A la mañana siguiente me desperté por el ruido de los coches pasando. Milo estaba acostado sobre mi vientre, como un guardián del bebé. — ¡Me estás asfixiando, Milo! — me quejé. Lo quité y me senté en la cama, me estiré y sonreí. Al menos aún estaba aquí y no en un auto rumbo a la casa de Fabien. Bajé de la cama y me acerqué a la cocina, allí estaba el señor Luigi haciendo el desayuno. — Buenos días, Carolina — me dijo con una sonrisa. — Buenos días — le saludé. — Hoy te ves más radiante — me dijo aún con su cálida sonrisa.— Gracias, me siento realmente bien. No había descansado tan bien en meses — le conté. Él me pasó un vaso con zumo. — ¿Qué piensas sobre trabajar conmigo? — me preguntó. Yo me mordí el labio inferior y asentí. Necesitaba mucho dinero para comprarle cosas al bebé y para ahorrar por si en algún momento tengo que volver a huir. DOS MESES DESPUÉS Mi vientre empezó a crecer como loco. Tenía un lindo bulto. Yo había recuperado mi peso y había subido un par más.
4 AÑOS DESPUÉS Me levanté con la misma sensación de vacío. Desde que Carolina se fue de mi vida, no he vuelto a ser el mismo. De hecho, me había convertido en un ser aún más cruel. Aunque de alguna manera era algo bueno, no me gustaba, ya que ella me hacía ver esa pequeña parte humana que tenía. Me bajé de la cama y fui directo al baño. Me di una ducha larga y luego salí. Hoy se cumplían cuatro años desde que ella desapareció. ¿Acaso estaba muerta? Me cambié y salí de la habitación. Jacob estaba al pie de las escaleras esperándome. Lo miré y luego ambos salimos de la casa. Hoy tendría un día muy largo. Entré en una de las sucursales que pertenecían a la familia De Santi, de la cual yo era socio. Hoy tenía algo que resolver. El imbécil de Silvio no servía para nada. — Señor Salvatore, ¿cómo está? — Me preguntó Tadeo cuando entré en su oficina. Me senté frente a él y saqué mi arma, la cual puse en el escritorio. Él me miró con nerviosismo. — ¿De verdad crees que puedes robarme? No
Dos meses después.Dentro de la mochila había documentos falsos para mí y para Valentino. El señor Luigi lo tenía todo planeado, y me dolía en el alma que no me dijera nada. Lo extrañaba muchísimo. Era tan injusto todo lo que pasó.Miré atentamente a Vale. Estaba concentrado viendo un libro que le había prestado un vecino. Me acerqué a él y me senté a su lado. Miré el libro y estaba en otro idioma.— ¿Qué haces? — Le pregunté. Él me miró con esa mirada que le das a las personas que hacen preguntas estúpidas.— Leer — me contestó.Volví a mirar y sí, estaba en otro idioma. Valentino era un genio, algo que obviamente no heredó de mí. Él era un mini Fabien, tenía sus gestos, en ocasiones hablaba hasta como él. Estoy segura de que si Fabien lo hubiera criado, no sería tan parecido.— ¿Qué idioma es? — Le pregunté.Él me miró con algo de desesperación. Puse los ojos en blanco. ¡Qué niño tan odioso por Dios!— Alemán. ¿Por qué siempre me distraes? — Me contestó.— Pues porque soy tu mamá y
Me levanté del sofá y caminé de un lado a otro, el niño me estaba viendo. Me detuve y lo miré por milésima vez. ¡Carajo! Volví a caminar. Esto era algo que no podía manejar. Me detuve y lo volví a ver. ¡Maldición! ¿Y qué hacía ahora? ¿Cómo se supone que debo actuar con él? Ni siquiera me gustan los niños. Aún no entiendo por qué Carolina decidió tener a este pequeño ser.— Papi, deja de caminar, me estás mareando — me pidió.¿Papi? Este niño era igual de confiado que su madre. No puedo creer que ella lo esté criando así. ¿Acaso está loca?— ¿Cómo sabes que soy tu papá? — El me miró y después puso los ojos en blanco. Yo me sentí un imbécil. Jamás me había sentido como un imbécil.— Tú te pareces a mí, y te dio miedo cuando me conociste, casi te desmayas cuando me viste, y mi mamá mencionó una vez tu nombre — me contestó.¿Miedo? Carajo, es cierto. Yo le tenía miedo a una cosa de medio metro.— ¿Entonces, es tu papá o no? — Preguntó la chica. El niño la miró, y ella se quedó en silenci
Después de lo que pasó con Luigi, me di a la tarea de investigar sobre Coppola, y para mi suerte, uno de los hombres de confianza de él frecuentaba un bar. De inmediato pedí trabajo y para mi suerte me lo dieron. El hombre de Coppola ya estaba allí, en uno de los privados. Odiaba con el alma hablar con él, pero tenía que hacerlo. Quería averiguar su paradero y asesinarlo. Simone no merecía vivir. Solo pensar en él me revolvía el estómago. — ¿No se cómo puedes hablar con esos tipos como si nada? ¿No te da miedo? — me preguntó una compañera. Yo sonreí. Había tratado con demonios mucho peores. — Dan muy buenas propinas, y esas no me caen nada mal — le respondí. Tomé la bandeja y entré. El infeliz apenas me vio, sonrió. Me acerqué y puse las bebidas en la mesa. — ¿Cómo estás, mi amor? — Me preguntó, dándome una nalgada. Tenía tantas ganas de darle en la cara con la bandeja, pero tenía que aguantar. — Muy bien. ¿Desde cuándo estás aquí? — le pregunté. Él me jaló del brazo y me hizo
Valentino me miraba con sus enormes ojos, y sabía que merecía una explicación. Pero ¿qué le decía? Fui a la cocina y me quedé allí por un momento, pensando en la explicación, pero nada se me ocurría. Valentino entró a la cocina y me quedó mirando.— ¿Puedo comer galletas? — me preguntó.Yo asentí con la cabeza, saqué el paquete de galletas y le di una. Después, me senté en el piso y empecé a comer yo también.— ¿Me das más? — me preguntó.Lo miré mal, pero después asentí y le di un par más. Él se sentó a mi lado y se quedó allí comiendo las galletas. Yo me quedé en silencio. No sé si pasaron horas o solo minutos, pero lo que sí sabía era que necesitaba decirle algo.— Todo lo que dijo ese hombre es mentira — le dije.Valentino me miró y asintió con la cabeza. Yo lo atraje a mi pecho y lo apreté con fuerza.— Él... te quiere. Solo está un poco sorprendido — le dije mientras lo tenía apretado a mí.Valentino se apartó de mí, me miró con una sonrisa.— Lo sé, y tiene mucho dinero, mami —
Después de que padre se fue, yo llamé a Jacob; tenía que buscarle una solución a esto urgentemente. Necesitaba mantener alejado a mi padre hasta que pudiera mandar a Carolina y al niño lejos de aquí.— ¿Qué pasó? — le pregunté.Carolina miró a Valentino y después a mí.— Coppola, uno de sus hombres me siguió, y no sabía a dónde ir, así que pensé en ti — me dijo.Yo asentí con la cabeza.— Aquí estarás bien, solo te pido que no hagas nada estúpido, y mantén al demonio encerrado — le pedí.Ella me miró mal, pero después asintió.*Al día siguiente, Carolina y Valentino bajaron a desayunar. Yo me estaba tomando un café y leía el diario. El pequeño se sentó a mi lado, me miró y después frunció el entrecejo.— ¿Por qué lo mataron? — Me preguntó Valentino. Yo miré el encabezado del diario y después miré a Carolina.— ¿Él sabe leer? — pregunté.Ella asintió y Valentino me sonrió.— Qué interesante — comenté.— Fabien, querido, veo que es verdad. Pequeño mío, ven y abraza a tu bisabuelo.Abue
Había dejado el asunto del hombre de Coppola para último momento, todo este lío, por ese pequeño demonio, se me estaba saliendo de las manos.Carolina entró a mi habitación, luciendo un hermoso y pequeño vestido. Yo miré con demasiada atención su escote, yo no lo recordaba así, se veía mucho más grande.— Te crecieron las tetas — le dije.Ella se tapó el escote con ambas manos.— Eres un cerdo — me contestó.Yo me encogí de hombros, ella era mi mujer, podía decirle este tipo de cosas.— Quiero follarte, hacerte gritar mi nombre, y meterme esos hermosos y grandes pechos a la boca — le dije.La cara de Carolina se puso roja, estaba cabreada.— No vas a volver a tocarme, jamás dejaré que un cerdo como tú, me ponga otra vez las manos encima — me dijo.Yo me acerqué a ella y la arrinconé en la pared, le di media vuelta, y pegué su rico culo en mi muy erecta polla.— Carolina, tú no puedes escapar de mí, eres mía — le dije al oído.Le metí la mano debajo de la falda del vestido, acariciando