CAPÍTULO UNO
DOS AÑOS DESPUÉS
— ¡Vamos, vamos, más rápido, más rápido! —Apresuraba aquella mujer de no más de cuarenta y cinco años.
Justamente ese día se sentía tan estresada, ¿y cómo no, si se iba a llevar a cabo una de las fechas más importantes en todo el año? Pasarela otoño- invierno.
Todo debía de salir perfectamente bien. Ninguna de las personas involucradas debían de cometer ni un solo error.
—Basta, no seas tan aprensiva, Romina. Todo va a salir bien —, dijo Paula con una sonrisa en el rostro.
Todo a su alrededor eran diseñadores, ropa, modelos, maquillaje, peinados, las mujeres ahí se iban a volver locas, estaba segura de eso. La única que parecía estar realmente tranquila era Paula, ¿y cómo no si era la esposa del presidente de la compañía? Pero incluso si todo el mundo pensaba eso, bastaba ver en la realidad de aquella mujer para saber cómo era su vida.
Cualquiera que escuchara hablar de la esposa del señor Vidal se imaginaría a una mujer llena de lujos, una mujer que vestía la mejor ropa, una mujer alta, rubia y que miraba a la gente por encima del hombro cuando la realidad es que la esposa del señor Vidal no era más que una joven sencilla que vestía de una manera aún más sencilla. Muy poco maquillaje en el rostro con el cabello a medio peinar.
—Lo dices porque eres la señora de Vidal.
—Y en mi mundo eso no significa mucho —, dijo ella bajando la mirada.
La realidad era que habían sido dos años desde el momento en que ella se había casado con uno de los hombres más importantes del país solo para terminar siendo como su secretaria, su mano derecha, podían pasar por encima de ella y ella nunca diría nada.
Pero, ¿quién era Paula Garza al final del día? Paula Garza, quizá ni siquiera ese era su nombre.
—Ay, Paula —, expresó la mujer que había sido la mejor amiga de Paula durante tantos años y que conocía todos sus secretos menos uno. El más importante quizá. —No puedo creer que te hayas decidido casar con un hombre como él. Es joven, guapo y muy rico pero lo que tiene de adinerado lo tiene de grosero y de irresponsable. Tú eres su esposa, jamás he visto un trato de amor hacia ti de su parte. Siempre te tiene trabajando, nunca te toma en cuenta como la esposa que eres. Ay no sé, pero ese hombre no me gusta nada para ti. En el mundo hay tantos hombres buenos.
Paula solo sonrió. No sabía qué era lo que podía decir ante eso. Ella mejor que nadie sabía de los tratos de su esposo hacia ella.
—Como sea, lo mejor será que nos apuremos porque la pasarela ya está puesta.
—Vamos, vamos —, dijo ella con una sonrisa en el rostro.
Lo que no sabía es que esa sonrisa estaba a punto de ser borrada de su rostro. Algún día ella se iba a cansar de esa vida, algún día ella se iba a cansar de todo lo que había dicho su amiga que se daba cuenta de todo.
Mientras ante el mundo tenía que fingir que era la esposa más feliz del mundo, en la casa la realidad salía a flote. Siendo ella no más que una mujer que servía s u esposo en lo que él quisiera, que soportaba que la humillara por su forma de vestir, de hablar y de ser. Viendo siempre como todas las modelos se le acercaban, se le insinuaban para al final, que él no supiera detenerlas. Enfrente de los ojos de Paula su esposo le era infiel.
Pero, ¿por qué Paula era así, por qué una mujer tan bella y llena de poder era tan insegura? Seguramente porque ella pensaba que eso era el amor real. Seguramente porque vio a su madre ser tratada de esa manera y ver llegar más hombres a su vida cuando ella decidía quién era realmente, por eso Paula tomó esa decisión. Ella quería casarse por amor, no por el apellido que le daba poder realmente.
Pero todo lo que comenzaba estaba destinado a terminar, todo por dar termina por cansar de la misma manera que todo lo que lastima termina por hacerlo cuando se decide dar el golpe final.
La celebración de la compañía Vital estaba por comenzar, los lugares ya habían sido ocupados por la gente y los diseñadores más importantes del país y uno que otro extranjero.
Paula no podía sentirse más contenta, todas las modelos participantes ya estaban listas. Y viendo todo con orgullo, Paula se imaginó ser una de aquellas modelos que esperaban ya salir. Y es que todo lo había preparado con sumo cuidado que nada podía fallar.
—Una, dos, tres, cuatro… —, contaba la amiga de Paula a las modelos —, nueve y… Aquí falta una. ¡Dios mío, aquí falta una! —Expresó Romina, llevándose las manos a la cabeza.
Ella siempre había sido así. El menor descuido, el menor accidente, la menor preocupación era motivo para hacer de eso uno de los problemas más grandes.
Y para terminar, no estaba por ahí la persona que podía encargarse de eso mejor que nadie, no por ser la esposa de Alejandro, el presidente, sino por ser sumamente inteligente.
— ¿Quién falta, quién falta? —Comenzó a pensar. —Julia, Violeta, Isfel, Romina…. ¡Falta la hermana de Paula, Emma! —Declaró ella.
Justamente en el momento en que ella iba a buscar a Paula, ella llegó con más trajes de baño para las modelos que iban a salir a la pasarela.
—Paula, Paula, Paula —, nombró la señora.
—Dime, ¿qué pasa, Romina?
—Falta una modelo, nosotros estamos por salir. Las mujeres no están listas.
—Tranquila, dime quién falta —, Paula sonrió.
—Falta Emma, tu hermana.
—Emma, Emma. Déjame buscarla —. Dijo Paula siendo tan paciente como siempre.
Paula, siendo la misma mujer ingenua se movió por todo el lugar buscando por su hermanastra. Estaba a punto de empezar el show y ella no aparecía.
Habiendo buscado por todos los lugares a Paula solo le quedaba uno. El mismo que por alguna razón, sentía no querer ir.
El corazón de Paula había sido roto tantas veces ya sea con especulaciones, chismes donde a ella la hacían ver como la mujer de un hombre que hacía con ella lo que quisiera al mismo tiempo que la engañaba en su propia cara, ¿qué más daba que fuera roto otra vez su corazón? Y quizá con su suerte esta vez ella iba a lograr salir de ese infierno.
Justamente en el momento en que vio dos sombras en el pasillo acercarse, al mismo tiempo que escuchaba la voz de su esposo, decidió entrar en aquel camerino y esconderse entre la ropa que las modelos iban a usar para la pasarela.
Desde ese montón de ropa, ella lo pudo ver todo.
Un hombre que bien conocía entraba de la mano de una mujer. Una mujer que ella conocía muy bien porque esa mujer era su hermanastra, Emma, la modelo que arriba estaban buscando.
Las lágrimas de Paula comenzaron a caer en silencio, tuvo que llevarse las dos manos a la boca para ahogar el grito de dolor. Siempre supo que su esposo le engañaba, siempre lo escuchó decir de otra gente pero jamás fue lo mismo escucharlo que verlo.
— ¿Qué haremos esta noche? —Preguntó Alejandro sonriendo a la mujer que tenía entre sus brazos con un traje de baño color rojo que iba a presentar ante el mundo allá afuera.
—No lo sé, solo es cuestión de que te liberes de la idiota dela patito feo y podemos ser felices.
Y sin más, riendo de ella sin saber que ella lo había visto y lo había escuchado todo, la traición había tomado parte.
Ellos acaban de traicionarla de la peor manera. Tal como él había venido haciendo en esos dos años de matrimonio.
CAPÍTULO DOS ¿Qué había del éxito que termina sabiendo insípido en la boca de un corazón que ha sufrido tanto? ¿Qué había del éxito cuando el corazón no conoce lo que es ser amado? En medio de la lluvia, como si el cielo estuviera llorando con ella de igual manera, Paula bajó de la camioneta que había estado manejando con tanto trabajo debido al dolor en su pecho hasta llegar a su casa, donde seguramente su esposo estaría como si nada hubiera pasado.Con el cabello empapado, entró a la casa azotando la puerta de la camioneta. Ya no se podía saber si estaba enojada o triste, triste hasta el hecho de querer morir.Entrando a casa se dio cuenta que ahí estaba su esposo, haciendo de cenar mientras tarareaba una canción. Era increíble, si ella no hubiera visto lo que había visto un par de horas atrás seguramente hubiera caído por esa imagen hermosa de su esposo.—Hasta que llegas, cielo —, dijo él sirviendo de cenar.Ella no iba a soportar más. Paula estaba harta, harta de ser e
CAPÍTULO TRES Desdichado pasado, desdichada vida la que los difuntos viven antes de la trágica muerte, ¿por qué el dolor parecía hecho para aquellos que más buenos eran? ¿Por qué el mundo se aferraba a cambiar a la gente inocente?Misterios de la vida, secretos de la misma y mentiras en las que vivimos.Mañana del día siguiente en que un hombre había dejado de serlo al solo hecho de haberse declarado infiel ante una mujer que le había dado todo, todo lo que había en su corazón.Sin haberse preocupado de nada, sin siquiera inmutarse por saber qué había sido de ella en esa noche lluviosa, el teléfono de la casa comenzó a sonar. Alejandro se había quedado dormido en el sillón de la sala, olvidándose por completo de su esposa.Alejandro comenzó tallándose los ojos para después, siendo consciente de la nueva realidad, tomar el teléfono a su lado. Ni siquiera se había preocupado por pensar en su esposa.—Habla Alejandro Vital, ¿en qué puedo ayudarle? —Preguntó tallándose los ojos.—Se
CAPÍTULO CUATRO UN MES DESPUÉSUn par de ojos que se abrían, las luces blancas de una habitación que ella reconocía después de tanto tiempo de haber despertado en la misma. El tiempo había pasado y el tiempo seguramente iba a seguir pasando ahí, encerrada en esas cuatro paredes.Y como hacía cada mañana, Paula se llevó las manos a la cara. Las vendas seguían ahí y seguramente iban a seguir por un largo tiempo más. Cerró los ojos una vez más. No sabía cuánto más iba a resistir no solo el hecho de sentir cómo picaban las vendas sino, como el dolor aumentaba junto con la comezón.La puerta de su habitación fue tocada. Debía ser ya la misma hora de tomar su medicamento. — ¿Cómo has amanecido? —Preguntó aquel hombre de voz gruesa.Paula solo negó. Maximiliano se acercó hasta poder poner la charola con su desayuno y sus medicamentos cerca de la cama.—La hora del medicamento ha llegado, ¿has sentido algún dolor adicional?Paula se fue levantando de la cama poco a poco. —Yo solo quiero qu
CAPÍTULO CINCO —Bien, creo que es excelente el avance que hemos tenido, muchas gracias a todos por esto —, dijo Alejandro cerrando la computadora que le había permitido hacer la presentación.Todos los hombres que habían sido reunidos esa mañana no pudieron estar más satisfechos con todo lo que la empresa había avanzado. La revista de moda, los nuevos diseños no podían ser mejores, una vergüenza él mismo sentía al solo hecho de pensar que pudo haber necesitado a Paula para llevar a cabo aquellos negocios.Entonces los hombres comenzaron a salir de la sala de juntas. No podían creer que un hombre que amaba tanto a su esposa estuviera repuesto en tan poco tiempo.Y entre todas las personas que celebraban ahí, entre ellos se podía encontrar la mirada fría de Romina, la misma mujer de no más de cuarenta y cinco años que había visto como su esposo, su hermanastra y por supuesto, la madrastra la habían tratado en todo ese tiempo.No había nada que ella pudiera hacer, solo lamentar q
CAPÍTULO SIETE Pasos que se hacían más lentos conforme aquel hombre de traje color gris con un portafolio en la mano, ni siquiera él sabía cómo iba a ser posible que pudiera continuar de esa manera hasta poder llegar a la habitación de siempre.Tenía respuestas, después de tanto tiempo ya podía presentarse ante aquel hombre que aunque no le escuchara como tal, sabía que su corazón seguía teniendo noción de lo que pasaba a su alrededor.Finalmente abrió la puerta de la habitación, fue en ese momento en que pudo suspirar de manera cansada. Ya había llegado hasta ahí, no quedaba más que decir la verdad que había estado ocultando por todo ese mes.—Señor Sorní —, comenzó hablando con un acento raro aquel hombre joven y bien vestido —, aquí me tiene como anteriormente lo prometí. Lamento tanto no haber venido antes pero es que la verdad, ni yo estaba preparado para darle esta noticia —. El hombre bajó la cabeza.Incluso si el hombre que estaba en la cama de hospital no abría los oj
CAPÍTULO OCHO Y de pronto todo lo que pudo escucharse en ese lugar fue el romper del corazón de Maximiliano. La sorpresa corría por sus venas, el pulso le había aumentado, el aire no era suficiente, en cualquier momento el que sentía que iba a caer al suelo era él. Es que no importa qué tan bien hubiera escuchado esas palabras, eso no podía ser cierto. Ella no podía ser la esposa de ese maldito que nunca llegó al lecho de su madre.A su mente llegaron imágenes de la boda de Alejandro el día que él fue a espiarlo en aquel salón.—No lo hagas, Maximiliano, no merece la pena que lo hagas. Tu madre te necesita. Tu madre… pronto ya no estará para ti. Maximiliano dejó caer un par de lágrimas. Si su madre se moría, si su madre no lograba juntar a Maximiliano con Alejandro, seguramente él nunca podría perdonárselo. Y desde aquel muro, lo último que vio fue a Alejandro sonreír ante el mundo, sonreírle a su esposa pues finalmente, ante los ojos de todos ellos, él era un hombre realizado. Un
CAPÍTULO OCHO Una vez más las palabras de Paula fueron repetidas en su mente. Paula así como esa mujer que él tenía frente a él habían puesto en sus manos la oportunidad de vivir una segunda vez, ¿qué le impedía no hacerlo cuando él también tenía mucho que ganar si le confesaba quién era él?— ¿Y crees que yo puedo hacer eso por ti? ¿Darte una nueva vida?—Lo afirmo. Si la mano del destino me ha traído hasta aquí es por una razón, esa razón eres tú para llevar a cabo mi venganza. A los humanos nos gusta vengarnos de quien nos hizo mal, nos gusta planear, somos como vampiros que disfrutamos la sangre del traidor sobre todo nuestro cuerpo. Sabe más dulce. ¿Me operarás?Maximiliano se quedó pensando unos segundos y no porque estuviera pensando en los deseos de su paciente sino porque parecía haber encontrado una respuesta a la petición que no lo había dejado dormir en toda la noche.—Sí, te operaré —, contestó.Y más que haberle contestado a ella, sentía que lo había hecho a la pregunt
CAPÍTULO NUEVE En la lujosa casa azul de los Garza, misma en la que Gertrudis era la total reina de todos y cada una de las personas que entraban en su casa, siendo ese lugar el único que la conocía realmente, Gertrudis, detrás de aquel escritorio, viendo y revisando cada uno de los documentos que tenía, la puerta de su despacho fue tocada.Para su edad era debido decir que era una mujer hermosísima, una mujer que entre más mayor, más seductora se volvía haciendo parecer que todo de lo que no gozaba la hija a pesar de ser una modelo y de las mejorcitas, lo gozaba la madre.—Adelante —, dijo Gertrudis al momento.—Señora, tiene una visita.—Ay, llévatelo, no tengo ganas de atender a nadie.— ¿Está segura de eso, mi señora? —Una voz masculina habló.Gertrudis levantó la mirada al momento. Una sonrisa se hizo en su rostro al momento al ver a su más querida visita.—Mi querido señor de la Laguna, Humberto Laguna —dijo Gertrudis levantándose de su lugar. —Pero por favor, toma asie