Alexis Nickolai KontosVeía al pequeño niño corriendo hacia mí, era una réplica mía, todo él, desde la forma de su cara, la forma de su nariz, sus labios, su color de ojos y cabello, eran exactamente como los míos, tenía una sensación de estar viéndome de pequeño.Me arrodillé en el suelo para recibirlo, abrí mis brazos de par en par porque moría por abrazarlo, pero no se detuvo a mi lado, sino que siguió corriendo dirigiéndose detrás mí, abrazó a un hombre tomándolo por el cuello y besándolo en sus mejillas.—Papá, te amo —le dijo con un tono lleno de ternura.Esa escena me golpeó como un torbellino de emociones. ¡Observé al niño que me recordaba tanto a mí! Mi Corazón latió con fuerza mientras intentaba comprender la escena frente a mí.—No, yo soy tu papá —le dije girándome hacia él y el niño negó con la cabeza.—¡No! ¡Tú no me quisiste!Al escuchar esas palabras me desperté sobresaltado, con una leve capa de sudor cubriendo mi frente, y mi corazón encogido en mi pecho producto de
Tarah O'Kelly Los meses fueron pasando, Paul seguía luchando contra la enfermedad, mientras yo no dejaba de pedirle al cielo un milagro, lo acompañé a algunas revisiones médicas, pero las noticias eran cada vez más desbastadora, sin embargo, me aferraba a la posibilidad de que algo surgiera. Disfrutábamos de algunos paseos por el parque, cenas románticas y viajes de fin de semana. Descubrimos que teníamos muchos intereses en común, desde la música hasta la comida exótica, y disfrutábamos cada momento que pasábamos juntos. Paul siempre me sorprendía con pequeños gestos, como dejar flores frescas en la mesa del desayuno o escribirme notas de amor. Estos gestos sencillos, pero significativos, me recordaban constantemente cuánto significaba para él. El embarazo avanzó, mi vientre crecía a medida que el tiempo pasaba. Paul tomaba mi mano y la colocaba junto con la suya en mi vientre, para que juntos pudiéramos sentir los movimientos del bebé. Su ternura y cuidado durante este período me
Alexis Kontos Cuando lo vi una extraña sensación me recorrió, el niño me miró con una expresión de curiosidad, mientras yo sentí mi cuerpo temblar. —Hola, bebé ¿Cómo te llamas? —pregunté con voz quebrada por completo, conmovido, me parecía increíble que ese pequeño fuese real y no producto de mis sueños.—Bebé —dijo el niño.Su presencia en ese lugar, solo podía significar que Tarah debía estar por allí.—¿Dónde está tu mamá? —le pregunté y el niño hizo un gesto levantando la mano con la palma hacia arriba.—No che… mamá tabajando —respondió el pequeño con voz infantil.Antes de que pudiera seguir conversando con él, se escuchó la voz de una mujer.—Liam Paul, ¿Dónde estás? ¿Por qué huiste? —y enseguida apareció una mujer joven reprendiéndolo—, disculpe si este pequeño bribón lo está molestando.Cuando el niño la vio comenzó a reír y a querer bajarse de mis brazos, pero me negaba a dejarlo ir. La chica lo agarró de mis brazos, y después dirigió su mirada a mí, palideció al ver mi ro
Tarah O'KellyAlexis se mantuvo en silencio durante unos momentos, aparentemente reflexionando sobre mi pregunta. Me observó con ojos inquisitivos antes de responder.—Lo que me pidas —respondió y yo me sonreí como el gato que se toma la leche.—¡Muy interesante! Muy bien, puedo decirte lo que yo quiero, pero antes te doy la oportunidad de que me digas que tanto estás dispuesto a dar por esto, ¿Qué me ofreces tú? —pregunté mirándolo con interés.—Te ofrezco una asociación, dándote el 40% de la aerolínea, y que CanaAeroTech, incursione directamente en este mercado. A pesar de esta disyuntiva, Kontos Airline tiene un nombre, una influencia, esto que ocurre es temporal… porque muchas empresas nos negaron los repuestos, y cancelaron los contratos como si alguien hubiese preparado algún plan para ello, y el problema es que aún no han pagado la penalización, porque tienen un plazo hasta de un año para hacerlo, solo que no puedo esperar, el retraso puede jugarme en contra —explicó y a pesar
Tarah O'Kelly Las palabras salieron de mis labios con firmeza, y aunque sabía que mi solicitud podía ser un shock, también sabía que era la manera de asegurarme de que Alexis y todos los suyos pagaran. Mi propuesta de matrimonio quedó suspendida en el aire, y el silencio llenó el ambiente. Alexis parecía completamente desconcertado por mi solicitud, mientras yo mantenía una expresión de determinación, disfrutando de la sorpresa en su rostro. Finalmente, tras unos segundos que parecieron eternos, Alexis dejó escapar una risa nerviosa. —¿Estás de broma o me estás jodiendo? —preguntó, aun sin poder creer lo que acababa de escuchar. —¿Me ves riéndome? —pronuncié con seriedad y él me miró con los ojos entrecerrados—, y no te estoy jodiendo, esa es mi condición para considerar tu propuesta de asociación. Demás está decir que si aceptas haremos capitulaciones matrimoniales, en caso de que yo muera mientras estemos casados no tendrás acceso a mis bienes, el matrimonio es solo por dos años
Tarah O'Kelly Escuchar la voz de Alexis al otro lado confirmando que se casaría conmigo era una especie de orgasmo emocional que estaba sintiendo, mientras por dentro mi yo malvado se reía a carcajadas. —¿Tan rápido aceptaste? Por lo menos pensé que te ibas a hacer de rogar, eres más fácil de lo que penser… aunque pensándolo bien me gusta así, flojito y cooperando. “Firma entonces el contrato” me ordenó como si fuese él quien tuviera el sartén por el mango y yo di un resoplido de enojo. —Alexis, tú no vas a decirme qué hacer, quien tiene el cuchillo por el mango soy yo… no voy a firmar tu maldit0 acuerdo hasta que las condiciones se cumplan —espeté con firmeza. “Entonces mañana mismo vamos a una oficina de registro civil y nos casamos, y así tendrás tu maldit4 cláusula firmada y yo mi maldit0 contrato”. —¡No! ¿Qué crees? Quiero que la boda se celebre en la isla Kontos, en dos semanas y con los mismos invitados, sin excepción que fueron a la boda de tu hija, incluyéndola a ella y
Tarah O'KellyEl beso había dejado una marca ardiente en mi piel y una sensación de confusión en mi mente. Alexis se alejó, dejándome sin palabras, y no pude evitar mirarlo con asombro. Su mirada estaba llena de intensidad, y su aliento agitado era evidencia de que el beso nos había afectado a ambos.—Eso no cambia nada, Alexis. Esto sigue siendo mi juego. Y, por cierto, vas a jugar como yo quiera que lo hagas —respondí, tratando de recuperar mi compostura.Alexis frunció el ceño, como si hubiera esperado una reacción diferente de mí. Antes de que pudiera decir algo más, la puerta se abrió y Jonathan, mi abogado, entró en la oficina.—¿Está todo en orden, señorita O'Kelly? —preguntó, ignorando la tensión en la habitación.Asentí, y Alexis también confirmó con un gesto de cabeza. Jonathan procedió a dejar los documentos del contrato prematrimonial y asegurarse de que todo estuviera en orden. Parecía estar acostumbrado a lidiar con situaciones incómodas.Cuando finalizó su tarea, Jonath
Alexis Nickolai KontosLlegué a la isla un día antes de la boda, estaba nervioso como nunca me había sentido, caminaba de un lado a otro como una fiera enjaulada, no la había visto llegar. A decir verdad, temía que Tarah no se presentara y desapareciera de mi vida juntos con mi hijo tan misteriosamente como había aparecido.Llamé al gerente general del hotel, por décima vez, en menos de dos horas.—¿Llegó la señora? —pregunté tratando de controlar la ansiedad en mi voz.“No ha llegado aún, señor”. Corté la llamada y me pasé la mano por la cabeza, ¿Será que no vendrá? ¿Tanto querer vengarse de mí para que renuncie a estas alturas? ¿Acaso no es lo que estaba esperando?La ansiedad se apoderó de mí mientras seguía esperando la llegada de Tarah. No sabía si sus amenazas de venganza habían sido una artimaña para ponerme en mi lugar y dejarme en ridículo frente a todos o si realmente estaba dispuesta a llevar a cabo esa boda. La incertidumbre era insoportable y hasta sentía que mi estómago