Capítulo33
Exclamó Gabriela, bloqueando la puerta y mirándolo fijamente.

Al percatarse en ese momento de la presencia de Gabriela, Mateo se detuvo en seco. Su mirada se tornó cauta mientras saludaba con una voz contenida:

—Tía.

—¿Cómo te atreves a llamarme tía? —espetó Gabriela, incapaz de contener su indignación. Sin darle tregua, comenzó a reprenderlo: —¿Cómo puedes abandonar así a Lucía? ¿Acaso vas corriendo tras esa tal Camila, la amante tuya?

Mateo muy serio y contestó:

—Por favor, no creas en rumores. No vuelvas a decir esas cosas.

Al escuchar estas palabras, Lucía no pudo evitar esbozar una amarga sonrisa. Una vez más, Mateo salía en defensa de Camila, sin importar cual fuera la situación.

Gabriela insistió:

—Te conozco demasiado bien. ¿Quién más podría hacer que dejaras a Lucía de lado con tanta prisa? ¿Realmente, qué le pasa a esa mujer? ¿Está al borde de la muerte acaso? ¿No puede arreglárselas sin ti ni un solo momento? Hoy no te irás a ninguna parte. Te quedarás aquí para cuidar de
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