El día había iniciado de una manera brillante, feliz y cantarina, quien diría que por la noche se convertiría en un infierno.
Secuestrada por el desquiciado de mi ex novio quien había asesinado a mi guardaespaldas con quien recientemente había fijado un buen lazo, su cuerpo chocando contra la pared del pasillo, cayendo en cámara lenta. Al final Jasón también había resultado tener el mismo final que Héctor y mi cuerpo aún tenía su sangre.
Luchaba duramente contra mi estado de shock, no debía entrar en ese estado, no hasta que todo esto terminase, mi cerebro punzaba contra mi cráneo, lo sentía pesado, demasiado pesado.
Dos desmayos en poco tiempo, uno en el ataque fallido de Jasón y otro provocado por el golpe tan fuerte que me había dado ese bastardo, sí que los hombres sabían dónde pegar.
Ahora, pequeños
Mi hombro chocó con una puerta de metal, solté un jadeo.—David… ¿Dónde me llevas? —escupí las palabras.—Te he dicho que ha dar un paseo—tiró de mi brazo hacia la izquierda, perdiéndonos en un pasillo donde enormes contenedores grasientos de carga estaban apilados como cadáveres, inertes, vacíos, sin nada.—Tienes que soltarme…yo puedo ayudarte David, de verdad puedo ayudarte, pero tienes que dejarme ir…—¡Cállate! —gritó, solté un jadeo cuando su agarre se hizo más fuerte—y deja de llamarme de una puta vez David.—Pero…ese es tu nombre—protesté.—¡No! —gritó y di un respingo— no lo es—apretó la mandíbula— mi nombre es Darién Rinaldi—pegó su boca en mi oído y su cuerpo
A lo lejos escuchaba mucho ruido, lejano…El mundo a mi alrededor se movía y la imagen de Leonard poco a poco fue desapareciendo, mi mente estaba muda, haciendo que mi visión se proyectara como una película antigua, de repente había mucha gente, muchas luces de colores, alguien me hablaba, estaba envuelta en los brazos de alguien, intenté quejarme, pero las palabras nunca salieron, era como si todo se hubiese desconectado, terminé envuelta en una manta y recostada en una fría camilla.Mi mente se había colapsado y como autodefensa había dejado solo la visión y no estaba muy segura si la respiración seguía en automático, las imágenes eran confusas, lejanas.Uno de los paramédicos, creo que me estaba hablando, me metió a la boca una pastilla e hizo que me la tragara, que, gracias al cielo, no tardó mucho en hacer efecto, apagándome p
Todo era como estar flotando sobre la nada, en un suave e imperceptible cojín que me mecía, presentí que era yo porque, de alguna manera llevé las manos a mi casa y ahí estaban, pálidas y brillantes, al moverlas parecía que se trataba de un espectro, un fantasma blanquecino del cual el tiempo estaba confuso, no podía ser… ¿estaba muerto?Oh no, maldición ¿Qué había hecho?Traté de recordarlo, pero no pude.No lejos de mí, entre aquella oscuridad comenzó a aparecer una nube de extraños colores, parecía una especie de nebulosa, puntos luminosos como estrellas aparecieron junto a esa nebulosa que comenzaba a moverse o quizá yo me movía, cada vez más cerca, podía, ligeramente escuchar una especie de campanillas, entonces llegué ante ella, no podía quitarle la vista de encima, de en medio de est
Pensé que, cuando el amor había tocado mi puerta, era para siempre. Es una cuestión muy ingenua, pero lo era así cuando conocí a Jasón.Tenía diecisiete años y acababa de graduarme del internado para señoritas de Santa Catalina en Provenza, Francia. Después de eso, mis padres decidieron que debía mudarme con ellos en Montreal, Canadá. Fue cuando conocí a Jasón, el dueño de mi joven corazón. Atractivo, un rebelde sin causa, cantante y con una Davison donde me llevaba a recorrer las calles portuarias de Montreal y todos sus bares.Estaba completamente enamorada del chico malo, ese que me prestaba atención, se saltaba las clases para verme, me llevaba a sus conciertos y que fue mi primera vez. Sinceramente, una no se da cuenta de las cosas “malas” de una relación, simplemente sucede, y las situaciones se escapan de las manos. Creí que el amor era lindo, que todo era hermoso, diferente, que siempre tendría ese cosquilleo en el estómago cada vez que lo veía llegar en su motocicleta por mí
Creí que lo más difícil había pasado, pero no fue así.Jasón hizo público nuestra ruptura, sus miles de seguidoras comenzaron a llenar mis redes con mensajes de odio. Pasé el resto de ese día con mi celular apagado. Nunca me imaginé que debía lidiar con algo como esto.Por Jasón dejé de lado tantas cosas. Debía recuperarlas, como mi vida. Respiré hondo cuando tomé la manija de la puerta de cristal, la decisión había sido tomada, y no habría marcha atrás.Entré, con aire decidido, las trabajadoras, incluso las clientas del lugar me miraron, era una mescla de sorpresa y un poco de horror, tal vez por mi apariencia. Esta mañana me había visto como un cadáver, incluso mis ropas no eran dignas para salir a la calle. Una valiente mujer se acercó a mí.— ¿Puedo ayudarla en algo, señorita?Le sonreí con entusiasmo y un poco de lágrimas en los ojos.Mi madre solía decirme que cuando teníamos problemas, lo mejor era siempre sacar la tarjeta de crédito. Vaya que solucionaba problemas y te hacía
Le indiqué a Erik que me llevara a casa, a la casa de mis padres, la villa Vial. TMi ama de llaves, mi nana Muriel, me recibió con un gran abrazo.—Sabía que te tendría de regreso— lloró un poco y se separó de mí para observarme, sus ojos se hicieron pequeños—. Pero mi niña ¿qué te …?—Es un nuevo cambio, ¿te gusta?Me miró por un segundo no comprendiendo muy bien, pero después sonrió complacida.—Te ves hermosa.Al entrar a la casa me recibió el olor de Eclairs recién salidos del horno.—Esos son…—Erik no se demoró con la noticia de que vendrías y Raphael se ha puesto manos a la obra para hacer tu dulce favorito— sonrió Muriel con mucho entusiasmo.Una punzada de culpa cruzó mi pecho, no solo había herido a mis padres al irme de casa, sino también a ellos.—¿Qué esperamos entonces? —le devolví la sonrisa. Estaban tan ansiosos de ponernos al tanto de muchas cosas, además de que, querían saber si lo de romper con Jasón había sido real y definitivo.Después, Muriel me acom
Borrachas, como estabamos, nos encontramos en medio de la calle del departamento de Jasón, con tres botellas semi vacías.—Ese es el coche del maldito—apunté tambaleante.—Esto va a hacerlo encabronar—se mofó Jade.Las tres soltamos pequeñas carcajadas, Rose hizo ademán de callarnos, mientras la veía tambalearse un poco.—Sh…—Jade le dio un trago a la botella—, ¿segura que traemos todo?— pedazos de venda y un encendedor.—Listo.— ¿Entonces qué hacemos? —preguntó Rose, mientras le daba otras miraditas al auto y a la calle, no había nadie.Jade me tendió la botella, engullí un pedazo de venda, tragué en seco—Esto—arrojé la botella en el parabrisas del auto de Jasón que se estrelló y empezó a flamear. A mi otro lado, Rose me tendió su botella, sin pensarlo dos veces la arrojé; esta hizo mayor impacto en el Camaro negro, este comenzó a sonar ruidosamente.— ¡Mierda la alarma, vámonos! —gritó Rose.Y juntas corrimos por nuestras vidas hasta otra calle. Mi corazón no paraba de latir con
—¿Cómo pudieron encontrarnos? —masculló Rose preocupada, estaba casi hecha un ovillo en la banca metálica—. Se supone que corrimos para que no nos vieran. Jade por otro lado se había acostado en la otra, con los brazos tras la cabeza.—Rose, no digas nada sobre eso, pueden escucharte.—Lo siento.Intenté ver tras los barrotes por el pasillo de mala muerte, solo podía escuchar el bullicio de las oficinas, frente a nosotras había una celda vacía, pero a lado había otras mujeres, prostitutas para ser exacta. —Ya cállense muñequitas—gritó una de ellas, hacia muchos ruidos con la boca, no habían parado de ofendernos desde que llegamos.—¡Ya me tienes harta! —Jade saltó de su lugar y se abalanzó hasta el límite de la celda que colindaba con la de las prostitutas.Corrí hasta ella para tomarla del brazo y jalonearla.—No tienes que sobajarte a su nivel.—Miren quien habla, la zorrita que abandonó a Jasón Preston, no eres más que una basura.Vamos Ady, piensa en la biblia. No te reb