Levi HallYo miré profundamente a Taylor a los ojos, con el corazón, latiéndome a mil por hora y es que esa mujer tenía la capacidad de enloquecerme en fracciones de segundo, por eso sin perder más tiempo, hice la propuesta que me estaba carcomiendo porque no podía esperar más.Durante esos segundos de incertidumbre, sentí que mi corazón latía con fuerza, esperando su respuesta. Pero entonces, una sonrisa curvó sus labios y mis temores se desvanecieron.—Mi amor, casémonos dentro de dos semanas. No puedo esperar más para hacerte mi esposa —le propuse. La sonrisa de Taylor se desvaneció y se mordió el labio, apartando la mirada. A mí se me cayó el estómago. No quiere casarse conmigo, pensé, cabizbajo y confuso. Entonces Taylor se volvió, con una sonrisa juguetona en la cara. —¿Qué te parece si nos escapamos a Las Vegas? —preguntó Taylor con una mirada traviesa en sus ojos y continuó—. Porque si a ti te parece, entonces yo acepto.—¿Qué quieres decir? —interrogué un poco lento.—Que
Georgina Harper.Yo sentí cómo el calor se extendía por mi cuerpo, embelesada por sus caricias. Sentía sus manos por todas partes, provocándome suspiros de placer. —Zucker —gemí. Sus labios rozaron mi cuello y sus dedos recorrieron las curvas de mis caderas. Yo me acerqué a él, deseando que me tocara más. Me guio hacia atrás hasta que toqué el borde de la cama. Con un suave empujón, me tumbó y su mirada recorrió mi cuerpo con avidez. —Eres tan hermosa —ronroneó, quitándome lentamente la camisa. Me acerqué a él con avidez y mis dedos recorrieron los duros pectorales de su pecho. —Te necesito ahora —expresé en tono suplicante. Él se acomodó entre mis muslos, su erección rozándome la entrada. —Como quieras, sabes que solo tú me mandas, amor —me dijo Zucker con una mirada de evidente deseo.Me penetró con fuerza. Yo grité, abrumada por la deliciosa sensación de ser llenada por él. Empezó a moverse, despacio al principio, arrastrando cada golpe, una serie sucesiva de movimientos de
Levi HallLa pequeña capilla en Las Vegas estaba decorada de una manera peculiar, con luces de neón parpadeantes y un ambiente que parecía sacado de una película. Taylor y yo nos veíamos visiblemente emocionados, llenos de amor el uno por el otro.Nos paramos frente al altar, flanqueados por dos imitadores de Elvis Presley que fungían como nuestros testigos.La música de fondo comenzó a sonar, y tomé la mano de Taylor con una sonrisa radiante en el rostro. A pesar de la sencillez de la ceremonia, los ojos de mi mujer brillaban rebosantes de felicidad.—¿Estás lista para esto? —le pregunté, mirándola con adoración.Ella asintió con una sonrisa igualmente radiante.—Más que lista, Levi, estoy ansiosa porque al fin estaremos juntos —declaró Taylor visiblemente emocionado.Elvis, el falso oficiante, comenzó a pronunciar las palabras de la ceremonia, y sentí mi corazón golpear con fuerza en mi pecho, y cuando finalmente llegó el momento de los votos matrimoniales, miré profundamente a los
Nueve meses después.Taylor Harris.Me encontraba en mi consultorio con mi abultado vientre, a pesar de que ya estaba en los días que daría a luz, no había querido dejar de trabajar, porque estaba comprometida con lo que hacía.Sin embargo, no esperaba que a mis hijos se les diera por nacer justo en ese momento. Apreté los dientes cuando una intensa contracción se apoderó de mi cuerpo; sin embargo, decidí esperar, porque podía ser falsa alarma, así que traté de relajarme lo más que podía.Pero minutos después volví a ser atacada por otra contracción, respiré agitadamente por el dolor, me agarré con fuerza a los brazos de la silla. El señor Roward seguía parloteando distraídamente frente a mí, gesticulando salvajemente mientras yo sentía que me partían en dos. —Señor Roward —interrumpí el parloteo del hombre con los dientes apretados —. Me temo que tenemos que interrumpir esta consulta médica.El Sr. Roward parpadeó sorprendido. —¿Qué? ¿Por qué demonios haríamos eso? ¿Sabe cuánto ti
Taylor HallEl personal del hospital reaccionó rápidamente ante mi llegada y mi inminente parto. Trajeron una camilla de inmediato y me llevaron hacia la sala de parto. A pesar del dolor y la urgencia, me mantuve tranquila y concentrada en dar la bienvenida a mis bebés al mundo.—Señora Hall, ya debe empezar a pujar —dijo el médico.—No, no lo haré hasta que Levi esté aquí, estos niños lo hicimos juntos y juntos debemos recibirlos juntos —protesté.El Dr. Andrews y las enfermeras intercambiaron miradas de desconcierto. —Taylor, el bebé, viene ahora. Tenemos que traerlo al mundo antes de que haya complicaciones. —No lo habrá —dijo Taylor apretando los dientes —. No voy a hacer esto sin mi marido.—Pero Taylor… —empezó a protestar el médico, pero yo lo interrumpí.—No se preocupe que él está por llegar, y yo puedo esperar —respondí con firmeza, negándome a dar a luz.Jessica HallEstaba en casa de mis suegros, cuando el teléfono de Landon comenzó a sonar y de inmediato él atendió.—
Jessica HallLa tensión y la emoción llenaban el aire, le habían avisado también a la familia de Taylor y eran muchos, más hombres que mujeres, y allí estaban su madre, padre, tíos, era una completa locura, temía que terminaran echándonos por el alboroto que estábamos causando.La familia llegó al hospital y se dirigió rápidamente a la sala de espera al frente de la sala maternidad. Mientras aguardaban, oyeron voces de la enfermera.—¿Vieron a esa mujer? Se vino conduciendo mientras su bebé nacía en el auto ¡Es increíble!La madre de Taylor, quien se encontraba en la sala de espera oyendo, rodó los ojos con incredulidad.—¿Escucharon eso? ¡Qué locura! ¿Te lo puedes creer? Esa paciente debe estar loca para conducir con contracciones, a punto de dar a luz. ¿Qué clase de lunática haría algo así? —dijo, sin sospechar que se refería a su propia hija.Landon rió suavemente y palmeó el hombro de la mujer.—Bueno, lo peor es que... en realidad, conoces a esta mujer. Es tu hija, Taylor —confes
Dos años después.Alexis KontosDesde la terraza de mi casa observaba a toda la familia, incluso a mis hermanos y todos los miembros de la familia Hall, celebrando un nuevo cumpleaños de las gemelas. Jamás imaginé que esa mujer que llegó a interrumpir el matrimonio de mi hija, nos daría tanta felicidad.Veía los niños corriendo de un lado a otro hasta ahora. Eran tres niños, Paul, Carter y Diallo, y seis niñas, Alexandra, Kejsi, Sarai, Elena, Tanya y Leandra, y si a ellos le sumamos a Emiliana, la hija de Gregory y Malcolm, el hijo de Maxwell. Eran cuatro contra siete en total.Los observaba y, a excepción de Paul y Carter que se parecían a mí, los demás eran puro Hall, sobre todo los pequeños Kejsi y Diallo, que parecían mellizos, eran idénticos, solo cambiaban en su sex0, eran adorables, y él, a pesar de ser más pequeño, siempre la protegía. En cuanto a las gemelas de Levi, Tanya era la más tímida y Leandra un vendaval como su tía Tarah. Sarai era una mezcla de su madre y su tía G
Tarah O'Kelly—Señorita Tarah, usted ha sido designada para el traslado de los invitados a la isla donde se celebrará la boda de la hija del señor Alexis Kontos —pronunció mi jefa con seriedad.Aunque todas mis compañeras habían esperado ser designadas, yo no, por eso no pude evitar oponerme.—Pero ¿Por qué yo? Ya estaba destinada para el vuelo de Berlín —protesté.Me molestaba tener que lidiar con un montón de gente rica, snob, que se creían un regalo para la humanidad, esa tarea sería demasiado latosa para mí, ya los había tenido demasiado en mi vida y me negaba a seguir soportándolos.—Usted lo ha dicho, estaba, ahora prepárese que desde mañana a primera hora tendrá que hacer el traslado y deberá quedarse en la isla durante dos días, si no está interesada siempre podemos despedirla —sentenció mi jefa con tono severo, sin darme tiempo a ninguna réplica.Puse mis ojos en blanco con resignación, lamentablemente no tenía otra opción.Salí de allí en silencio y comencé a marcar a mi nov