Capítulo 222
—¿Podemos ir… al bosquecito de allá?

—Está bien.

Era una tarde tranquila y el lugar estaba vacío. Alejandro no esperó más, sus ojos fríos como el hielo.

—¿Por qué no te quedaste en la villa Trébol? ¿Por qué no aceptaste la manutención? —Su voz era una mezcla de frustración y furia contenida.

Luciana parpadeó, un tanto sorprendida, y luego sonrió suavemente.

—Ya lo sabes todo, ¿verdad? —Dijo, masajeando su muñeca, algo resignada—. Te lo dije en el hospital, que no quería nada, pero como no aceptaste, no me quedó otra que actuar así. —Su voz se hizo más firme—. Te lo repito, Alejandro: no quiero nada.

—Luciana…

—Déjame terminar —lo interrumpió, su mirada titilando con una pizca de tristeza—. No puedo aceptar tu dinero.

Lo miró con una sonrisa suave pero fría.

—Primero, entre nosotros no hay amor, no hay nada de eso de que “me debas algo” —explicó, bajando la voz—. Segundo, mi hijo no es tuyo; tú no tienes ninguna obligación conmigo.

Alejandro sintió que el pecho se le encogía, un dolor q
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