Capítulo 40 —¿Cuatro...???Narrador:Massimo llegó a la mansión con la mandíbula tensa y los nudillos blancos de tanto apretar el volante.El silencio del camino de regreso no había hecho más que empeorar su estado. Su cuerpo ardía, su mente estaba en un bucle constante entre la furia, el deseo y la frustración. Se sentía al borde de la locura.Cuando vio que Nadia entraba en el edificio y era recibida por el guardia de seguridad, aceleró sin pensarlo. No podía quedarse ahí. No podía seguir mirándola.No podía seguir deseándola de esta manera.Al entrar en la mansión, las luces estaban bajas. La abuela debía estar descansando y Luca, Dios sabía dónde. Mejor, no quería ver a nadie.Subió las escaleras con pasos pesados, su camisa aún desprendía el leve aroma de su perfume, mezclado con la fragancia floral de ella.Entró en su dormitorio, cerrando la puerta de un golpe. Se quitó la chaqueta y la tiró a una esquina, aflojándose la corbata con desesperación.Tenía que sacarla de su cabeza
Capítulo 41 —Te da miedo sentirNarrador:Massimo no la soltó. No podía. Tenía la cintura de Nadia bien sujeta contra su cuerpo, sintiendo cada estremecimiento, cada temblor que la recorría. Su piel ardía contra la suya, incluso a través de la tela de la ropa.Ella respiraba rápido, como si quisiera controlarse, pero su cuerpo hablaba otro idioma.Massimo inclinó la cabeza y rozó su nariz contra su cuello. La escuchó jadear bajito, su pecho subiendo y bajando con agitación. Sonrió contra su piel, disfrutando de su lucha interna.—Sigues temblando —murmuró con voz grave, dejando que su aliento caliente se estrellara contra su cuello desnudo.Nadia tragó saliva.—Massimo…Pero su advertencia fue apenas un susurro, un intento débil de resistencia que él ignoró por completo.Se acercó más, sus labios apenas rozando su piel, apenas una caricia de fuego contra su clavícula. Y entonces, sin prisa, sin apuro, deslizó su boca más abajo, besando el punto justo donde su cuello se encontraba con
Capítulo 42 —Castigo y rendiciónNarrador:Massimo estacionó el coche con un movimiento brusco, los nudillos blancos sobre el volante, la respiración entrecortada. Desde allí, con una vista perfecta del bar de la esquina, podía verla. Nadia, Riendo, con él; Ismael; el de la ONG.El hombre estaba inclinado hacia ella, con esa confianza que solo tenía alguien que se sabía cercano. Demasiado cercano.La ira subió en su pecho con una fuerza tan violenta que sintió el sabor metálico de la rabia en la boca.¿Qué carajos hacía ella con él?Massimo entró al bar con pasos firmes y mirada afilada, su rostro una máscara de calma absoluta. Pero por dentro… por dentro, estaba hirviendo.La vio de inmediato. No podía no verla. Nadia estaba sentada en una mesa pequeña, la luz tenue resaltando su piel pálida y el brillo de su cabello suelto. Estaba relajada, con una leve sonrisa mientras hablaba con él. El tipo hablaba con gestos tranquilos, inclinado levemente hacia ella, como si tuviera derecho.M
Capítulo 1 —Completa y jodidamente, atractivoNarrador:La sala de la ONG estaba tranquila, con las sillas acomodadas en círculo mientras algunos de los asistentes iban llegando poco a poco. Nadia estaba allí, sentada en una de las sillas, con los dedos entrelazados sobre su regazo. No tenía idea de por qué había aceptado quedarse a la reunión cuando lo único que necesitaba era un trabajo, pero algo en la calidez de Ismael la había convencido. A su alrededor, los jóvenes iban tomando asiento, cada uno con sus propias historias, con sus propias cargas. Había una sensación de comunidad, de entendimiento tácito entre ellos, aunque Nadia aún no se sintiera parte de eso. Y entonces, la puerta se abrió de golpe. El impacto resonó en toda la sala, haciendo que todos giraran la cabeza al mismo tiempo. Dos hombres entraron. El primero, joven, con el cabello despeinado y la ropa desarreglada, forcejeaba inútilmente contra el agarre de quien lo traía a rastras. El segundo… Nadia sintió su estóma
Capítulo 2 — Sin hogar, sin destinoNarrador:La noche era espesa, el aire cargado de humedad y el asfalto aún retenía el calor del día. Nadia caminaba con pasos erráticos, su bolso colgando del hombro como un lastre, su ropa pegándose a su piel por el sudor frío que la cubría. No miraba atrás, no quería hacerlo. Si miraba atrás, tal vez se derrumbaría. No tenía a dónde ir. No tenía a quién llamar. No tenía nada. Solo el eco de aquella voz repugnante resonando en su cabeza.—Anda, bonita… ven a sentarte en la falda de papi, que quiere hacerte unos cariños…La bilis le subió a la garganta, pero la tragó de vuelta. No podía permitirse flaquear. No ahora. No cuando por fin había escapado.Había pasado toda su vida encerrada en un infierno del que parecía imposible huir. Una madre que no era más que una sombra vacía, con el aliento apestando a alcohol y los ojos nublados por la dependencia. Y él… ese asqueroso bastardo que la acechaba como un lobo esperando el momento perfecto para saltar
Capítulo 3 —Cincuenta por la tarde enteraNarrador:El amanecer pintaba el cielo de tonos naranjas y rosados mientras Nadia se incorporaba lentamente de la banca. Sus músculos protestaron con cada movimiento, su espalda rígida por haber dormido en una posición incómoda.—Bien, Nadia… sigues viva —susurró para sí misma, frotándose el rostro con las manos.Se enderezó y miró a su alrededor. La plaza todavía estaba tranquila, con algunos indigentes removiéndose bajo sus mantas improvisadas. El estómago le rugió con un vacío punzante. Tenía hambre. Y, más urgente aún, necesitaba un baño. Se puso en pie y comenzó a caminar. Tal vez encontraría algún lugar donde pudiera entrar al menos a lavarse la cara. Pero cada intento fue peor que el anterior.—No damos caridad aquí.—No puedes usar este baño.—Largo.Cada rechazo se sentía como un golpe directo a su dignidad. Finalmente, con la desesperación mordiéndole los talones, encontró una zona con arbustos altos y, con el rostro ardiendo de verg
Capítulo 4 — Cosas de chicasNarrador:El teléfono comenzó a vibrar en su mano, pero Nadia se quedó mirando la pantalla un instante antes de contestar. Sabía que era Ismael, y sabía que no dejaría de llamar hasta obtener una respuesta. Exhaló con resignación y deslizó el dedo por la pantalla.—¿Hola?—¿Dónde estás? —La voz de Ismael sonaba preocupada, casi exigiendo una respuesta inmediata —Te busqué en la ONG y desapareciste.Nadia cerró los ojos y apoyó la cabeza en el respaldo del sofá, sintiendo el peso de la culpa mezclado con el alivio de haber logrado escapar.—Tuve que irme —murmuró, sin muchas ganas de dar explicaciones.—¿Pero qué pasó? —insistió él —¿Estás bien?Podía imaginarlo con el ceño fruncido, mirando el móvil con esa expresión de desconcierto que ponía cuando algo no encajaba en su lógica.—Me descompuse.Hubo un silencio breve al otro lado de la línea.—¿Cómo que te descompusiste?Nadia giró la cabeza hacia la ventana, observando la calle silenciosa desde su escond
Capítulo 5 —EjecutivosNarrador:Nadia llegó temprano a la cafetería, con el cabello recogido en una coleta alta y la camisa blanca que Angelina le había dado la noche anterior. Se sentía extrañamente cómoda en ese lugar, como si poco a poco estuviera construyendo una rutina que no la hacía sentir tan perdida. Angelina la recibió con una taza de café caliente y una sonrisa breve antes de ponerla en marcha.—Hoy va a ser un día agitado —dijo mientras pasaba un paño por la barra —El salón privado está reservado para el almuerzo, así que necesito que lo dejes impecable.Nadia frunció el ceño.—¿Reservado?—Sí, un grupo de ejecutivos. Siempre vienen en plan de negocios, pero dejan buenas propinas si están contentos.Nadia asintió, tomando un trapo y un balde con agua.—Entendido.Caminó hasta el salón privado, un espacio más elegante dentro de la cafetería, con una gran mesa de madera y sillas acolchonadas. Las ventanas dejaban entrar la luz del sol, y el aire olía a madera pulida y café