Con una copa de vino en la mano, el cabello perfectamente peinado con adornos que parecían perlas que habían caído sobre ella mientras un vestido un pico ajustado a su pequeño cuerpo llenaban el momento.
No había sonrisa en su rostro cuando sentía que todas las miradas estaban sobre ella. A su alrededor solo gente que hablaba y opinaba de la fiesta, de su vestido, de su actitud, todo.
Paula no podía estar más nerviosa esa noche, viendo a tanta gente frente a ella. Por supuesto que era feliz pero eso no significaba que dejara de lado sus inseguridades.
A su lado Alejandro sonreía como pocas veces. A diferencia de Paula, él parecía más confiado con el momento.
— ¿Estás bien, hada? —Preguntó su ahora esposo al ver lo nerviosa que estaba.
Paula sonrió sin realmente querer hacerlo. Sus uñas perfectamente arregladas pegaban la copa de vino con nerviosismo.
—Sí, no podría ser más feliz.
Él le devolvió la sonrisa. — ¡Por favor, pido su atención! —Levantó la voz Alejandro. — ¡Un minuto de su atención, por favor! Ahora el brindis de los novios porque es frente a ustedes dónde me declaró el hombre más feliz del mundo, en la vida no podría haberme casado con una mujer tan buena, tan dulce y tan bella como la mujer que tengo frente a mí —, dijo Alejandro mirando a los ojos a su esposa.
Paula pareció incomodarse. No era que no lo amara, era que no estaba acostumbrada a llamar la atención de esa manera. En la empresa y en la familia siempre había sido un patito feo.
— ¡Salud por eso! —Dijo Alejandro pegando su copa con la de su esposa.
Paula sonrió para después beber mientras todos a su alrededor aplaudían y brindaban por los recién casados.
Pero como siempre se decía, la vida no era perfecta ni a toda la gente se le podía tener contenta. Justamente como unas lobas, madre e hija hablaban sobre lo que sus ojos veían.
—No puedo creer que él se haya casado con ella. Es tan poca cosa, creía a Alejandro más inteligente —, soltó con furia la joven de cabello rojizo.
—Por favor, Emma, no quiero un escándalo ahora. —Expresó Gertrudis al momento que veía como su hija cerraba sus manos en puños, como si estuviera lista para el ataque.
—Es que no puedo creer que él la haya escogido a ella por encima de tantas cosas. Ella es tan insípida, tan tonta, tan… no sé.
—Recuerda que si él se casó con ella solo es para aparentar ser mejor persona, nada más.
— ¿Por qué mi papá la adoptó? ¿Por qué?
—Porque tu padre es un pobre imbécil que siempre hace obras de caridad, eso es todo.
Emma solo bebió de su copa, importándole poco que los demás seguían escuchando las palabras estúpidas de los recién casados.
Paula Garza y Alejandro Vital habían contraído matrimonio.
Como Gertrudis y Emma lo hubieran dicho, la patito feo de la familia había logrado casarse con el sucesor de la empresa de los Vital. Sin duda las patitos feo eran las que más surte tenía en el amor.
Sonriendo de manera malévola, Emma miró a su hermanastra enfrente. La muy estúpida lucía nerviosa, lucía insegura, y eso podía ser la puerta fácil para Emma.
—Veremos por cuanto tiempo te haces llamar la mujer de Vital. Nunca se sabe con quién puede cruzarse tu querido esposo —, dijo Emma en voz baja.
Y enfrente una mujer insegura. Una mujer que no sabía al mundo que veía pero que por supuesto, se sentía tan feliz al haberse casado con el hombre más hermoso ante su corazón. Era una pena que solo fuera un mentiroso más.
¿Era posible encontrar amor y afecto cuando todo lo que había visto y con lo que había convivido en todo ese tiempo era con el dolor y la muerte, la muerte que se aproximaba cada vez más?
Vestido completamente de negro, con una gorra que cubría su mirada feroz, desde aquel muro, no más de diez metros lejos de donde el brindis estaba tomando lugar. Era cierto que tenía unas ganas inmensas de presentarse ante ese maldito desgraciado que se casaba y que no hacía otra cosa más que sonreír. Maximiliano solo quería ir hasta él y borrarle esa sonrisa estúpida del rostro.
Y justo en el momento en que sintió el valor de hacerlo, intentó caminar hasta ahí pero siendo tomado del brazo al momento.
—No lo hagas, Maximiliano —, dijo un hombre detrás de él. Un hombre de avanzada edad.
Con lágrimas de furia en los ojos Maximiliano volteó a ver a hombre que lo tomaba del brazo. —Si en este momento no hago algo, sé que no volveré a tener esta oportunidad en mi vida.
—No deberías de actuar así, Maximiliano.
—Es mi madre —, dijo él, forcejeando.
—Precisamente es por ella porque he venido detrás de ti. Tu madre se está muriendo.
Esas palabras hicieron a Maximiliano detenerse. ¿Había escuchado bien? ¿Su madre se estaba muriendo?
—No lo hagas, Maximiliano, no merece la pena que lo hagas. Tu madre te necesita. Tu madre… pronto ya no estará para ti.
Maximiliano dejó caer un par de lágrimas. Si su madre se moría, si su madre no lograba juntar a Maximiliano con Alejandro, seguramente él nunca podría perdonárselo.
Y desde aquel muro, lo último que vio fue a Alejandro sonreír ante el mundo, sonreírle a su esposa pues finalmente, ante los ojos de todos ellos, él era un hombre realizado. Un hombre en el que había caído el poder de las empresas que él le había quitado a Maximiliano.
En el dedo de la mujer con la que su hermanastro se casaba pudo ver el anillo ostentoso que le habían arrebatado a él y que era el mismo que debía de llevar el heredero de las empresas Vital.
Tan imbécil era Alejandro como para haberle dado aquel anillo a esa mujer. No sabía cómo pero él iba a recuperar lo que era suyo.
CAPÍTULO UNO DOS AÑOS DESPUÉS — ¡Vamos, vamos, más rápido, más rápido! —Apresuraba aquella mujer de no más de cuarenta y cinco años.Justamente ese día se sentía tan estresada, ¿y cómo no, si se iba a llevar a cabo una de las fechas más importantes en todo el año? Pasarela otoño- invierno.Todo debía de salir perfectamente bien. Ninguna de las personas involucradas debían de cometer ni un solo error.—Basta, no seas tan aprensiva, Romina. Todo va a salir bien —, dijo Paula con una sonrisa en el rostro.Todo a su alrededor eran diseñadores, ropa, modelos, maquillaje, peinados, las mujeres ahí se iban a volver locas, estaba segura de eso. La única que parecía estar realmente tranquila era Paula, ¿y cómo no si era la esposa del presidente de la compañía? Pero incluso si todo el mundo pensaba eso, bastaba ver en la realidad de aquella mujer para saber cómo era su vida.Cualquiera que escuchara hablar de la esposa del señor Vidal se imaginaría a una mujer llena de lujos, una mujer que ve
CAPÍTULO DOS ¿Qué había del éxito que termina sabiendo insípido en la boca de un corazón que ha sufrido tanto? ¿Qué había del éxito cuando el corazón no conoce lo que es ser amado? En medio de la lluvia, como si el cielo estuviera llorando con ella de igual manera, Paula bajó de la camioneta que había estado manejando con tanto trabajo debido al dolor en su pecho hasta llegar a su casa, donde seguramente su esposo estaría como si nada hubiera pasado.Con el cabello empapado, entró a la casa azotando la puerta de la camioneta. Ya no se podía saber si estaba enojada o triste, triste hasta el hecho de querer morir.Entrando a casa se dio cuenta que ahí estaba su esposo, haciendo de cenar mientras tarareaba una canción. Era increíble, si ella no hubiera visto lo que había visto un par de horas atrás seguramente hubiera caído por esa imagen hermosa de su esposo.—Hasta que llegas, cielo —, dijo él sirviendo de cenar.Ella no iba a soportar más. Paula estaba harta, harta de ser e
CAPÍTULO TRES Desdichado pasado, desdichada vida la que los difuntos viven antes de la trágica muerte, ¿por qué el dolor parecía hecho para aquellos que más buenos eran? ¿Por qué el mundo se aferraba a cambiar a la gente inocente?Misterios de la vida, secretos de la misma y mentiras en las que vivimos.Mañana del día siguiente en que un hombre había dejado de serlo al solo hecho de haberse declarado infiel ante una mujer que le había dado todo, todo lo que había en su corazón.Sin haberse preocupado de nada, sin siquiera inmutarse por saber qué había sido de ella en esa noche lluviosa, el teléfono de la casa comenzó a sonar. Alejandro se había quedado dormido en el sillón de la sala, olvidándose por completo de su esposa.Alejandro comenzó tallándose los ojos para después, siendo consciente de la nueva realidad, tomar el teléfono a su lado. Ni siquiera se había preocupado por pensar en su esposa.—Habla Alejandro Vital, ¿en qué puedo ayudarle? —Preguntó tallándose los ojos.—Se
CAPÍTULO CUATRO UN MES DESPUÉSUn par de ojos que se abrían, las luces blancas de una habitación que ella reconocía después de tanto tiempo de haber despertado en la misma. El tiempo había pasado y el tiempo seguramente iba a seguir pasando ahí, encerrada en esas cuatro paredes.Y como hacía cada mañana, Paula se llevó las manos a la cara. Las vendas seguían ahí y seguramente iban a seguir por un largo tiempo más. Cerró los ojos una vez más. No sabía cuánto más iba a resistir no solo el hecho de sentir cómo picaban las vendas sino, como el dolor aumentaba junto con la comezón.La puerta de su habitación fue tocada. Debía ser ya la misma hora de tomar su medicamento. — ¿Cómo has amanecido? —Preguntó aquel hombre de voz gruesa.Paula solo negó. Maximiliano se acercó hasta poder poner la charola con su desayuno y sus medicamentos cerca de la cama.—La hora del medicamento ha llegado, ¿has sentido algún dolor adicional?Paula se fue levantando de la cama poco a poco. —Yo solo quiero qu
CAPÍTULO CINCO —Bien, creo que es excelente el avance que hemos tenido, muchas gracias a todos por esto —, dijo Alejandro cerrando la computadora que le había permitido hacer la presentación.Todos los hombres que habían sido reunidos esa mañana no pudieron estar más satisfechos con todo lo que la empresa había avanzado. La revista de moda, los nuevos diseños no podían ser mejores, una vergüenza él mismo sentía al solo hecho de pensar que pudo haber necesitado a Paula para llevar a cabo aquellos negocios.Entonces los hombres comenzaron a salir de la sala de juntas. No podían creer que un hombre que amaba tanto a su esposa estuviera repuesto en tan poco tiempo.Y entre todas las personas que celebraban ahí, entre ellos se podía encontrar la mirada fría de Romina, la misma mujer de no más de cuarenta y cinco años que había visto como su esposo, su hermanastra y por supuesto, la madrastra la habían tratado en todo ese tiempo.No había nada que ella pudiera hacer, solo lamentar q
CAPÍTULO SIETE Pasos que se hacían más lentos conforme aquel hombre de traje color gris con un portafolio en la mano, ni siquiera él sabía cómo iba a ser posible que pudiera continuar de esa manera hasta poder llegar a la habitación de siempre.Tenía respuestas, después de tanto tiempo ya podía presentarse ante aquel hombre que aunque no le escuchara como tal, sabía que su corazón seguía teniendo noción de lo que pasaba a su alrededor.Finalmente abrió la puerta de la habitación, fue en ese momento en que pudo suspirar de manera cansada. Ya había llegado hasta ahí, no quedaba más que decir la verdad que había estado ocultando por todo ese mes.—Señor Sorní —, comenzó hablando con un acento raro aquel hombre joven y bien vestido —, aquí me tiene como anteriormente lo prometí. Lamento tanto no haber venido antes pero es que la verdad, ni yo estaba preparado para darle esta noticia —. El hombre bajó la cabeza.Incluso si el hombre que estaba en la cama de hospital no abría los oj
CAPÍTULO OCHO Y de pronto todo lo que pudo escucharse en ese lugar fue el romper del corazón de Maximiliano. La sorpresa corría por sus venas, el pulso le había aumentado, el aire no era suficiente, en cualquier momento el que sentía que iba a caer al suelo era él. Es que no importa qué tan bien hubiera escuchado esas palabras, eso no podía ser cierto. Ella no podía ser la esposa de ese maldito que nunca llegó al lecho de su madre.A su mente llegaron imágenes de la boda de Alejandro el día que él fue a espiarlo en aquel salón.—No lo hagas, Maximiliano, no merece la pena que lo hagas. Tu madre te necesita. Tu madre… pronto ya no estará para ti. Maximiliano dejó caer un par de lágrimas. Si su madre se moría, si su madre no lograba juntar a Maximiliano con Alejandro, seguramente él nunca podría perdonárselo. Y desde aquel muro, lo último que vio fue a Alejandro sonreír ante el mundo, sonreírle a su esposa pues finalmente, ante los ojos de todos ellos, él era un hombre realizado. Un
CAPÍTULO OCHO Una vez más las palabras de Paula fueron repetidas en su mente. Paula así como esa mujer que él tenía frente a él habían puesto en sus manos la oportunidad de vivir una segunda vez, ¿qué le impedía no hacerlo cuando él también tenía mucho que ganar si le confesaba quién era él?— ¿Y crees que yo puedo hacer eso por ti? ¿Darte una nueva vida?—Lo afirmo. Si la mano del destino me ha traído hasta aquí es por una razón, esa razón eres tú para llevar a cabo mi venganza. A los humanos nos gusta vengarnos de quien nos hizo mal, nos gusta planear, somos como vampiros que disfrutamos la sangre del traidor sobre todo nuestro cuerpo. Sabe más dulce. ¿Me operarás?Maximiliano se quedó pensando unos segundos y no porque estuviera pensando en los deseos de su paciente sino porque parecía haber encontrado una respuesta a la petición que no lo había dejado dormir en toda la noche.—Sí, te operaré —, contestó.Y más que haberle contestado a ella, sentía que lo había hecho a la pregunt