ABISMO DE LA VENGANZA
CAPÍTULO VEINTICUATRO

UNA SEMANA DESPUES

Tres autos color negro que paraban detrás del auto color blanco. Y si aquella gente pensó que ella jamás iba a volver, estaban completamente equivocados, ahora era Salomé quien no iba a descansar hasta que los viera de rodillas.

Con un vestido color azul largo y que más parecía ser de noche que aquel con el que debía de presentarse a aquella junta, Salomé bajó del auto siendo ayudada por su esposo. Un hombre que no podía creer que ya se encontraran ahí, en el mismo lugar que habían arrebatado de sus manos.

Con una mirada digna, Salomé bajó apoyándose del brazo de su esposo. El gran Maximiliano Montenegro.

—Adelante, señora de Montenegro —, dijo uno de los hombres que ya la esperaban.

Y sin siquiera saber hacer un gesto de agradecimiento, Salomé continuó su camino. La mirada altiva, el aura pesada y las palabras que no salían pero en cuanto lo hicieran solo iban a terminar de declarar la guerra que ellos mismos habían pasado.

Mientr
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