Capítulo 423
—¿Fer?

¡Era Fernando!

—Luciana, ¿estás heri…? —Fernando no alcanzó a terminar; soltó un quejido ahogado, con el rostro crispado por el dolor.

El corazón de Luciana se contrajo de golpe, como si el tiempo se hubiera detenido.

—¡Luciana!

La voz de Simón irrumpió en la escena tan rápido como una flecha, respondiendo a los gritos de auxilio. En un abrir y cerrar de ojos, redujo al hombre que blandía el cuchillo.

—¡Quieto! ¡No te muevas!

Con un par de maniobras, lo tiró al piso, desarmándolo. La hoja, manchada de sangre, cayó al suelo. Simón sintió un escalofrío recorrerle la espalda. «Apenas me fui un minuto y ya pasa esto…»

—Luciana, ¿estás herida? —preguntó, mirando con urgencia de pies a cabeza.

—No, no soy yo… —respondió ella con semblante pálido, clavando la mirada en Fernando.

Él presionaba con fuerza su costado izquierdo, y la sangre se filtraba entre los dedos.

—Fernando, necesitas entrar de urgencia a una sala de operaciones. ¡Simón, ayúdame!

—¡Claro!

Con el caos de esos instantes
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