Capítulo 336
El lugar entero se llenó de gritos y murmullos, creando un gran alboroto. El falso empleado de limpieza que había raptado a Luciana quedó perplejo. «¿No la había drogado con éter? ¿Cómo se despertó tan rápido?», pensó, sorprendido de que la sustancia no surtiera efecto.

—¡Alguien avise a seguridad! —gritó una voz.

Varias personas corrieron hacia Luciana para ayudarla.

—¿Estás bien? ¿Dónde está la persona que te hizo esto?

Alejandro corría en dirección a la zona donde había escuchado el alboroto. A la distancia, notó la aglomeración de gente y, en el centro de todo, vislumbró a Luciana tirada en el suelo.

Los guardias de seguridad del hotel también llegaron enseguida.

—¡Señor Guzmán! —lo llamaron, nerviosos.

Él les dirigió una mirada helada.

—¿Qué hacen parados? ¡Atrapen a ese desgraciado! ¡Quiero ver a mi esposa sana y salva, ahora mismo!

El individuo que fingía ser personal de limpieza, al verse descubierto, salió corriendo. Pero no tenía ayuda y, a plena luz, no podía competir con el
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