Capítulo 27
Luciana se concentró en su trabajo, examinando la herida sin mirarlo a él.

Alejandro no pudo evitar preguntar:

—¿Estás enojada conmigo?

—¿Eh? —Luciana se detuvo un segundo, confundida—. ¿Enojada? ¿Yo? ¿Contigo? No, ¿por qué lo estaría?

Su voz sonaba tranquila, casi indiferente. Alejandro suspiró aliviado.

—Mejor así.

Luciana aún no entendía del todo, pero tampoco preguntó más. Se inclinó para revisar el tubo de drenaje de la herida.

Alejandro, incómodo con el silencio, preguntó:

—¿Cuándo podrán quitarme este tubo? Es muy incómodo llevarlo.

—No tan pronto —respondió Luciana—. En pocas palabras, necesitamos que salga todo lo que pueda causar infección en tu abdomen. Si lo retiramos antes de tiempo, podría haber una infección severa.

Después de eso, volvió el silencio.

Alejandro cerró los ojos a medias y murmuró:

—¿No tienes algo más que decirme?

—¿Eh? —Luciana se quedó perpleja, a punto de responder, pero Alejandro la interrumpió con un tono firme.

—No me refiero a la herida.

Luciana se
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