Capítulo 373
—¿Eh? —Se giró y descubrió a Salvador. Por un segundo, sus ojos se iluminaron, mas enseguida parpadearon con desconfianza. Ni siquiera era alguien que conociera a fondo; a lo sumo, lo había “ubicado” desde la boda.

Salvador, al ver su reacción, se preguntó qué pasaría por su mente. Sin mediar palabra, notó la situación: cocos abiertos, necesidad de pago y cero celular para escanear.

—¿Se te olvidó el teléfono, verdad? —dijo él, con un atisbo de diversión en su voz.

—… —Martina lo miró, pensativa, y acabó asintiendo con cierto aire de vergüenza. Luego, juntando valor, preguntó:

—¿Podrías…? ¿Te importaría prestarme para pagar los cocos? En cuanto regrese por mi celular, te transfiero o te devuelvo el dinero.

Salvador hizo como que lo pensaba muy seriamente. No era un gran gasto y, si quisiera, podría comprarle no solo el coco sino toda la playa. Pero esa “bolita de arroz” (así la apodó en su mente), con su carita redondeada, le resultaba curiosa y quería molestarla un poco.

—Mmm… Podría
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