Capítulo 422
—Lo siento. Tienes todo el derecho a molestarme… Acepto tu castigo.

***

Al día siguiente, Luciana dormía plácidamente cuando sintió en su mano una extraña comezón.

—¿Qué…? —musitó con fastidio, parpadeando sin abrir del todo los ojos.

—¿Te desperté? —susurró Alejandro—. Ya me voy, pero quería ponerte otra vez la pomada. Cuando te levantes, por favor, procura aplicártela cuatro o cinco veces al día, ¿sí?

—¡Qué fastidio! —se quejó Luciana, cubriéndose la cabeza con la sábana.

Alejandro solo pudo soltar una sonrisa cansada, con un deje cariñoso. Ya había descubierto que Luciana, mientras más cansada estuviera, peor humor podía llegar a tener.

—Tranquila, no te molesto más. Sigue durmiendo.

Cuando volvió a abrir los ojos, eran más de las diez de la mañana. Aquella jornada, Luciana no tenía un turno formal en el hospital; solo le tocaba entregar unos documentos. Se preparó rápidamente y permitió que Simón la llevara en auto hasta la clínica.

Allí, entregó la documentación y su compañero, e
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