HISTORIAS INFINITAS
Al volver a casa, lo primero que vi fue el lustroso Rolls Royce del señor Demián aparcado en el estacionamiento subterráneo de la casa. Mad estacionó su auto al lado del otro y bajó del coche conmigo.

Me dio una reconfortante palmadita en la espalda.

—No pasa nada, Livy, yo inventaré una excusa por haberte traído a casa tan tarde.

Esbocé una leve sonrisa y ambos subimos las escaleras. En la cocina, encontramos a Madame Mariel preparando la cena.

—Hola, Madame —la saludó Mad—. ¿Dónde está el señor?

Ella nos sonrió. Sostenía en las manos un cuenco de cristal con una extraña mezcla dentro. El simple olor extremadamente dulce bastó para hacerme sentir náuseas.

—En su estudio. Llegó temprano, te está esperando.

Mad se despidió de ambas y después subió a la tercera planta. Yo pensé en hacer lo mismo, subir a la habitación y dormir un poco antes de la cena, pero al final decidí quedarme en la cocina. Sí iba arriba, solo me pondría a pensar y pensar en lo que me había dicho la doc
Tatty G.H

Mañana CORRESPONDIDOS SENTIMIENTOS. Querid@ Lector@, gracias por seguir leyendo Compláceme y Destrúyeme.

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