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Padre llegó a primera hora de la mañana a mi casa. Yo lo miré con el ceño fruncido. Sabía que iba a decirme algo, y eso era molesto, y más en mi estado. Hoy había amanecido de malas, mi brazo me dolía como el infierno.

— ¿Pasó algo? — Le pregunté.

Por la cara de mi padre, sí pasaba algo, y ya imaginaba qué era.

— Berlusconi me contó lo que hizo esa niña. Se suponía que ella debía morir en ese lugar, fue una orden mía, pero tú pediste algo completamente diferente. ¿Qué pretendías dejándola con vida? — Me preguntó furioso.

Yo le sonreí un poco, muy en el fondo. Yo quería que ella rogara por mí, de la misma forma en como lo hizo cuando la sacaron de aquí, pero eso jamás pasó.

— Yo hablaré con Berlusconi, no te preocupes — Le dije.

Padre se veía furioso.

— Él la quiere, no creo que cambie en nada hablar. Busca a esa niña y llévasela, que la joda como le dé la gana — Me dijo.

No quería seguir con esta conversación, yo iba a solucionar este pequeño percance. Y si Berlusconi se atrev
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