Y, mis amores, ¿la están leyendo?
Capítulo 59 —Ni en un millón de añosNarrador:Nadia apenas había dado dos pasos cuando sintió el agarre firme de Massimo en su muñeca. No fue brusco, pero sí lo suficientemente fuerte como para impedirle seguir caminando.—¿Qué demonios significa eso de "me está empezando a gustar tu abuela"? —su voz sonaba peligrosa, baja y cargada de algo que Nadia no pudo identificar de inmediato.Ella giró lentamente, con la barbilla en alto, desafiándolo con la mirada.—Significa exactamente lo que dije. Me está empezando a gustar tu abuela.Los ojos de Massimo se entrecerraron, su agarre en su muñeca se afianzó.—Nadia…—¿Qué? —levantó una ceja, fingiendo inocencia —Es una mujer sensata. Inteligente. Tiene claro lo que quiere para ti… y no está perdiendo el tiempo.Massimo soltó una risa seca, pero su mandíbula estaba tensa.—Te estás divirtiendo con esto, ¿verdad?—Tal vez un poco.—Nadia… —la acercó un poco más, inclinándose hasta que sus rostros quedaron a escasos centímetros. Sus ojos oscuro
Capítulo 60 —Lo lograsteNarrador:Massimo condujo hasta el apartamento de Nadia en completo silencio. El ambiente dentro del coche era espeso, cargado de tensión. Ella no había dicho ni una palabra desde que había colgado la llamada con su abuela. Tampoco lo miró ni una sola vez.Cuando finalmente detuvo el auto frente al edificio, Nadia desabrochó el cinturón y salió sin siquiera despedirse. Ni una mirada, ni un “gracias”, ni un maldito gesto.Massimo sintió una punzada de irritación.¿De verdad iba a ignorarlo así?Apretó la mandíbula y la observó entrar al edificio con el cuerpo rígido, su melena ondeando tras ella, sin darle la más mínima importancia a su existencia. —Perfecto. Que se joda. —murmuróApretó el volante con fuerza y aceleró, tomando la carretera hacia la mansión. Necesitaba un trago… o diez.Al llegar, no le sorprendió encontrar a su abuela esperándolo en el salón, con una copa de licor en la mano y esa expresión calculadora que siempre tenía cuando planeaba algo.
Capítulo 1 —Completa y jodidamente, atractivoNarrador:La sala de la ONG estaba tranquila, con las sillas acomodadas en círculo mientras algunos de los asistentes iban llegando poco a poco. Nadia estaba allí, sentada en una de las sillas, con los dedos entrelazados sobre su regazo. No tenía idea de por qué había aceptado quedarse a la reunión cuando lo único que necesitaba era un trabajo, pero algo en la calidez de Ismael la había convencido. A su alrededor, los jóvenes iban tomando asiento, cada uno con sus propias historias, con sus propias cargas. Había una sensación de comunidad, de entendimiento tácito entre ellos, aunque Nadia aún no se sintiera parte de eso. Y entonces, la puerta se abrió de golpe. El impacto resonó en toda la sala, haciendo que todos giraran la cabeza al mismo tiempo. Dos hombres entraron. El primero, joven, con el cabello despeinado y la ropa desarreglada, forcejeaba inútilmente contra el agarre de quien lo traía a rastras. El segundo… Nadia sintió su estóma
Capítulo 2 — Sin hogar, sin destinoNarrador:La noche era espesa, el aire cargado de humedad y el asfalto aún retenía el calor del día. Nadia caminaba con pasos erráticos, su bolso colgando del hombro como un lastre, su ropa pegándose a su piel por el sudor frío que la cubría. No miraba atrás, no quería hacerlo. Si miraba atrás, tal vez se derrumbaría. No tenía a dónde ir. No tenía a quién llamar. No tenía nada. Solo el eco de aquella voz repugnante resonando en su cabeza.—Anda, bonita… ven a sentarte en la falda de papi, que quiere hacerte unos cariños…La bilis le subió a la garganta, pero la tragó de vuelta. No podía permitirse flaquear. No ahora. No cuando por fin había escapado.Había pasado toda su vida encerrada en un infierno del que parecía imposible huir. Una madre que no era más que una sombra vacía, con el aliento apestando a alcohol y los ojos nublados por la dependencia. Y él… ese asqueroso bastardo que la acechaba como un lobo esperando el momento perfecto para saltar
Capítulo 3 —Cincuenta por la tarde enteraNarrador:El amanecer pintaba el cielo de tonos naranjas y rosados mientras Nadia se incorporaba lentamente de la banca. Sus músculos protestaron con cada movimiento, su espalda rígida por haber dormido en una posición incómoda.—Bien, Nadia… sigues viva —susurró para sí misma, frotándose el rostro con las manos.Se enderezó y miró a su alrededor. La plaza todavía estaba tranquila, con algunos indigentes removiéndose bajo sus mantas improvisadas. El estómago le rugió con un vacío punzante. Tenía hambre. Y, más urgente aún, necesitaba un baño. Se puso en pie y comenzó a caminar. Tal vez encontraría algún lugar donde pudiera entrar al menos a lavarse la cara. Pero cada intento fue peor que el anterior.—No damos caridad aquí.—No puedes usar este baño.—Largo.Cada rechazo se sentía como un golpe directo a su dignidad. Finalmente, con la desesperación mordiéndole los talones, encontró una zona con arbustos altos y, con el rostro ardiendo de verg
Capítulo 4 — Cosas de chicasNarrador:El teléfono comenzó a vibrar en su mano, pero Nadia se quedó mirando la pantalla un instante antes de contestar. Sabía que era Ismael, y sabía que no dejaría de llamar hasta obtener una respuesta. Exhaló con resignación y deslizó el dedo por la pantalla.—¿Hola?—¿Dónde estás? —La voz de Ismael sonaba preocupada, casi exigiendo una respuesta inmediata —Te busqué en la ONG y desapareciste.Nadia cerró los ojos y apoyó la cabeza en el respaldo del sofá, sintiendo el peso de la culpa mezclado con el alivio de haber logrado escapar.—Tuve que irme —murmuró, sin muchas ganas de dar explicaciones.—¿Pero qué pasó? —insistió él —¿Estás bien?Podía imaginarlo con el ceño fruncido, mirando el móvil con esa expresión de desconcierto que ponía cuando algo no encajaba en su lógica.—Me descompuse.Hubo un silencio breve al otro lado de la línea.—¿Cómo que te descompusiste?Nadia giró la cabeza hacia la ventana, observando la calle silenciosa desde su escond
Capítulo 5 —EjecutivosNarrador:Nadia llegó temprano a la cafetería, con el cabello recogido en una coleta alta y la camisa blanca que Angelina le había dado la noche anterior. Se sentía extrañamente cómoda en ese lugar, como si poco a poco estuviera construyendo una rutina que no la hacía sentir tan perdida. Angelina la recibió con una taza de café caliente y una sonrisa breve antes de ponerla en marcha.—Hoy va a ser un día agitado —dijo mientras pasaba un paño por la barra —El salón privado está reservado para el almuerzo, así que necesito que lo dejes impecable.Nadia frunció el ceño.—¿Reservado?—Sí, un grupo de ejecutivos. Siempre vienen en plan de negocios, pero dejan buenas propinas si están contentos.Nadia asintió, tomando un trapo y un balde con agua.—Entendido.Caminó hasta el salón privado, un espacio más elegante dentro de la cafetería, con una gran mesa de madera y sillas acolchonadas. Las ventanas dejaban entrar la luz del sol, y el aire olía a madera pulida y café
Capítulo 6 —Me tenías preocupado...Narrador:Nadia salió del salón privado con el estómago revuelto, sintiendo el peso de la mirada de Massimo aún clavada en su piel. Caminó con pasos rápidos hacia la cocina, dejando caer la libreta sobre la mesa de trabajo sin siquiera mirar a Darío.—Aquí están los pedidos —murmuró con voz tensa.Darío, que estaba organizando los platos en la parrilla, levantó la vista y frunció el ceño.—¿Te pasa algo?—No… solo necesito un minuto. —Antes de que pudiera responderle, Nadia ya había salido de la cocina y se dirigía al baño. Entró apresurada y cerró la puerta tras de sí, apoyándose contra la madera con el corazón desbocado. —Mie*rda, mie*rda, mie*rda.Había pasado demasiado rápido, pero cada detalle seguía vibrando en su memoria: el roce de sus dedos cuando él le entregó la pluma, la forma en que su voz se deslizó por su oído cuando le susurró esas palabras.“Por lo que veo, llegaste bien a casa la otra noche. Me tenías preocupado”Su estómago se ret