Borrachas, como estabamos, nos encontramos en medio de la calle del departamento de Jasón, con tres botellas semi vacías.
—Ese es el coche del maldito—apunté tambaleante.
—Esto va a hacerlo encabronar—se mofó Jade.
Las tres soltamos pequeñas carcajadas, Rose hizo ademán de callarnos, mientras la veía tambalearse un poco.
—Sh…—Jade le dio un trago a la botella—, ¿segura que traemos todo?— pedazos de venda y un encendedor.
—Listo.
— ¿Entonces qué hacemos? —preguntó Rose, mientras le daba otras miraditas al auto y a la calle, no había nadie.
Jade me tendió la botella, engullí un pedazo de venda, tragué en seco
—Esto—arrojé la botella en el parabrisas del auto de Jasón que se estrelló y empezó a flamear.
A mi otro lado, Rose me tendió su botella, sin pensarlo dos veces la arrojé; esta hizo mayor impacto en el Camaro negro, este comenzó a sonar ruidosamente.
— ¡Mierda la alarma, vámonos! —gritó Rose.
Y juntas corrimos por nuestras vidas hasta otra calle. Mi corazón no paraba de latir con rapidez, con la adrenalina haciendonos gritar y soltar risotadas. Nos escondimos en uno de los callejones, para asomarnos después a contemplar la grandiosa escena.
Muchas personas comenzaron a salir de sus departamentos, unos cuantos gritos comenzaron, vimos como Jasón salía gritando como un loco enfurecido, nos tapamos las bocas para no soltar las carcajadas.
Las personas a su alrededor ya habían llamado a los bomberos, el auto crujía consumiéndose por las llamas, hasta que explotó.
Jasón salió volando cayendo de espalda, mientras que las personas a su alrededor corrían para alejarse de ese lugar.
—¡Mierda! —chillé—¡lo matamos!
—¡Hay, no, no quiero ir a la cárcel! —gritó Rose comenzando a hiperventilar.
—Nadie va a ir a ningún lugar—Jade nos tomó a ambas por los hombros.
A la lejanía sonidos me hicieron estremecer, el alcohol definitivamente se había bajado.
— ¡La policía! —chilló Jade—, vámonos de aquí ahora, Ady, deja eso.
Tomó mi botella y la arrojó a la pared de la calle, huimos por el callejón y descubrimos del otro lado a un taxista dormido.
Jade se adelantó para dar unos golpecitos al cristal, el taxista se despertó algo alarmado y rápidamente bajó su ventanilla.
—Buenas… ¿Madrugada? Señoritas—dijo con voz rasposa.
Este reparó en nuestros atuendos y sonrió anchamente, como si se hubiera ganado la lotería, tres hermosas chicas en minifaldas y tacones altos con unas cuantas copas de más.
— ¿Podría llevarnos al club Real? —se apresuró Jade a decir.
— ¿Qué? ¿A un club? —pregunté asustada.
—Cariño, déjate llevar— dijo Rose tomando mi mano y balanceando las caderas, aun borracha.
—¿Pero qué rayos te pasa, tú no eres así? —recriminé hacia Rose.
—Creo que es el alcohol—sonrió ella de manera boba.
—Claro que si señoritas, las llevaré a donde quieran—intervino el taxista, completamente embelesado—, súbanse.
El taxista se dio vuelta y pronto pasamos por la calle frente a la de Jasón; había personas ya reunidas tratando de apagar el fuego, y ahí dando vueltas como desesperado estaba Jasón gritando por teléfono, al menos no había muerto el infeliz.
—Cielos— dijo el taxista—, ¿Qué clase de maldito desquiciado haría eso?
—Uno muy loco diría yo— le contestó Jade con seriedad.
Miramos, calladas como el fuego consumía el auto de Jasón mientras cruzábamos la avenida.
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Ahora tratando de abrir los ojos sentí que mi cuerpo era pesado, la habitación daba vueltas y me sentía aturdida.
—Hum…
Escuché roncar a alguien a lado de mí, traté de abrir los ojos y enfocar la vista. Traté de incorporarme, pero sentía el cuerpo extraño como entumecido, sentía un gran malestar, el estómago algo revuelto.
Una maraña de cabellos negros súper rizados sobresalían de las sabanas de seda verde, fijé la vista con más detalle a mi alrededor, no cabía duda, era la habitación de Rose.
La puerta se abrió despacio, una Rose pálida se tambaleaba con una bandeja de tazas humeantes.
— ¡Ah! Al fin despiertas—dejó la bandeja en la mesita de noche.
— ¿Qué hora es? ¿Qué paso? —la garganta me ardía, tomé mi cabeza entre las manos.
—Bueno, digamos que anoche nos pusimos muy locas.
—Pero ¿qué hicimos?
—Por suerte, querida, no bebí demasiado—me extendió una taza y una pastilla.
Me senté en la cama y ese acto hizo que mi estómago se removiera con tal fuerza que me levanté rápidamente y corrí al baño. Tenía el estómago tan revuelto que mi abdomen dolía, vacié todo.
Regresé a encontrarme con Rose que ya había levantado a Jade.
— ¿Cómo está mi pequeña guerrera? —la morena sonrió, le sopló a su taza y bebió.
— ¿Pequeña guerrera? —le devolví la sonrisa, arrastré mis pies de nuevo a la cama— ¿De qué hablas?
—Jade, no creo que sea el momento—le reprendió Rose extendiéndome la taza y la pastilla de nuevo, los tomé sin dudarlo.
—Ya díganme—intenté no moverme mucho, pues aún estaba mareada—, ¿qué paso?, solo recuerdo que fuimos a la casa de Jasón y… ¡No puede ser! ¿Hicimos lo que creo que hicimos?
— ¿Prenderle fuego al auto del imbécil ese? —se burló Jade, mientras sorbía su té—, sí, lo hicimos.
Sopesé las opciones de hacer una escenita, pero la verdad es que había estado de acuerdo con ello.
—Este té está delicioso ¿de qué es? — pregunté.
—Manzanilla y lavanda—contestó Rose con una sonrisa, aunque parecía un poco tensa.
Rose siempre ha sido un libro abierto, y es difícil para ella ocultar las cosas.
—Ok, ya díganme ¿qué paso anoche? —las miré entrecerrando los ojos.
Jade y Rose se miraron, Rose se aclaró la garganta.
—Bueno… llegamos al club—comenzó.
—Te pusiste a bailar como si no hubiera un mañana—continuó Jade.
—Entonces un tipo se te acercó—ahora fue Rose.
—Y bailaste con él, déjame decirte que estaba muy bueno, y no lo soltaste para nada—ahora Jade.
—Te perdimos por un momento, simplemente fue un momento—casi se excusó Rose.
—Y le estabas limpiando la garganta al tipo—siguió Jade con una mirada pícara.
— ¡No puede ser! —dije avergonzada y maldije al alcohol.
—Te vimos… muy contenta con ese hombre—comenzó Rose.
—Y te íbamos a dejar, pero llegaron esas zorras—gruñó Jade, se arremangó su suéter, dejando ver su brazo con un par de rasguños—. Hubieras visto como quedó la otra.
—Una de ellas se te abalanzó—explicó Rose—, decía que le estabas robando a su hombre, aunque el tipo trababa de calmarla, le dijiste que no era tu culpa que lo hubiera dejado y te le lanzaste a golpearla.
—Por supuesto que llevaba amigas y pues Rose y yo intervenimos, aunque no tengo que decirte que terminé golpeando a las otras—le lanzó una miradita burlona a Rose.
—Pero si me alcanzó a golpear—dijo Rose mientras se recogía el cabello, tenía una mancha roja hinchada en la mejilla y un moretón entre el cuello y la clavícula—, por eso Jade se lanzó por completo a las dos.
—Mientras el tipo te separaba de la otra mujer y llamaba a los de seguridad para que se las llevaran, tuviste suerte, al parecer le gustaste mucho—Jade me guiñó el ojo.
—Entonces decidí que era hora de irnos—Rose—, las conduje hasta la salida, pero el hombre se ofreció a llevarnos, decía que nos quería compensar por lo que había sucedido, nos trajo hasta aquí y dijo que nos invitaba a una fiesta está noche—continuó diciendo, pero ahora tomó un momento para pensar— ¡Por cierto! Dijo algo como “espero que esta vez no me dejes plantado”
—Pero no estoy segura de que lo conozcas a menos que nos hayas ocultado algo—apuntó Jade extendiéndole la taza vacía a Rose.
—Les juro que no recuerdo nada— admití tumbándome a la cama y tratando de ocultarme entre las almohadas.
—Bueno, quizá es de tu círculo social—comentó Rose con un poco de entusiasmo—, tal vez lo viste en unas fiestas de las que acostumbran tus padres, en realidad se veía de ese tipo porque tenía un coche muy genial y chofer, es probable que tenga mucho dinero.
—Que emocionante, Ady—decía Jade—, tener a un hombre de esos que te compré muchos lujos, me gustarían unas perlas y vestir siempre con Dior.
—Jade, tienes ropa de Dior—reproché.
—Sí, pero me gustaría mucho más.
—Bueno Ady no te presionaremos, pero sería grosero de nuestra parte declinar la invitación, tiene mucho tiempo que no vamos a una fiesta de alcurnia—decía Rose mientras abría su closet.
—Las llevaré de ahora en adelante a las fiestas de mis padres y mis hermanos —suspiré—, me daré una ducha— salté de la cama y me encerré en el baño.
Ahora sí te pasaste Audrey Vial, bien, no había marcha atrás, estaba hecho. Me miré en el espejo, tenía ojeras y piel pálida, mi cabello estaba completamente enmarañado, tenía los labios resecos, ¡Vaya! No había signos visibles de pelea. Tiré de mi suéter y ahí sí tenía; debajo de la costilla tenía un enorme golpe morado, giré para observar mi espalda ahí tenía otro, por suerte nada en el rostro, esto tenía arreglo.
Maldito alcohol.
No podía recordar bien aquella acción de anoche, la había pasado increíble y no lo recodaba, patalee el suelo de frustración.
¿Quién sería ese hombre?
Entonces cayó en mí la realidad, habíamos ido al club Real, el lugar exclusivo donde la prensa podría estar presente. Maldición, mis padres me van a matar si se enteran.
Dejé que el agua fría me refrescara la mente, debía ahora tratar de buscar información acerca de anoche, ninguna foto ni video que nos perjudicara. Con ese pensamiento me apresuré, salí del baño y mis amigas ya no estaban en el cuarto, se escuchaban ruidos en la cocina, me les uní.
—Es mi turno—anunció Jade mientras pasaba a mi lado y me propinaba una nalgada.
— ¡Auch!
—Estoy orgullosa de mi pequeña guerrera—decía mientras hacía una extraña danza.
—No sé si sentirme orgullosa—le confesé a Rose que me daba la espalda mientras se concentraba en servir unos panqueques.
—Lo prometido es deuda—canturreó mientras depositaba un plato de panqueques frente a mí.
—Se ve delicioso—le dije mientras tomaba el tenedor y cuchillo.
Sonrió mientras servía los de Jade y los suyos, me tendió un vaso de jugo de naranja y se sentó frente a mí.
— ¿Cómo te sientes? —preguntó cortado un pedazo y llevándoselo a la boca.
—Confundida—murmuré, tomando un sorbo a mi jugo —, tendré que lidiar con los paparazzi.
—No tienes nada de qué preocuparte—contestó muy segura de sí misma.
La miré suspicaz.
—Ya, sé que un escándalo más en la familia Vial no le irá tan mal, ya estoy escuchando a mi abuela, incluso a mi hermano.
Solo ensanchó su sonrisa.
—Travis no tendrá de que enterarse, ni tu abuela, ni tus padres, todo está arreglado—meneó la cuchara con mermelada.
—No te estoy comprendiendo—la miré entrecerrando los ojos.
Rose en silencio me extendió mi celular.
“Señorita Vial, espero que se encuentre en la mejor de las condiciones posibles, me he tomado la molestia de acallar a los paparazis, así que no tiene nada de qué preocuparse. Sin más, la espero esta noche junto con sus amigas, no olvide que ya me dejó plantado una vez y no aceptaré otro desplate de usted. Hasta la noche, Leonard Dómine”
Un escalofrío recorrió mi espalda, así que fue él anoche.
—Descubrimos el nombre de tu enamorado, solo tenemos que ir a esa fiesta, aunque tengo curiosidad ¿Cuándo ibas a salir con él?
—Ayer por la noche —resoplé, ya aclarando la mente.
—Que linda, preferiste estar con tus amigas que con ese hermoso monumento—me sonrió con ternura—. Espero que tenga unos amigos iguales de bombones que él.
—La verdad es que no lo conozco—declaré.
Rose abrió los ojos como platos.
—Pero si tal parece que sí.
—Solo lo conocí ayer cuando tomé un descanso en la terraza de Mesánychta.
—Entonces no lo conoces para nada, bueno… aunque le exploraste la…
—¡No me lo recuerdes! —chillé—. Ni siquiera recuerdo lo que sucedió, ahora no tengo idea de cómo lo veré, además ¿a qué clase de fiesta iremos?
Ella sonrió mientras se deslizaba por la pequeña sala y tomaba tres sobres con un sello dorado.
—Por suerte es un lugar que conoces, —me extendió los papeles y los tomé—, esto estaba bajo mi puerta, recomiendo que llames a Travis para que nos dé una mano.
—Rose ¿no se te hace sospechoso que estos sobres estén bajo tu puerta?
—Para nada, siempre me llega correspondencia de mi vecino, y por más que le digo que rectifique su dirección no lo hace.
—Rose, te he dicho que tu vecino intenta acostarse contigo.
—Oscar no es mi tipo, ¿lo has visto? siempre está con su amigo rarito y su celular apuntándote con su “amiga ¿harías esto por tanto dinero?” es un intento de influencer tonto.
—Pero debes admitir que está loquito por ti.
—Asco.
Leí el papel e hice una mueca, era la fiesta de gala de la empresa de mi familia, solté un suspiro fuerte, teníamos los pases, era obvio que yo podía pasar sin pase.
—Tengo una idea mejor—confesé, sabía que era mucho abusar de mi padre, pero ¿Qué más daba?
Una rápida llamada a mi padre para confesarle que tenía las intenciones de llevar a mis amigas a la fiesta de la empresa para explorar mi desempeño como casamentera, accedió con una carcajada y dijo que esperara la llamada de Travis.
Travis Silvian Vial tiene ya un puesto de vicepresidente. Ahora estaba ocupando temporalmente el de CEO, mientras mis padres disfrutaban de sus vacaciones por el mediterráneo.
Travis es una copia casi exacta de mí, los ojos color miel, salvo por el hecho de que es un poco gruñón, y tiene el cabello castaño. Es el primogénito y como tal accedió a entrar al mundo de los negocios con tal pasión que estaba por quedarse con el puesto de CEO.
Aunque él también no estuvo de acuerdo con la carrera que elegí, no tardó mucho en reflexionar y tratar de apoyarme, no accedí por supuesto, pero me rogó para que aceptara hospedarme en uno de sus departamentos.
Alguien tocó la puerta, fui a abrir, quizá era Oscar el vecino.
—¿Departamento de Rose Giordano?
Me congele, dos agentes estaban frente a mí, mirándome fríamente.
—¿Qué quieren?
—Ady ¿Quién es? —escuché los pasos de Rose, seguida por Jade, quienes soltaron un chillido de espanto.
—Rose Giordano, Jade de la Rivera y Audrey Vial, están bajo arresto por destrucción de propiedad ajena.
Mi celular sonó, contesté al segundo timbrazo.
—Hermanita, me alegra escucharte—era mi hermano, sonaba un poco cansado.
—Travis, necesito tu ayuda.
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NOTA DEL AUTOR:
Chiquillas, aqui les presento mi nueva novela, no tan nueva, es la primera que escribí así que es probable que tenga algunos fallos, la he editado, pero espero que le den amor y que amen a este trio de locas, por que yo las amo tanto.
—¿Cómo pudieron encontrarnos? —masculló Rose preocupada, estaba casi hecha un ovillo en la banca metálica—. Se supone que corrimos para que no nos vieran. Jade por otro lado se había acostado en la otra, con los brazos tras la cabeza.—Rose, no digas nada sobre eso, pueden escucharte.—Lo siento.Intenté ver tras los barrotes por el pasillo de mala muerte, solo podía escuchar el bullicio de las oficinas, frente a nosotras había una celda vacía, pero a lado había otras mujeres, prostitutas para ser exacta. —Ya cállense muñequitas—gritó una de ellas, hacia muchos ruidos con la boca, no habían parado de ofendernos desde que llegamos.—¡Ya me tienes harta! —Jade saltó de su lugar y se abalanzó hasta el límite de la celda que colindaba con la de las prostitutas.Corrí hasta ella para tomarla del brazo y jalonearla.—No tienes que sobajarte a su nivel.—Miren quien habla, la zorrita que abandonó a Jasón Preston, no eres más que una basura.Vamos Ady, piensa en la biblia. No te reb
—Le decía al señor Dómine que tenemos una residencia en Sicilia y otra en Provenza—continuaba mi hermano Nathaniel con voz socarrona—, pero que tú no la has visitado desde hace cinco años.Me encogí de hombros.—Prefiero visitar a la abuela.— ¿Y dónde vive su abuela? —pregunto Leonard.Sabía que ahora estaba entablando conversación.—París—dije tomado una copa donde había agua servida, aún no tocaba la comida—, además—hablé un poco más alto—, mi amiga Rose es de Sicilia, preferiría ir a visitar a su familia. Rose del otro lado carraspeó un poco, sorprendida porque ahora la conversación apuntó a ella y probablemente la había puesto incómoda.— ¿Es cierto eso señorita? —ahora preguntó el señor Bell. Y de pronto todos se unieron a una conversación sobre Sicilia, desde la procedencia de Rose en San Vito lo Capo y después nos enzarzamos en la nacionalidad de Jade, la mexicana que procedía desde las costas sinaloenses, pero había vivido muchos años en Veracruz, amba
Estoy deshecha, tengo enormes ojeras, me duele casi todo el cuerpo, la cabeza me va a explotar en cualquier momento, ya no sé si razono bien, siento que soy un zombi.Nunca creí que las últimas semanas de la universidad fueran demasiado intensas. Salgo hasta tarde del servicio todos los días, tengo que correr de una clase a otra, como hoy, estoy corriendo desde que me levanté, necesito entregar estos historiales clínicos para que al fin me den mi pasantía. Ni siquiera he podido pensar en mis cosas. Caminé con decisión hasta la oficina del profesor a cargo del servicio social, cargando conmigo las 35 carpetas impecables, listas y exclusivamente detalladas de los historiales a mi cargo. Los dejé en su escritorio, ese hombre sin corazón simplemente me miró y asintió para hacerme un ademán y marcharme. En estas ocasiones quería más que nada que mi apellido le cayera como un peso de plomo encima, pero yo solita me había buscado todo esto, además la rec
3 AÑOS DESPUÉSEl teléfono de mi escritorio sonó.—Dime, Yune—mi voz sonó arrastrada por el cansancio.—La paciente de las siete ha cancelado—dijo con un suspiro—, ¿Quieres que reagende?—Por supuesto—contesté quintándome los lentes y los dejé en el escritorio—. ¿Podrías traerme su archivo, por favor?—En seguida.Muy bien eso significaba que saldríamos temprano y que podría pasarla bien. Mi celular vibró con mensajes nuevos, rodeé los ojos, era él de nuevo. Observé los mensajes por la barra de notificaciones.Demian:¿Salimos hoy? Una parte de mí me decía que debía regresar a casa a descansar, pero otra era que quería quitarme el estrés, terminé por aceptar la propuesta. Una hora después Yune y yo terminamos el trabajo y nos dispusimos a salir.— Nos vemos mañana—le dije a modo de despedida. Fui al estacionamiento y me subí a mi jeep wrangler, regalo de papá. Mi bebé y yo nos trasladamos hasta el departamento de Demian. Él me esperaba con un ansi
La noche de la fiesta en la empresa Leonard y yo bailamos casi toda la noche, no volvimos a tocar el tema sobre lo sucedido en el club, simplemente fuimos nosotros, fuimos Audrey y Leonard, conociéndonos, me contaba sobre su familia y donde vivía. Nos encontramos enzarzados en una conversación como nunca antes la había tenido, me sentía tan cómoda y relajada, que la intensidad que antes me preocupaba se había esfumado.Él estaba en Montreal por negocios y esos negocios implicaban a la empresa Vial.—No puedo pasar mucho tiempo en Canadá—había dicho con nostalgia mientras miraba mi mano sobre la suya.Reflexioné sus palabras, en cualquier momento se podría ir.—Entiendo—dije mientras retiraba con lentitud mi mano.—Puedes viajar conmigo, si gustas—se apresuró a decir, retuvo mi mano y la sujetaba con fuerza. Pero me pareció que lo decía más por compromiso, quizá era de esperarse, tal vez estaba pensado incorrectamente cuando cavilé sobre el destino.—Es una buen
Había en mi vida bastantes situaciones vergonzosas, pero también algunas de las que me había salido con la mía de una manera eficaz. Como la vez en el internado cuando intenté fumar a escondidas en el baño, o cuando unas amigas me habían incitado a ver películas de terror (pese a que me daba pavor ver las películas de ese tipo), asistí. Entonces un novio de una de las chicas se había disfrazado de Freddy Krueger, con total terror le había lanzado una botella en la cabeza como autodefensa, no le paso nada más que unas cuantas puntadas. Pero ahora, ninguna de esas situaciones embarazosas se comparaba con aquella a la que en este momento me enfrentaba. Imponente, desafiante, con una mirada tan iracunda que me atravesaba. Nos quedamos varios segundos en esa posición, estaba igual que hace tres años, alto, imponente, con ese aire de grandeza, tan intimidante como siempre, había un par de líneas en su frente, quizá era la marca del ceño fruncido como ahora lo te
Estaba tan ansiosa en contar los segundos para que cambiara el semáforo que no me percaté del auto a lado del mío, miré por el rabillo del ojo y el conductor me hizo una seña para que me detuviera adelante.Apreté los ojos con fuerza. Dios me odias ¿no es cierto?Había dos opciones la primera era huir, acelerar hasta que me perdiera la pista, la otra y más dolorosa era enfrentarlo. El auto se aparcó no muy lejos, sobre la calle de Sainte Catherine.No estaba tan convencida y hacerlo significaba un gran error, sobre todo por lo que acababa de hacer. Una vocecita me gritaba “couard” (cobarde).¡Pues si lo soy!—Couard, Couard, Couard—mascullé una y otra vez.¿Qué debo hacer? Suspiré resignada y aparqué el auto delante de él, pero no me bajé, lo pensé mucho, me quedé sentada esperando. Unos nudillos tocaron la ventanilla del copiloto y di un respingo, ahí estaba, no llevaba saco y su camisa de lino gris se acentuaba perfecto a su figura musculosa, tenía un botón abierto que dejaba ver
Cuando conocí a Leonard hace tres años mi vida se volvió un caos, aunque fuesen solo dos días.Repentinamente, después de mi ceremonia de graduación todo volvió a la normalidad, había hablado con Jasón, me había quedado para curarle las heridas, nuestro rompimiento fue inevitable, no fue en muy buenos términos, pero tuvo que dejarme en paz cuando cumplí mi amenaza.Jasón usó su “fama” para soltar bastantes chismes sobre mí, alentando también sobre mi pasado. Harta de todo, las chicas y yo planeamos enviar anónimamente unas fotografías comprometidas de Jasón al Pequeño Desayuno, el blog de chismes de todo Montreal. Así que, con la ayuda de Jules, las anónimas fotos salieron a la luz; Jasón no tuvo de otra más que dejarme en paz. De ahí en fuera todo había seguido con fluidez, el trabajo, la relación con mis padres, mis amigas e incluso mis amantes. Creí que bastaba con eso, y también que nunca volvería a ver a Leonard. Pero ahora, después de tres años, Leonard volvía par