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Berlusconi me llamó, se escuchaba feliz. De hecho, me había invitado a ver por última vez a Carolina. Yo le dije que sí, claro que iría por su cuerpo, y también iría por Berlusconi. Jacob y yo fuimos al lugar donde él la tenía. Cuando entré a la habitación, miré el cuerpo desnudo de Carolina. Sentí tanta rabia y frustración. No pude protegerla y eso me iba a pesar toda la vida.

— Te dije que iba a matar a esa niña, me costó pero lo hice —me dijo él con una sonrisa en el rostro. Yo le sonreí un poco. Observé meticulosamente su cabeza. Era algo grande, pero estaba seguro de que entraría perfectamente en un frasco lleno con formol.

— Mírala. Cómo me hubiera encantado matarla con mis propias manos, solo para hacer más grande mi satisfacción —me dijo.

Con cada palabra que salía de su boca, las ganas de diseccionar su cuerpo se hacían más grandes. Me acerqué un poco más al cuerpo. La peste que este desprendía era nauseabunda. Miré su cuerpo atentamente, pasé mi dedo sobre su pelvis, donde d
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