Capítulo40
Las palabras de la asistente sobresaltaron a los dos que estaban dentro. Mateo miró directo hacia la puerta y, al ver a Lucía parada allí, de inmediato soltó a Camila. Lucía, al ser descubierta, se sintió un poco desconcertada. Bajó con timidez la cabeza para evitar la mirada y comenzó a retroceder lentamente.

Al verla irse, Mateo se apresuró a seguirla:

—¡Lucía!

Lucía caminaba muy rápido, sin saber cómo enfrentar a Mateo. Pero él la alcanzó y la tomó de la mano. Lucía se dio la vuelta; sus ojos estaban enrojecidos y su mirada vacía se posó con tristeza en Mateo.

Mateo extendió la mano para limpiar con delicadeza las lágrimas de sus ojos, pero Lucía apartó la cabeza:

—Ve a cuidar de Camila, no te preocupes por mí.

—¿Qué haces en el hospital? —preguntó Mateo, ignorando sus palabras. —¿Te sientes mal? ¿O es que el sarpullido empeoró?

Intentó levantar la manga de su ropa para examinar en detalle su brazo. Esto hizo que Lucía se sintiera aún más dolida, y retiró con brusquedad su mano, n
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