Capítulo 45
Intentó soltar su muñeca, indicando que la dejara ir.

—¿Puedo irme ya?

—¿A dónde vas? —La voz de Alejandro seguía cargada de mal humor.

Luciana, que ya estaba molesta, frunció el ceño, su expresión se endureció.

—¿Y tú por qué me hablas así? Tú fuiste quien me invitó a cenar, pero me dejaste encerrada en el baño por una o dos horas. ¿No debería ser yo la que esté enojada?

Alejandro se quedó en silencio, sin saber qué responder. Su semblante se oscureció aún más. No entendía por qué estaba tan irritado, ni por qué había metido a Luciana en el baño. Fue un acto impulsivo, y ahora, arrepentido, se sentía atrapado entre la culpa y la frustración.

Luciana suspiró, luego le sonrió con suavidad.

—Tranquilo, solo estaba bromeando, no estoy enojada. En esa situación, entiendo que tu novia era la prioridad.

Ella tenía razón, pero, en términos estrictos, ella era su esposa, aunque solo fuera en nombre. Una relación complicada, imposible de simplificar.

Sin embargo, Alejandro no soltaba su muñeca.
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