Capítulo 524
Tomó asiento junto a la cama y revisó de reojo las cifras del monitor. Eran preocupantes.

—Fer… soy yo, Luciana. He venido —susurró con la voz ahogada en llanto.

No obtuvo respuesta, ni siquiera un leve movimiento. Luciana se debatió un momento antes de alargar su mano y rozar, con delicadeza, los dedos de Fernando. Luego se atrevió a sostener su mano con cuidado. Habló de nuevo, esta vez con la voz entrecortada:

—Fer, estoy aquí… vine a verte.

—¿Por qué hiciste esto? ¿Por qué no me dijiste que te sentías tan mal? Soportarlo tú solo… debió ser terriblemente difícil.

Se limpió las lágrimas que brotaban sin control.

—No te rindas, por favor… No te dejes ir. Todo va a mejorar, ¿sí?

—Quédate conmigo… yo estoy aquí, a tu lado, Fer.

Luciana murmuraba en voz baja, sintiéndose impotente. Ella no padecía depresión, y no alcanzaba a comprender cómo podía él hundirse tanto. ¿Qué debía hacer para ayudarlo?

Como doctora, sabía que, pese a su estado, Fernando podía oírla. De pronto, se le ocurrió al
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