Capítulo 334
Sin embargo, le indicó al gerente que se retirara por un momento:

—Deje que lo discutamos.

El gerente, muy prudente, salió de la habitación. Entonces Alejandro alzó un poco el mentón y se volvió hacia Luciana:

—Aparte de Martina, ¿tienes alguna amiga cercana? Recuerdo que mencionaste a alguien de tu mismo departamento, ¿no?

Luciana tardó un par de segundos en reaccionar, incrédula:

—¿Estás pensando en buscarme una dama de honor?

—¿No es lo usual? —replicó Alejandro, arqueando una ceja—. Primero define cuántas quisieras tener para que yo organice a mis padrinos…

Pero Luciana lo interrumpió con una sonrisa que no llegaba a sus ojos:

—Ya te lo dije: no necesito damas de honor. No voy a tener ninguna.

¿Para qué querría una dama de honor? Conociendo el carácter de Martina, aparecería con lágrimas en los ojos. Mejor evitar ese drama.

Alejandro la miró con el ceño cada vez más marcado. La vez anterior, Luciana reconoció que estaba siendo indiferente y, de paso, lo acusó a él de hacer lo mismo
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