Capítulo 370
—¿Te llevo directo a la cama?

—Ajá —admitió Luciana. Ya le dolían los pies, y total, ¿qué más daba?

La depositó en el colchón y ella se desperezó, frotándose la zona lumbar.

—Lo ves, todo tu culpa…

—Sí, toda mía —contestó él con una risita socarrona, encogiéndose de hombros.

—Entonces, si no vas a echarte, ayúdame un poco. Me duele la espalda.

Si tenía que cargar con la fama de “marido a las órdenes de su mujer”, pues lo haría bien. Sin protestar, Alejandro se sentó a su lado y empezó a masajearle la zona lumbar con movimientos firmes:

—Tal vez no sea tan bueno como tú en esto, pero puedo al menos ayudar un poco.

—Mmm… sí, justo así… —susurró Luciana, cerrando los ojos con alivio, como un pequeño gato amodorrado.

Sin darse cuenta, se quedó dormida. Cuando volvió a abrir los ojos, casi era mediodía. Se levantó de un salto, con el corazón en la garganta.

—¿Por qué no me despertaste? —le reclamó a Alejandro, quien la observaba con toda tranquilidad.

—Ya sabes cómo es esto: si te despierto
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