Tarah KontosAlexis apretó los puños con furia, sus ojos lanzando chispas de enojo. —Esto no es una broma, Tarah. No sé si te das cuenta de la magnitud de lo que está sucediendo aquí. Mi vida está hecha un desastre.Levanté una ceja y me crucé de brazos, intentando mantener una actitud desafiante a pesar de la situación. —Oh, creo que sí me doy cuenta. Pero la culpa es tuya, se los advertí, él que por su gusto peque que vaya al infierno a quejarse. Además, va a ser divertido para la gente especular como un magnate griego con problemas familiares y su esposa, destruyen una habitación de hotel en su noche de bodas, a lo mejor piensen como yo, que creí era parte de la tradición griega.Alexis se acercó a mí, su mirada intensa. —Esto no es lo que yo quería, Tarah… te dije que dejaras a mi hija fuera de todo esto… e insististe en arrastrarla, conmigo puedes hacer lo que quieras, pero con ella no.Sonreí de manera sarcástica. —Me sorprende lo maravilloso padre que eres, lástima que eso
Alexis Kontos La brisa del mar entraba a través de la ventana abierta, escuché el ruido de las olas, al romper en la playa como una caricia constante, llenando mis oídos. Moví la nariz e inhalé el grato olor a flores, sentí un peso en el pecho, y la sensación de ese cálido cuerpo sobre el mío, despertó emociones intensas en mí. Abrí los ojos, despertando totalmente y mi corazón saltó en mi pecho emocionado al verlo, durmiendo sobre mi pecho, durmiendo a mi lado, con una expresión apacible en su rostro, muy diferente a la que había mostrado en su último enfrentamiento.Un atisbo de mi pasado turbulento con la madre de Thalía me atormentó por un instante, pero luego lo dejó ir. Tarah no era la misma, no tenían ningún punto de comparación con esa mujer manipuladora y traicionera. Tarah era una mujer fuerte, independiente y, a pesar de su fachada desafiante, era dulce, delicada, empática, había demostrado ser una madre preocupada por su hijo.A pesar de que yo había rechazado al bebé,
Tarah Kontos. La noticia pareció impactarle a Alexis como un rayo, y el teléfono cayó al suelo desde sus manos. Su rostro se tornó pálido, y una mezcla de terror y desesperación se reflejó en sus ojos. Sin pensarlo dos veces, me apresuré a recoger el teléfono y llevarlo a mi oído. —¿Esteban? Soy Tarah ¿Qué le sucedió a Thalía? —pregunté con urgencia, no pude evitar el temblor en mi voz. Desde el otro lado de la línea, Esteban explicó en voz baja y afligida: “Thalía tomó una sobredosis de pastillas. La encontramos a tiempo, pero no sabemos si logrará superarlo. Necesitan venir al hospital, es el más cercano a la casa de Alexis”. El impacto de las palabras de Esteban resonó en la habitación, y la angustia se apoderó de nosotros. Yo sabía que Thalía tenía problemas, pero nunca imaginé que llegarían a este punto. —Vamos enseguida —dije mirando a Alexis con determinación. Colgué el teléfono y comencé a buscar prendas de ropa para mí y para él, me causó pesar ver a ese hombre con una
Alexis Nickolai Kontos.Nunca había sabido lo que era estar en el infierno, hasta ese momento, el miedo me invadía como una peligrosa plaga que quería acabar conmigo, la desesperación anidó dentro de mí, mientras veía a los médicos intentar traer de vuelta a Thalía, cuando uno de ellos dijo que no había nada que hacer, no pude aceptarlo en mi corazón.Mi cuerpo se movió a una velocidad impresionante y en segundos estaba junto a mi hija, sentía mi pecho subiendo y bajando con un ritmo acelerado y errático mientras le realizaba yo mismo las compresiones.Me negaba a aceptar esa dolorosa realidad, si una vez ella había sobrevivido a la muerte, no era para dejarse vencer ahora, mi hija era una luchadora, no la iba a dejar darse por vencida,Mi corazón latía con fuerza y la angustia se apoderaba de mí mientras esperaba un signo de vida en Thalía.—¡Hija, por favor, despierta! —grité mientras no dejaba de intentar traerla de vuelta y mis lágrimas caían sobre el cuerpo inerte de mi hija —. N
Alexis Nickolai Kontos. Un tiempo después que a mí me parecieron horas, salió el médico de la habitación de Thalía y se acercó a mí. Tenía un rostro serio, y su mirada reflejaba la gravedad de la situación. Tragué saliva, sintiéndola demasiado gruesa para mi garganta, mientras me preparaba mentalmente para lo que iba a decir. —Señor Kontos, le hemos dado a Thalía un sedante para tranquilizarla, estaba muy alterada, todo esto ha sido muy duro para ella. Su situación es muy delicada, debido no solo a su estado físico, sino también psicológico. Necesitamos realizar más evaluaciones y exámenes para determinar un diagnóstico. Ha estado en un estado de coma durante varios días, y eso pudo haber causado algún problema. Haremos todo lo que está a nuestro alcance, pero es un proceso complicado —explicó el médico con sinceridad. Mis pensamientos se agolparon, y mi mente se llenó de preocupación. A pesar de que Thalía había recuperado el pulso, la incertidumbre sobre su condición persistía. S
Alexis Nickolai Kontos.Mi mano apretaba con fuerza el cuello de Anthony, y su expresión de arrogancia comenzó a desvanecerse, reemplazada por una mirada de pánico. Su voz salió entrecortada.—Suélteme… ¿Qué pretende? Si me hace daño lo demandaré —pronunció en tono amenazante. Mi paciencia se estaba agotando rápidamente. Lo miré con ojos furiosos.—Entonces voy a darte motivo para que puedas fundamentar bien tu demanda —expresé y sin dejarlo hablar un segundo más, levanté mi puño y se lo estampé en la boca, y no me detuve allí, seguí golpeándolo, golpe tras golpe.Mi ira se desató con una violencia que había estado acumulando durante mucho tiempo. Golpeaba a Anthony sin piedad, sin darle oportunidad de defenderse o de balbucear alguna palabra. Cada puñetazo que asestaba era una liberación de la rabia que sentía por todo el dolor que había causado a mi familia y, en particular, a Thalía.Anthony intentó levantar los brazos para protegerse, pero era inútil. Mi furia era incontenible,
Tarah KontosVi a Alexis emocionado, y sentí lástima por él, porque conocía a mi hijo, y sabía que Paul estaba llamando papá, pero no precisamente a él.Alexis repitió la pregunta y nuestro pequeño hijo se cubrió la boca con la mano, y como pocas veces hacía, se carcajeó, como si estuviera burlándose de su padre.—¡No! Tú eles home gande, este es mi papá —dijo agitando mi teléfono en su mano mostrándole la pantalla donde se veía claramente el rostro de Paul.—¡Papá! —repitió con entusiasmo.Mi corazón se aceleró en ese momento, y sentí una mezcla de emociones en mi interior. Por un lado, la alegría de ver a mi hijo reconociendo a Paul como su padre, quien nos había dado tanto y a mi parecer merecía ese título en su memoria, y por la otra, me dio tristeza, al ver el rostro desencajado de Alexis al darse cuenta de la verdad.Alexis miró a nuestro hijo con una expresión seria, se acercó y tomó mi teléfono, donde por unos segundos se quedó mirando la imagen durante un momento, y luego mir
Tarah Kontos Me quedé inmóvil en la puerta del baño, con los ojos fijos en el hombre que acababa de salir de la ducha. La sorpresa me dejó sin aliento. Había imaginado a Alexis de muchas maneras, pero nunca lo había visto desnudo, a pesar de que concebimos a Paul, no había tenido oportunidad de verlo.Alexis me miró con una expresión de diversión en su cara, y con una sonrisa seductora baja braga que hizo temblar mis piernas y envió un sinfín de sensaciones en cada terminación nerviosa de mi cuerpo, debí apretar mis piernas para contener el deseo que se agitó dentro de mí.Cubrí mis ojos con la mano derecha mientras giraba mi cuerpo para salir de la habitación del baño, pero Alexis, me giró de nuevo hacia él, obligándome a observar su figura musculosa y desnuda. —¡Lo siento! ¡¿Qué haces aquí?! —murmuré apresuradamente, sintiendo mi rostro arder de vergüenza mientras pronunciaba mis últimas palabras con nerviosismo—. Esta habitación me la asignaron a mí… así que tú estás en la habita