hecho, Manuel. Soy yo la que no tendría cómo ve
Unos, dos, tres, cuatro… incontables golpes que su cuerpo recibió, días llevaba viviendo solo dolor, pensamientos que rondaban en su cabeza y que en ninguno de ellos iba a encontrar la respuesta. Una respuesta que solo le podía dar el mismo apellido que habían mencionado una y otra vez. — ¡Golpéalo, golpéalo más, uno más! —Gritó el hombre que estaba viendo la manera en la que golpeaban al abogado Izquierdo y él, él solo podía sentir dolor por todo su cuerpo.Su estómago estaba completamente vacío desde hacía días que no comía, la boca la tenía completamente seca, no sentía más sus piernas ni sus manos que estaban amarradas entre sí y a la silla para que no fuera a ningún lugar. Incluso las necesidades que tenía como humano ya habían soportado suficiente en él. Días y nadie lo había buscado solo porque no tenía una familia, porque siempre había vivido solo para complacer los deseos de los Sorín y siempre rezando porque el seño icardo Sorín despertara de su sueño.— ¡Bas
Fue justamente en ese momento en que Manuel sintió querer correr lejos, querer olvidarse de lo que había pasado tantos años porque ahora que tenía al asesino de su Rosita frente a sus ojos se daba cuenta que seguía siendo débil, que todo lo que él tenía en la mente era solo ese momento y los gritos de su Rosita. Él nunca tuvo el valor para llegar hasta ella y defenderla como solo él tuvo que haberlo hecho. —No, no, esto no puede ser posible… ¡Esto no puede ser posible, malditas seas! —Gritó al momento que retrocedía con pasos llenos de miedo.Humberto pudo ver el miedo en Manuel seguía siendo el mismo perdedor que Rosita había escogido—Manuel… Manuel, no fue mi intención lo que pasó —dijo Humberto mientras intentaba acercarse a él de manera tonta.Ahora que ya conocía Manuel a la persona que había matado a su esposa, bien Humberto sabía que lo podía denunciar, que podía mover cielo, mar y tierra con tal de que él pagara por sus errores justo en el momento en que
Max y Alejando habían llegado hasta la sala donde la secretaria había dicho que se había convocado a una reunión de emergencia pues ellos no podían ser liderados por una persona que tenía tratos con el narcotráfico.Tan pronto como los hombres vieron que ellos llegaron, empezaron a especular sin dedicarle ni una sola mirada de respeto ahora. Para ellos el gran Alejandro Vital había quedado atrás.Y aunque Alejandro sintió un poco de satisfacción al darse cuenta que la gente le estaba perdiendo al respeto y que solo era cuestión de tiempo para que el mismo Maximiliano dijera quién era él para que el mundo y todos los inversionistas se pusieran a sus pies, no lo hizo, no era ese momento el que debía hacerlo perfecto pero eso no quitaba que en cualquier momento no fuera a ser el más correcto.—La verdad es que pensamos que no íbamos a verlo jamás, señor Vital —dijo uno de los inversionistas.Max no dijo nada. Alejandro simplemente siguió su camino hasta tomar su lugar frente
Con una copa de vino en la mano, el cabello perfectamente peinado con adornos que parecían perlas que habían caído sobre ella mientras un vestido un pico ajustado a su pequeño cuerpo llenaban el momento. No había sonrisa en su rostro cuando sentía que todas las miradas estaban sobre ella. A su alrededor solo gente que hablaba y opinaba de la fiesta, de su vestido, de su actitud, todo. Paula no podía estar más nerviosa esa noche, viendo a tanta gente frente a ella. Por supuesto que era feliz pero eso no significaba que dejara de lado sus inseguridades. A su lado Alejandro sonreía como pocas veces. A diferencia de Paula, él parecía más confiado con el momento. — ¿Estás bien, hada? —Preguntó su ahora esposo al ver lo nerviosa que estaba.Paula sonrió sin realmente querer hacerlo. Sus uñas perfectamente arregladas pegaban la copa de vino con nerviosismo. —Sí, no podría ser más feliz. Él le devolvió la sonrisa. — ¡Por favor, pido su atención! —Levantó la voz Alejandro. — ¡Un minuto d