Tarah O'Kelly
La sensación de abandono y desesperación se apoderó de mí mientras me encontraba sola en la costa, mi tobillo lastimado y el corazón hecho añicos. Me sentía vulnerable y perdida, como si hubiera caído en un abismo sin fondo. No tenía idea de cómo manejar esta situación ni a quién recurrir.Finalmente, reuní fuerzas para recoger los objetos que salieron de mi maleta y terminaron esparcidos por el suelo. Al hacerlo, me di cuenta de que mi teléfono móvil había quedadoCon lágrimas en los ojos, abrí el cheque que había sido arrojado a mis pies. La cantidad escrita en él era considerable, pero no significaba nada para mí en ese momento.El dolor, y lo que había perdido, era mucho más valioso que cualquier suma de dinero. Me había dejado llevar por la pasión y el deseo, sin pensar en las consecuencias que esto tendría para mi vida.Sentada en la orilla, miré el horizonte con ojos vidriosos, tratando de buscar una salida, tomé mi maleta con mucho esfuerzo, me puse de pie y caminé cojeando los tres kilómetros que me separaban para encontrar un taxi.Durante el trayecto de regreso a casa, mi mente seguía atormentada por lo sucedido. Sabía que debía aprender de esta experiencia y nunca más permitir que mi vulnerabilidad me llevara por un camino tan oscuro.En poco tiempo estuve en mi casa, apenas entré me fui directamente al baño, me metí en la ducha tratando de borrar de mi piel lo que había ocurrido.Puse el agua bien caliente, el vapor llenó la sala, mientras yo me frotaba con fuerza con una esponja, estaba llena de rabia, tristeza, desesperación, decepción.Me dejé caer en el piso abrazándome con fuerza, mientras mis lágrimas se confundía con la lluvia artificial de la ducha, me daba golpes en la pierna molesta conmigo misma.Mi mente era un torbellino de emociones, y de preguntas sin respuestas. ¿Quiénes eran realmente los Kontos? ¿Qué habría pasado si no hubiera interrumpido la boda? ¿Por qué ese hombre me había seducido y luego desechado como si fuera un objeto? ¿Acaso todo eso era parte de un plan?Decenas de preguntas llegaron a mi mente, mientras me daba cuenta con indignación que había sido utilizada y humillada. Pero también entendía, que no me dejaría derrumbar.Cuando salí del baño me acosté y me quedé dormida llorando, para mi alivio, tenía tres días libres, por lo que podría recuperarme antes de regresar al trabajo.Esos tres días los pasé de reposo, pidiendo comida a los restaurantes cercanos para alimentarme y viendo televisión, la mayoría historias tristes, de traición.Llegó el día de regresar al trabajo, mi pie se había sanado un poco, aunque aún seguía molestándome un poco.Me preparé y me fui a la aerolínea, sin embargo, cuando entré todos me miraron con una expresión de lástima en sus rostros, mientras susurraban entre ellos, los ignoré y seguí caminando para presentarme a la oficina de mi jefa.—Buen día, ya estoy lista para mi asignación del próximo mes —dije con alegría, pero mi jefa me miró con tristeza, al ver su expresión me preocupé—, ¿Pasa algo?—Lo siento mucho Tarah, intenté interceder por ti, pero son órdenes superiores, por favor pasa por la oficina de recursos humanos —me dijo en un murmullo.—Pero ¿Por qué? Yo hice mi trabajo bien… —mientras hablaba recordé que me llevaron de la isla—, ¿Fue por qué no llevé de regreso a los pasajeros?Ella negó con la cabeza.—No es por eso ¿Te diste cuenta de que la chica que se casó con Anthony es la hija de Alexis Kontos, el propietario de la aerolínea?Mi corazón se hundió en mi pecho al escuchar las palabras de mi jefa. La conexión entre Thalía, la novia de Anthony, y la familia Kontos me dejó sin aliento.No podía evitar pensar en la noche de la boda, en la interrupción que había causado y en mi posterior expulsión en un yate. Ahora, todo cobraba sentido, aunque de una manera que me resultaba aún más preocupante.—Sé que hiciste tu trabajo correctamente, Tarah —continuó mi jefa—. Pero la familia Kontos es muy influyente, y no quieren ninguna controversia relacionada con su aerolínea. Yo pedí que te dieran un período de ausencia, que fuera temporal, pero se negaron, lo siento.Asentí, cuando iba a salir de allí, llegó la jefa de recursos humanos, con una carpeta—Debes recibir la notificación de despido —me dijo y yo negué con la cabeza, no podía creer lo que estaba ocurriendo.—Esto es injusto, no pueden hacerme esto —pronuncié con mi voz quebrantada—, yo tengo años trabajando para esta empresa… ¡No voy a irme de esta manera! ¿Qué pasa sin insisto en quedarme? —pregunté con determinación.Mi jefa suspiró y sacudió la cabeza.—Tarah, lo siento, pero eso solo empeorará las cosas. No quiero que te veas arrastrada a un problema más grande. Por favor, firma esa notificación, quizás luego tengas oportunidad de trabajar en otra aerolínea.A regañadientes, accedí y firmé la notificación, salí de la oficina de recursos humanos con un nudo en el estómago. Mi vida había dado un giro aún más oscuro de lo que ya era. Me sentía atrapada en una telaraña de circunstancias fuera de mi control, y no sabía cómo librarme.Me dirigí al casillero a recoger mis cosas, pero antes de irme decidí que Alexis Kontos, me escucharía. Necesitaba entender el motivo detrás de mi despido, no podía quitarme de la cabeza la sensación de que había algo más grande en juego.Me dirigí a las lujosas oficinas de presidencia de la aerolínea Kontos. A pesar de la incertidumbre y el temor que sentía, no podía permitir que me despidieran injustamente sin al menos intentar obtener respuestas.Cuando llegué al piso, me enfrenté a una recepcionista imperturbable.—Quisiera hablar con el señor Alexis Kontos, es urgente —expresé.La mujer me vio de pies a cabeza y frunció el ceño.—¿De parte de quién? —preguntó la mujer con recelo.—Soy asistente de la jefa de sobrecargo —mentí.La mujer asintió y se dirigió al despacho del CEO. Mientras esperaba, miré a mi alrededor y me sentí como un pez fuera del agua en ese tan lugar elegante y sofisticado.,Los altos techos de mármol, las obras de arte colgadas en las paredes y la ostentosa decoración eran impresionantes.Después de unos minutos que le parecieron eternos, salió la recepcionista.—El señor Alexis Kontos la va a recibir, sígame —ordenó y yo la seguí.Mi corazón latía con fuerza mientras me dirigía a la puerta de la oficina de Alexis Kontos. Golpeé con los nudillos en la puerta de madera maciza y una voz profunda me invitó a entrar.Al cruzar la puerta, casi me desmayo al ver sentado detrás de un amplio escritorio de caoba, al mismo hombre con quien había pasado la noche, en la isla.—¡¿Tú?! —dijimos los dos al mismo tiempo.Tarah O'KellyLa sorpresa en la habitación era palpable. Alexis Kontos y yo nos miramos fijamente, con una mezcla de incredulidad y asombro en nuestros rostros. La tensión en el aire era tan pesada que casi se podía cortar con un cuchillo.Alexis rompió el silencio primero, levantando una ceja con una expresión irónica en el rostro.—Vaya, vaya, vaya, esto es inesperado. A decir verdad no esperaba verte de nuevo después de aquella noche en la isla ¿Qué haces aquí? ¿Por qué me engañaste para venir a verme diciendo que eras la asistente de la jefa de sobrecargos? ¿Acaso quieres repetir la experiencia de la isla? Porque si es así lamento decirte que no estoy interesado —articuló con desprecio.Mis emociones fluctuaron entre la confusión y la rabia. No podía creer que el hombre con el que había terminado pasando la noche y que me humilló pagándome por acostarme con él, fuera el mismo dueño de la aerolínea y el padre de la novia, el mismo que me acababa de despedir de manera injusta.—Dime
Tarah O'KellyDespués de dos semanas que habían pasado desde que salí de la oficina de Alexis Kontos, por fin mi amiga había logrado reunir a los periodistas y en cuestión de minutos iniciaría una rueda de prensa, donde expondría la verdad y la injusticia que había cometido la familia Kontos conmigo. No podía evitar estar nerviosa, mis manos me sudaban tanto que debí limpiarlas con cuidado en mi ropa, caminaba de un lado a otro en la antesala donde daría la rueda de prensa.Aunque sola no podía enfrentar a la poderosa familia Kontos, esperaba que con la ayuda de los medios de comunicación, tuviera una oportunidad real de mostrar sus verdaderos colores y limpiar mi nombre.Un momento después, Sarah entró.—Amiga, ya es hora… suerte.Asentí y comencé a caminar hacia el salón, tuve una sensación amarga en mi garganta, sentía que estaba a punto de vomitar, respiré profundo y me obligué a pensar en otra cosa, me armé de valor y me paré en el podium.Me recibió un silencio absoluto, tanto
Tarah O'KellySentí el olor del alcohol en mis fosas nasales, por un momento pensé que había tenido una pesadilla, abrí los ojos lentamente, y al ver el sitio donde estaba la realidad me golpeó fuertemente, como si me hubieran propinado un mazazo en la cabeza.¡No era un sueño, era mi realidad! Estaba allí en un consultorio, rodeada por frío olor antiséptico del lugar, las paredes blancas y el zumbido de las luces fluorescentes. Mi corazón latía con fuerza mientras intentaba procesar la situación.Me incliné para revisar bien el lugar donde me encontraba y vi al doctor sentado junto a mis pies mirándome sonriente.—Me imagino que te desmayaste de la emoción pro la noticia —me dijo el médico y yo cerré los ojos negando con la cabeza, al mismo tiempo que tocaba mi frente.—¡Claro sí! La emoción que me da tener un hijo del hombre que me despidió injustamente y arruinó mi vida —respondí con amargura, sin poder evitar que las lágrimas brotaran de mis ojos, porque estaba jodida, pensé.La
Tarah O'Kelly—Sabía que eras un miserable falta de testículos, pero no sabía que tan bajo eras… antes de estar contigo nunca había estado con otro hombre… Me quedé callada por varios segundos tratando de controlar mi creciente ira, porque juro que si seguía allí iba a terminar haciéndole exodoncia en sus perfectos dientes, porque ganas de sacárselos uno a uno no me faltaban.Sin embargo, me di cuenta que no tenía sentido seguir tratando de razonar con este hombre, él había sacado conclusiones y tomado su decisión.—Sabías que solo querías dinero, ¿Es eso lo que busca? ¿Convertirte en la mantenida de un millonario? —inquirió con una expresión divertida.Aunque era un hombre extremadamente hermoso, con uno de los mejores físicos que había visto en mi vida, su actitud lo hacía un ser insensible, cruel y sin corazón.No valía la pena seguir discutiendo, lo miré con desdén mientras me acercaba a él, lentamente y en un susurro le hablé.—¿Crees que necesito de tus millones para vivir? ¿Ve
Tarah O'Kelly—Sí, es mi hermano Michael. Pero, ¿qué estás haciendo aquí? ¿Cómo supiste dónde encontrarme? Si hasta usé el apellido de soltera de mi abuela materna —señalé sin poder creer que me hubiesen encontrado. Michael miró a Sara con una sonrisa leve mientras se soltaba de ella con cuidado.—¿Tienes un hermano y no me lo dijiste? —preguntó Sarah con reproche y una expresión de quererme matar, pero antes de poder responderle lo hizo mi hermano.—No, en realidad tiene seis hermanos y ella es la única mujer. Y en cuanto a tu pregunta de porque estoy aquí Tarah, vine por ti… es hora de que regreses a casa con tu familia, creo que ya experimentaste lo suficiente. Sabemos dónde has estado desde el mismo día que te fuiste de casa ¿Crees que papá te iba a dejar irte y olvidarse de ti? De hecho, nunca esperó que con su ultimátum te atrevieras a escoger ser sobrecargo por encima de tu familia, y que dejaras todas las comodidades…—¡Para ya! Sabes bien que eso no me importa, lo único que
Tarah O'Kelly “Respira profundo Tarah, no vayas a pelear con tu padre, porque vienes llegando, mejor cálmate y hablas”, me dije contando hasta diez, porque en verdad no quería conflictos y en mi estado no era bueno tenerlos. Así que opté por quedarme en silencio, ni siquiera supe por cuanto tiempo procesando la propuesta de mi padre. Sabía que mi familia estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario para ayudarme, pero casarse con Paul Tremblay, un hombre al que nunca había visto, porque era dueño de la primera empresa fabricante de aviones del mundo era una decisión importante y comprometedora. Finalmente, cuando me sentí más calmada, levanté la mirada y me dirigí a mi padre con determinación. —Papá, entiendo que estés tratando de protegerme y a mi hijo, y sé que tu oferta viene producto de tu amor y preocupación por mí. Pero casarme con un hombre que no conozco, no lo voy a hacer, ni menos arriesgarme a exponer a mi hijo. Mi padre asintió, pero no me dio la razón. —Tarah, est
Tarah O'KellyY después de un par de semanas, estaba allí, en una ceremonia de boda sencilla en el jardín de la casa de mis padres, caminando por un pasillo para encontrarme con Paul que estaba esperándome con una sonrisa en sus labios, se veía feliz.La ceremonia fue rápida, aunque muy significativa y conmovedora. A pesar de que nuestra unión no era un matrimonio tradicional por amor, había una sensación de complicidad y respeto entre nosotros. Prometimos apoyarnos mutuamente en esta nueva etapa de nuestra vida, con todos sus desafíos y sorpresas. La presencia de mi familia en la ceremonia, significaba mucho para mí.Cuando el oficiante declaró que éramos oficialmente marido y mujer, intercambiamos sonrisas y miradas cómplices. Mis padres, hermanos y mi amiga Sara que asistieron a la ceremonia aplaudieron con alegría, celebrando esta nueva fase de nuestras vidas.Después de la ceremonia, los invitados se reunieron en el jardín para disfrutar de una comida en familia y compartir anéc
Alexis Nickolai KontosVeía al pequeño niño corriendo hacia mí, era una réplica mía, todo él, desde la forma de su cara, la forma de su nariz, sus labios, su color de ojos y cabello, eran exactamente como los míos, tenía una sensación de estar viéndome de pequeño.Me arrodillé en el suelo para recibirlo, abrí mis brazos de par en par porque moría por abrazarlo, pero no se detuvo a mi lado, sino que siguió corriendo dirigiéndose detrás mí, abrazó a un hombre tomándolo por el cuello y besándolo en sus mejillas.—Papá, te amo —le dijo con un tono lleno de ternura.Esa escena me golpeó como un torbellino de emociones. ¡Observé al niño que me recordaba tanto a mí! Mi Corazón latió con fuerza mientras intentaba comprender la escena frente a mí.—No, yo soy tu papá —le dije girándome hacia él y el niño negó con la cabeza.—¡No! ¡Tú no me quisiste!Al escuchar esas palabras me desperté sobresaltado, con una leve capa de sudor cubriendo mi frente, y mi corazón encogido en mi pecho producto de