Tarah O'KellyEl beso había dejado una marca ardiente en mi piel y una sensación de confusión en mi mente. Alexis se alejó, dejándome sin palabras, y no pude evitar mirarlo con asombro. Su mirada estaba llena de intensidad, y su aliento agitado era evidencia de que el beso nos había afectado a ambos.—Eso no cambia nada, Alexis. Esto sigue siendo mi juego. Y, por cierto, vas a jugar como yo quiera que lo hagas —respondí, tratando de recuperar mi compostura.Alexis frunció el ceño, como si hubiera esperado una reacción diferente de mí. Antes de que pudiera decir algo más, la puerta se abrió y Jonathan, mi abogado, entró en la oficina.—¿Está todo en orden, señorita O'Kelly? —preguntó, ignorando la tensión en la habitación.Asentí, y Alexis también confirmó con un gesto de cabeza. Jonathan procedió a dejar los documentos del contrato prematrimonial y asegurarse de que todo estuviera en orden. Parecía estar acostumbrado a lidiar con situaciones incómodas.Cuando finalizó su tarea, Jonath
Alexis Nickolai KontosLlegué a la isla un día antes de la boda, estaba nervioso como nunca me había sentido, caminaba de un lado a otro como una fiera enjaulada, no la había visto llegar. A decir verdad, temía que Tarah no se presentara y desapareciera de mi vida juntos con mi hijo tan misteriosamente como había aparecido.Llamé al gerente general del hotel, por décima vez, en menos de dos horas.—¿Llegó la señora? —pregunté tratando de controlar la ansiedad en mi voz.“No ha llegado aún, señor”. Corté la llamada y me pasé la mano por la cabeza, ¿Será que no vendrá? ¿Tanto querer vengarse de mí para que renuncie a estas alturas? ¿Acaso no es lo que estaba esperando?La ansiedad se apoderó de mí mientras seguía esperando la llegada de Tarah. No sabía si sus amenazas de venganza habían sido una artimaña para ponerme en mi lugar y dejarme en ridículo frente a todos o si realmente estaba dispuesta a llevar a cabo esa boda. La incertidumbre era insoportable y hasta sentía que mi estómago
Tarah Kontos La noche avanzó, y la recepción de la boda continuó con alegría y bullicio. La gente disfrutaba de la comida, la música y el champán, pero yo estaba nerviosa ideando una manera de librarme de la noche de bodas.Caminé a pedir una copa, me la tomé de un solo tragó tratando de calmarme y segundos después pedí otro. No podía evitar sentir temor por lo que se avecinaba, salí al jardín del hotel para tomar aire, cuando de pronto escuché unos pasos detrás de mi, al girarme se trataba de Anthony.—Tarah ¿Así que decidiste casarte con mi suegro? Creo que cometiste el peor error de tu vida… los Kontos están arruinados, aún estás a tiempo… yo nunca te he podido olvidar… cometí un error al casarme con Thalía, estoy muy arrepentido, quizás podemos dejar todo atrás y empezar de nuevo —pronunció Anthony y yo sentí la rabia agitarse dentro de mí, sin dejar de mirarlo con incredulidad.—Anthony, ¿Sabes lo que lamento? Haber perdido un año con un hombre que no vale la pena como tú… hace c
Alexis Nickolai Kontos.La rabia se agitó dentro de mí como si fuera un volcán en erupción cuando vi a Anthony besando a Tarah, vi todo oscuro y mi capacidad de razonamiento quedó por un momento anulada.Me iba a ir corriendo detrás de ella, pero en ese momento apareció Esteban, uno de mis hermanos.—Alexis, debes venir, a Thalía le dio una crisis —pronunció con preocupación.Salí hacia donde ella estaba, la habían llevado a un rincón más tranquilo del jardín para que se recuperara de su crisis. Mi hija era muy sensible a las tensiones familiares, por eso no había querido que estuviera en la boda.Al acercarme, encontré a Thalía temblando y tratando de respirar profundamente, mientras no dejaba de llorar. La miré con preocupación mientras las demás personas a su alrededor intentaban calmarla.Me acerqué a ella, cuando me vio se lanzó en mis brazos.—Ya no aguanto más papá.—Tranquila, Thalía, estás a salvo aquí. Respira profundo, cariño. ¿Puedes decirme qué pasó? —dije en un intento d
Tarah KontosAlexis apretó los puños con furia, sus ojos lanzando chispas de enojo. —Esto no es una broma, Tarah. No sé si te das cuenta de la magnitud de lo que está sucediendo aquí. Mi vida está hecha un desastre.Levanté una ceja y me crucé de brazos, intentando mantener una actitud desafiante a pesar de la situación. —Oh, creo que sí me doy cuenta. Pero la culpa es tuya, se los advertí, él que por su gusto peque que vaya al infierno a quejarse. Además, va a ser divertido para la gente especular como un magnate griego con problemas familiares y su esposa, destruyen una habitación de hotel en su noche de bodas, a lo mejor piensen como yo, que creí era parte de la tradición griega.Alexis se acercó a mí, su mirada intensa. —Esto no es lo que yo quería, Tarah… te dije que dejaras a mi hija fuera de todo esto… e insististe en arrastrarla, conmigo puedes hacer lo que quieras, pero con ella no.Sonreí de manera sarcástica. —Me sorprende lo maravilloso padre que eres, lástima que eso
Alexis Kontos La brisa del mar entraba a través de la ventana abierta, escuché el ruido de las olas, al romper en la playa como una caricia constante, llenando mis oídos. Moví la nariz e inhalé el grato olor a flores, sentí un peso en el pecho, y la sensación de ese cálido cuerpo sobre el mío, despertó emociones intensas en mí. Abrí los ojos, despertando totalmente y mi corazón saltó en mi pecho emocionado al verlo, durmiendo sobre mi pecho, durmiendo a mi lado, con una expresión apacible en su rostro, muy diferente a la que había mostrado en su último enfrentamiento.Un atisbo de mi pasado turbulento con la madre de Thalía me atormentó por un instante, pero luego lo dejó ir. Tarah no era la misma, no tenían ningún punto de comparación con esa mujer manipuladora y traicionera. Tarah era una mujer fuerte, independiente y, a pesar de su fachada desafiante, era dulce, delicada, empática, había demostrado ser una madre preocupada por su hijo.A pesar de que yo había rechazado al bebé,
Tarah Kontos. La noticia pareció impactarle a Alexis como un rayo, y el teléfono cayó al suelo desde sus manos. Su rostro se tornó pálido, y una mezcla de terror y desesperación se reflejó en sus ojos. Sin pensarlo dos veces, me apresuré a recoger el teléfono y llevarlo a mi oído. —¿Esteban? Soy Tarah ¿Qué le sucedió a Thalía? —pregunté con urgencia, no pude evitar el temblor en mi voz. Desde el otro lado de la línea, Esteban explicó en voz baja y afligida: “Thalía tomó una sobredosis de pastillas. La encontramos a tiempo, pero no sabemos si logrará superarlo. Necesitan venir al hospital, es el más cercano a la casa de Alexis”. El impacto de las palabras de Esteban resonó en la habitación, y la angustia se apoderó de nosotros. Yo sabía que Thalía tenía problemas, pero nunca imaginé que llegarían a este punto. —Vamos enseguida —dije mirando a Alexis con determinación. Colgué el teléfono y comencé a buscar prendas de ropa para mí y para él, me causó pesar ver a ese hombre con una
Alexis Nickolai Kontos.Nunca había sabido lo que era estar en el infierno, hasta ese momento, el miedo me invadía como una peligrosa plaga que quería acabar conmigo, la desesperación anidó dentro de mí, mientras veía a los médicos intentar traer de vuelta a Thalía, cuando uno de ellos dijo que no había nada que hacer, no pude aceptarlo en mi corazón.Mi cuerpo se movió a una velocidad impresionante y en segundos estaba junto a mi hija, sentía mi pecho subiendo y bajando con un ritmo acelerado y errático mientras le realizaba yo mismo las compresiones.Me negaba a aceptar esa dolorosa realidad, si una vez ella había sobrevivido a la muerte, no era para dejarse vencer ahora, mi hija era una luchadora, no la iba a dejar darse por vencida,Mi corazón latía con fuerza y la angustia se apoderaba de mí mientras esperaba un signo de vida en Thalía.—¡Hija, por favor, despierta! —grité mientras no dejaba de intentar traerla de vuelta y mis lágrimas caían sobre el cuerpo inerte de mi hija —. N