Berlusconi me llamó, se escuchaba feliz. De hecho, me había invitado a ver por última vez a Carolina. Yo le dije que sí, claro que iría por su cuerpo, y también iría por Berlusconi. Jacob y yo fuimos al lugar donde él la tenía. Cuando entré a la habitación, miré el cuerpo desnudo de Carolina. Sentí tanta rabia y frustración. No pude protegerla y eso me iba a pesar toda la vida.— Te dije que iba a matar a esa niña, me costó pero lo hice —me dijo él con una sonrisa en el rostro. Yo le sonreí un poco. Observé meticulosamente su cabeza. Era algo grande, pero estaba seguro de que entraría perfectamente en un frasco lleno con formol.— Mírala. Cómo me hubiera encantado matarla con mis propias manos, solo para hacer más grande mi satisfacción —me dijo.Con cada palabra que salía de su boca, las ganas de diseccionar su cuerpo se hacían más grandes. Me acerqué un poco más al cuerpo. La peste que este desprendía era nauseabunda. Miré su cuerpo atentamente, pasé mi dedo sobre su pelvis, donde d
Caminé a la oficina de Piero y entré. Él estaba atendiendo una llamada, así que me senté frente a él y esperé.— ¿Qué haces aquí? —me preguntó de mal humor después de colgar.— Quería ver cómo estabas. ¿Ya le diste el mando a Silvio? —le pregunté mientras reía.— Padre quiere mandarlo a matar, solo para que tú te sientas presionado a aceptar el liderazgo, o simplemente tener un hijo y dármelo. Seré un muy buen padre —me dijo.Reí aún más ampliamente. No le deseo la vida de mierda que tuve a nadie, y menos a un hijo mío.— Ni lo uno ni lo otro. Simplemente acepta que Silvio será el líder. Tal vez no sea tan malo —le dije.Padre puso mala cara y me entregó unos documentos. Los leí y joder, Silvio era un desastre.— ¿Y si te casas con Natasha? —me preguntó.¿Acaso estaba bromeando? ¿Quién carajos se casaría con esa mujer?— ¡Dios mío, Fabien! Solo quiero una solución. Si tú te casas con ella, serías parte de esta familia, y Natasha no está tan mal —me dijo.Levanté las dos cejas. Natasha
Salí del hospital con más problemas de los que ya tenía: un perro, veinte euros y un bebé que, aunque aún no había nacido, ya consideraba como el mayor problema de todos. Dios mío, si Fabien se enteraba de su existencia, me lo arrebataría y lo criaría como lo criaron a él. Acaricié un poco mi vientre, el niño era el mayor problema de todos. Mi hijo viviría una vida feliz, alejado de él, de esa familia.Respiré profundamente y miré el horizonte. Lo primero que tenía que hacer era salir de Sicilia. Quedarme aquí sería una estupidez, y yo ya había cometido demasiadas. No podía ponerme en peligro, ya que no solo era mi vida la que estaba en riesgo.Caminé carretera arriba, bajo el pleno sol de la tarde. Hoy todo se veía más brillante. Tal vez se veían de esa forma porque ahora era consciente del pequeño ser que tenía dentro de mí. Una vez escuché que la vida se ve mejor cuando la miras con ojos de mamá, o simplemente ya estaba loca. Me detuve al lado de la carretera, iba a pedir un aventó
Caminé por el pasillo de la casa de mi padre, hoy le daban el mando a Silvio, y para mi mala suerte yo estaba invitado. Cuando entré al comedor, todos me quedaron mirando, pero nadie dijo nada, Silvio ya estaba en la cabecera de la mesa, y al otro extremo estaba padre, yo me senté a su lado, esto era un enorme circo. — Llegas tarde — Me dijo Silvio, yo lo miré y sonreí, el se estaba tomando bastante en serio ser el líder. — Tengo cosas más importantes que estar perdiendo el tiempo en estas cosas, deberías estar halagado de que saque tiempo para venir — Le dije mientras sonreia. El me miró mal, y todos allí agacharon la cabeza, una de las empleadas llegó con un plato de pasta y lo puso frente a mí. — Haré unos cambios en esta familia — Dijo Silvio. Yo tomé un poco de pasta en mi tenedor y me lo llevé a la boca. — Estoy ansioso por escucharlo — Le dije mientras masticaba. Padre se veía rojo, pero ya no de la rabia, estaba a punto de explotar a carcajadas, y al resto de la familia
Había pasado una semana desde que llegué a Nápoles. El señor Luigi era muy bueno conmigo; de hecho, me dio trabajo para ayudarlo en los quehaceres de la casa, y hoy, tenía mi primer pago. Estaba tan feliz. — Esto es por tu trabajo, y esto es para ti — me dijo. Tomé el dinero. Él era tan considerado conmigo, justo como un abuelito. De hecho, me había encariñado con él. — No es necesario que me dé dinero de más. Con lo que me está pagando es más que suficiente — le dije. Él negó con la cabeza y me agarró de las manos. — Es para que le compres cosas al bebé. Necesitas muchas cosas, cariño, y si quiero regalarte dinero de más, solo tómalo. A mí me hace feliz — me dijo. Sonreí. Él era tan bueno. Tuve tanta suerte de terminar aquí. — Gracias. Usted ha sido muy bueno conmigo — le dije. Él me soltó, y yo guardé el dinero. — Me hubiera encantado tener una hija como tú — me dijo con una sonrisa. Lo abracé con fuerza y después me aparté. — Yo saldré un rato. ¿Usted va a necesitar algo
A la mañana siguiente me desperté por el ruido de los coches pasando. Milo estaba acostado sobre mi vientre, como un guardián del bebé. — ¡Me estás asfixiando, Milo! — me quejé. Lo quité y me senté en la cama, me estiré y sonreí. Al menos aún estaba aquí y no en un auto rumbo a la casa de Fabien. Bajé de la cama y me acerqué a la cocina, allí estaba el señor Luigi haciendo el desayuno. — Buenos días, Carolina — me dijo con una sonrisa. — Buenos días — le saludé. — Hoy te ves más radiante — me dijo aún con su cálida sonrisa.— Gracias, me siento realmente bien. No había descansado tan bien en meses — le conté. Él me pasó un vaso con zumo. — ¿Qué piensas sobre trabajar conmigo? — me preguntó. Yo me mordí el labio inferior y asentí. Necesitaba mucho dinero para comprarle cosas al bebé y para ahorrar por si en algún momento tengo que volver a huir. DOS MESES DESPUÉS Mi vientre empezó a crecer como loco. Tenía un lindo bulto. Yo había recuperado mi peso y había subido un par más.
4 AÑOS DESPUÉS Me levanté con la misma sensación de vacío. Desde que Carolina se fue de mi vida, no he vuelto a ser el mismo. De hecho, me había convertido en un ser aún más cruel. Aunque de alguna manera era algo bueno, no me gustaba, ya que ella me hacía ver esa pequeña parte humana que tenía. Me bajé de la cama y fui directo al baño. Me di una ducha larga y luego salí. Hoy se cumplían cuatro años desde que ella desapareció. ¿Acaso estaba muerta? Me cambié y salí de la habitación. Jacob estaba al pie de las escaleras esperándome. Lo miré y luego ambos salimos de la casa. Hoy tendría un día muy largo. Entré en una de las sucursales que pertenecían a la familia De Santi, de la cual yo era socio. Hoy tenía algo que resolver. El imbécil de Silvio no servía para nada. — Señor Salvatore, ¿cómo está? — Me preguntó Tadeo cuando entré en su oficina. Me senté frente a él y saqué mi arma, la cual puse en el escritorio. Él me miró con nerviosismo. — ¿De verdad crees que puedes robarme? No
Dos meses después.Dentro de la mochila había documentos falsos para mí y para Valentino. El señor Luigi lo tenía todo planeado, y me dolía en el alma que no me dijera nada. Lo extrañaba muchísimo. Era tan injusto todo lo que pasó.Miré atentamente a Vale. Estaba concentrado viendo un libro que le había prestado un vecino. Me acerqué a él y me senté a su lado. Miré el libro y estaba en otro idioma.— ¿Qué haces? — Le pregunté. Él me miró con esa mirada que le das a las personas que hacen preguntas estúpidas.— Leer — me contestó.Volví a mirar y sí, estaba en otro idioma. Valentino era un genio, algo que obviamente no heredó de mí. Él era un mini Fabien, tenía sus gestos, en ocasiones hablaba hasta como él. Estoy segura de que si Fabien lo hubiera criado, no sería tan parecido.— ¿Qué idioma es? — Le pregunté.Él me miró con algo de desesperación. Puse los ojos en blanco. ¡Qué niño tan odioso por Dios!— Alemán. ¿Por qué siempre me distraes? — Me contestó.— Pues porque soy tu mamá y