Capítulo 337
Cuando Alejandro llegó a la habitación de hospital, descubrió que su abuelo Miguel aún seguía despierto.

—¿A esta hora por aquí? Se supone que deberías estar en Isla Minia, acompañando a Luciana.

—Ella está descansando —respondió Alejandro, y al mencionar a Luciana, sus facciones se suavizaron de inmediato—. Dentro de un rato volveré con ella.

—Entonces, ¿qué te trae por aquí? —inquirió el abuelo.

—Abuelo, alguien intentó secuestrar a Luciana —soltó Alejandro sin rodeos—. Si no fuera porque actuó con astucia, se la habrían llevado.

—¿Qué? ¡No puede ser! —La expresión de Miguel se tensó, y sus ojos brillaron con furia—. ¡Tienen agallas! Salen con artimañas repugnantes una tras otra.

Al oír esas palabras, a Alejandro le quedó casi claro que lo que pasó con Mónica tiempo atrás no fue obra de su abuelo.

—Abuelo, ¿por qué te responsabilizaste de aquello con Mónica? ¿Acaso sabías quién estaba detrás?

Miguel titubeó, con gesto incómodo. ¿Cómo explicarle? Su único nieto había sufrido demasiado
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