Después de salir de ese infierno, todas las mujeres corrieron por caminos distintos, y yo... iba a volver a casa. Necesitaba estar allí, tenía que despedirme de ellos. Quería...Era de madrugada cuando llegué. Busqué en la maceta donde siempre escondíamos la llave y para mi suerte aún estaba allí. Respiré profundo cuando abrí. Entrar sería tan doloroso.Al entrar a la casa, el sentimiento me ganó. Todas las imágenes de mis hermanos y mi papá riendo en esta casa llegaron a mi memoria en vívidas imágenes. Los muebles y demás cosas estaban cubiertos con sábanas, pero no había rastro de mis mascotas. Tal vez murieron también.Caminé por la casa, mirando cada rincón. Hoy... los extrañaba tanto. Pero esto no se iba a quedar así. Yo iba a matar a Simone, y lo haría sufrir, por cada lágrima mía derramada.Me fui al baño y me quité el vestido de novia. Me miré al espejo y no me reconocía. Estaba tan destruida. Atrás quedó la chica risueña, ahora me devolvía la mirada una mujer maltratada, jodi
Padre llegó a primera hora de la mañana a mi casa. Yo lo miré con el ceño fruncido. Sabía que iba a decirme algo, y eso era molesto, y más en mi estado. Hoy había amanecido de malas, mi brazo me dolía como el infierno. — ¿Pasó algo? — Le pregunté. Por la cara de mi padre, sí pasaba algo, y ya imaginaba qué era. — Berlusconi me contó lo que hizo esa niña. Se suponía que ella debía morir en ese lugar, fue una orden mía, pero tú pediste algo completamente diferente. ¿Qué pretendías dejándola con vida? — Me preguntó furioso. Yo le sonreí un poco, muy en el fondo. Yo quería que ella rogara por mí, de la misma forma en como lo hizo cuando la sacaron de aquí, pero eso jamás pasó. — Yo hablaré con Berlusconi, no te preocupes — Le dije. Padre se veía furioso. — Él la quiere, no creo que cambie en nada hablar. Busca a esa niña y llévasela, que la joda como le dé la gana — Me dijo. No quería seguir con esta conversación, yo iba a solucionar este pequeño percance. Y si Berlusconi se atrev
La camioneta dio un par de vueltas y después cayó a un río cercano, literalmente estaba boca abajo. Lo único que me sostenía era el cinturón de seguridad. Aún tenía a Milo en mis brazos; este empezó a lamer mi barbilla. Yo miré al frente: la chica y su papá estaban muertos, el agua estaba entrando. Yo tiré a Milo a un lado y me quité el cinturón, caí pesadamente golpeándome un brazo. Empecé a tratar de abrir la puerta.— ¡Papi! — Dijo la chica. Yo la miré, ella aún estaba viva. Ahora tenía que sacarnos de aquí.Una bala impactó el coche, seguida de varias más. Yo me arrinconé lo más que pude, pero la chica no tuvo suerte; una de las balas le impactó y ella empezó a gritar, para después quedarse en completo silencio.Las balas cesaron, y el agua empezó a inundar mucho más el coche. Yo tomé a Milo en mis brazos y volví a tratar de abrir. Pero antes tomé el bolso de la chica. Empecé a darle patadas a la puerta hasta que se abrió y el agua empezó a inundar mucho más la camioneta. Yo salí
Berlusconi me llamó, se escuchaba feliz. De hecho, me había invitado a ver por última vez a Carolina. Yo le dije que sí, claro que iría por su cuerpo, y también iría por Berlusconi. Jacob y yo fuimos al lugar donde él la tenía. Cuando entré a la habitación, miré el cuerpo desnudo de Carolina. Sentí tanta rabia y frustración. No pude protegerla y eso me iba a pesar toda la vida.— Te dije que iba a matar a esa niña, me costó pero lo hice —me dijo él con una sonrisa en el rostro. Yo le sonreí un poco. Observé meticulosamente su cabeza. Era algo grande, pero estaba seguro de que entraría perfectamente en un frasco lleno con formol.— Mírala. Cómo me hubiera encantado matarla con mis propias manos, solo para hacer más grande mi satisfacción —me dijo.Con cada palabra que salía de su boca, las ganas de diseccionar su cuerpo se hacían más grandes. Me acerqué un poco más al cuerpo. La peste que este desprendía era nauseabunda. Miré su cuerpo atentamente, pasé mi dedo sobre su pelvis, donde d
Caminé a la oficina de Piero y entré. Él estaba atendiendo una llamada, así que me senté frente a él y esperé.— ¿Qué haces aquí? —me preguntó de mal humor después de colgar.— Quería ver cómo estabas. ¿Ya le diste el mando a Silvio? —le pregunté mientras reía.— Padre quiere mandarlo a matar, solo para que tú te sientas presionado a aceptar el liderazgo, o simplemente tener un hijo y dármelo. Seré un muy buen padre —me dijo.Reí aún más ampliamente. No le deseo la vida de mierda que tuve a nadie, y menos a un hijo mío.— Ni lo uno ni lo otro. Simplemente acepta que Silvio será el líder. Tal vez no sea tan malo —le dije.Padre puso mala cara y me entregó unos documentos. Los leí y joder, Silvio era un desastre.— ¿Y si te casas con Natasha? —me preguntó.¿Acaso estaba bromeando? ¿Quién carajos se casaría con esa mujer?— ¡Dios mío, Fabien! Solo quiero una solución. Si tú te casas con ella, serías parte de esta familia, y Natasha no está tan mal —me dijo.Levanté las dos cejas. Natasha
Salí del hospital con más problemas de los que ya tenía: un perro, veinte euros y un bebé que, aunque aún no había nacido, ya consideraba como el mayor problema de todos. Dios mío, si Fabien se enteraba de su existencia, me lo arrebataría y lo criaría como lo criaron a él. Acaricié un poco mi vientre, el niño era el mayor problema de todos. Mi hijo viviría una vida feliz, alejado de él, de esa familia.Respiré profundamente y miré el horizonte. Lo primero que tenía que hacer era salir de Sicilia. Quedarme aquí sería una estupidez, y yo ya había cometido demasiadas. No podía ponerme en peligro, ya que no solo era mi vida la que estaba en riesgo.Caminé carretera arriba, bajo el pleno sol de la tarde. Hoy todo se veía más brillante. Tal vez se veían de esa forma porque ahora era consciente del pequeño ser que tenía dentro de mí. Una vez escuché que la vida se ve mejor cuando la miras con ojos de mamá, o simplemente ya estaba loca. Me detuve al lado de la carretera, iba a pedir un aventó
Caminé por el pasillo de la casa de mi padre, hoy le daban el mando a Silvio, y para mi mala suerte yo estaba invitado. Cuando entré al comedor, todos me quedaron mirando, pero nadie dijo nada, Silvio ya estaba en la cabecera de la mesa, y al otro extremo estaba padre, yo me senté a su lado, esto era un enorme circo. — Llegas tarde — Me dijo Silvio, yo lo miré y sonreí, el se estaba tomando bastante en serio ser el líder. — Tengo cosas más importantes que estar perdiendo el tiempo en estas cosas, deberías estar halagado de que saque tiempo para venir — Le dije mientras sonreia. El me miró mal, y todos allí agacharon la cabeza, una de las empleadas llegó con un plato de pasta y lo puso frente a mí. — Haré unos cambios en esta familia — Dijo Silvio. Yo tomé un poco de pasta en mi tenedor y me lo llevé a la boca. — Estoy ansioso por escucharlo — Le dije mientras masticaba. Padre se veía rojo, pero ya no de la rabia, estaba a punto de explotar a carcajadas, y al resto de la familia
Había pasado una semana desde que llegué a Nápoles. El señor Luigi era muy bueno conmigo; de hecho, me dio trabajo para ayudarlo en los quehaceres de la casa, y hoy, tenía mi primer pago. Estaba tan feliz. — Esto es por tu trabajo, y esto es para ti — me dijo. Tomé el dinero. Él era tan considerado conmigo, justo como un abuelito. De hecho, me había encariñado con él. — No es necesario que me dé dinero de más. Con lo que me está pagando es más que suficiente — le dije. Él negó con la cabeza y me agarró de las manos. — Es para que le compres cosas al bebé. Necesitas muchas cosas, cariño, y si quiero regalarte dinero de más, solo tómalo. A mí me hace feliz — me dijo. Sonreí. Él era tan bueno. Tuve tanta suerte de terminar aquí. — Gracias. Usted ha sido muy bueno conmigo — le dije. Él me soltó, y yo guardé el dinero. — Me hubiera encantado tener una hija como tú — me dijo con una sonrisa. Lo abracé con fuerza y después me aparté. — Yo saldré un rato. ¿Usted va a necesitar algo