Tarah O'Kelly
Después de dos semanas que habían pasado desde que salí de la oficina de Alexis Kontos, por fin mi amiga había logrado reunir a los periodistas y en cuestión de minutos iniciaría una rueda de prensa, donde expondría la verdad y la injusticia que había cometido la familia Kontos conmigo.
No podía evitar estar nerviosa, mis manos me sudaban tanto que debí limpiarlas con cuidado en mi ropa, caminaba de un lado a otro en la antesala donde daría la rueda de prensa.
Aunque sola no podía enfrentar a la poderosa familia Kontos, esperaba que con la ayuda de los medios de comunicación, tuviera una oportunidad real de mostrar sus verdaderos colores y limpiar mi nombre.
Un momento después, Sarah entró.—Amiga, ya es hora… suerte.Asentí y comencé a caminar hacia el salón, tuve una sensación amarga en mi garganta, sentía que estaba a punto de vomitar, respiré profundo y me obligué a pensar en otra cosa, me armé de valor y me paré en el podium.
Me recibió un silencio absoluto, tanto que se podía escuchar la caída de un alfiler, al pararme frente a todos, me aclaré la garganta, abrí la botella de agua mineral y tomé un trago tratando de calmarme.
“Señores periodistas, estoy aquí hoy para denunciar ante la opinión pública nacional las injusticias cometidas por la empresa Kontos Airlines. El caso es que fui designada para ser sobrecargo en un vuelo para la isla de Kontos, con motivo de la celebración de la boda de Thalía Kontos, todo se estaba llevando a cabo a la perfección hasta que el día de la boda descubro que el novio era también el mío.
Intenté reclamar el engaño del que fui objeto, pero el señor Alexis Kontos, me sacó de la ceremonia y me mandó a echar de la isla, pero lo peor es que sin tener ningún motivo, más que la de ser la mujer engañada por su ahora yerno, Anthony Whitman, me despidió. Por eso acudo a ustedes para que me ayuden a que esta injusticia sea corregida y me sea devuelto mi empleo”. Concluí y luego de mi denuncia comenzaron a hacerme una pregunta tras otra.—Señorita O'Kelly, fuentes informan que usted ha intentado por meses romper la relación sólida entre la señorita Kontos y su ahora esposo, por más que él la rechazó e intentó alejarse, usted lo perseguía constantemente —dijo uno de los periodistas.
—Pretende arruinar la reputación de una de las familias más influyentes solo porque es una mujer vengativa y desvergonzada que se involucra con hombres comprometidos —señaló otro y así sucesivamente fueron preguntando.
Miré a Sara con una expresión confusa, no entendía ¡¿Cómo había pasado esto si se supone que la gente que estaba allí eran periodistas de confianza? ¿Cómo se escapó esta situación de nuestras manos?
Los reporteros no escatimaron en preguntas incisivas y falsas acusaciones. Me sentía como si estuviera siendo juzgada en un tribunal público, pero sabía que tenía que mantener la calma y defender mi verdad.
—Lamento si hay malentendidos o rumores infundados sobre mi relación con el señor Anthony Whitman —respondí con firmeza—. La realidad es que él y yo éramos novios antes de que se comprometiera con la señorita Kontos, y me sorprendí mucho cuando lo vi casándose, y por esa razón me echaron de mi trabajo. ¡Quiero justicia! —exclamé con un grito.
Las preguntas seguían llegando, algunas más agresivas que otras, pero me mantuve en pie, respondiendo con honestidad y respeto. Sarah, que estaba en la sala, me brindaba apoyo moral con su mirada y asentimientos de ánimo.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, la rueda de prensa llegó a su fin. Pero cuando se iban a retirar apareció Alexis Kontos.
—¿Se van a ir sin escuchar mi versión de los hechos? —pronunció el hombre de manera arrogante—, tengo imágenes y vídeos que demuestran lo descarado de esta mujer… si no había hablado fue porque era una dama y a uno le enseñan que a la mujer ni con el pétalo de una rosa, pero visto que ella me está atacando a mí y a mi familia tengo derecho a defendernos. ¿No les parece? —inquirió y enseguida los murmullos de los periodistas se escucharon en el recinto.
No pude contenerme y me bajé del escenario y caminé hacia él.
—¿Qué mentira pretende decir de mí? No le crean lo único que quiere es invalidar mi declaración y… —mis palabras fueron interrumpidas una vez más por él.
—Porque no me dejan exponer mi versión y las pruebas que tengo y que la opinión pública sea la que juzgue.
Como si hubiera tenido todo preparado, sacó una especie de bolígrafo y comenzó a transmitir en una pantalla las imágenes de la boda, e incluso un vídeo donde salía yo coqueteando y diciendo incoherencias para seguidamente besarlo, y después mi entrada a su oficina amenazante.
Todo lo sacó de contexto y si yo no hubiese sabido la verdad, seguramente habría terminado creyendo su versión. La rabia bulló dentro de mí, nunca había sentido tanto odio como él que sentía por ese hombre, no podía creer que en la rueda de prensa que había preparado para limpiar mi nombre, había terminado más enlodada que como estaba.
Me acerqué a él con ganas de abofetearlo, pero como si el destino estuviera conspirando en mi contra, o no sé si a mi favor, o un duende malo hubiese intervenido, me vino una arcada, no pude soportar y un chorro de vómito salió de mi garganta e impactó en el pecho del estirado Alexis Nickolai Kontos, quien enseguida dibujó una expresión de asco.
Algunos periodistas nos miraron sorprendidos, otros terminaron carcajeándose, al mismo tiempo que para no perderse ni un detalle de lo que estaba sucediendo, comenzaron a grabar mientras yo pedía al cielo que la tierra se abriera y me tragara.
Me giré y salí de allí corriendo mientras lágrimas de vergüenza surcaban mi rostro, y mi amiga me seguía corriendo.
—¡Espérate, Tarah! —exclamó, pero yo no me detuve hasta llegar al baño, me enjuagué la boca y me lavé el rostro mientras mi amiga me miraba con tristeza.
No sabía si algún día lograba recomponerme de esa vergonzosa escena en la rueda de prensa. Sentía la humillación arder en mi interior mientras el sonido de las risas y los murmullos de los periodistas resonaban en mi mente.Sarah se acercó con preocupación y me sostuvo el brazo.
—Tarah, lo siento tanto. Esa fue una jugada sucia por parte de Alexis Kontos. Te juro que no lo sabía, alguno de los periodistas debió informarle, desconocía que harían esto.
Me miré en el espejo, viendo mi rostro pálido y mi mirada llena de lágrimas. Sabía que no podía darme por vencida, no después de todo lo que había pasado.
—No puedo dejar que esto me derrote, Sarah. Tengo que enfrentar a esa familia y hacerlos pagar por sus humillaciones. No importa lo que cueste.
Sarah asintió con determinación.
—Estoy contigo en esto, Tarah. No te dejaré sola en esta batalla. Vamos a buscar la manera de contrarrestar lo que hizo Alexis en esa rueda de prensa. No permitiremos que te difamen de esta manera.
Salimos del baño y regresamos a la sala donde se había llevado a cabo la rueda de prensa. Todavía algunos periodistas estaban allí, algunos hablando entre ellos sobre el incidente, otros revisando las grabaciones y fotos que habían capturado.
Me acerqué a un grupo de periodistas que estaban discutiendo acaloradamente lo sucedido y traté de mantener la calma mientras les hablaba.
—Señores, entiendo que lo que vieron en la rueda de prensa puede haberles confundido, pero lo que mostró Alexis Kontos fue una manipulación de la realidad. Esas imágenes y videos están sacados de contexto y editados para hacerme quedar mal. La verdad es que fui engañada y despedida injustamente de mi trabajo.
Uno de los periodistas levantó una ceja escéptica.
—Señorita O'Kelly, Hay declaraciones de testigos que señalan de que usted pasó la noche con Alexis Kontos —pronunció— ¿Tiene pruebas que respalden su versión de los hechos y que demuestren lo contrario?
Yo negué con la cabeza, admitiendo mi derrota, salí de allí, sintiéndome por completo destruida, y me fui al apartamento, por primera vez dudaba de las decisiones que había tomado en mi vida, porque por culpa de ellas estaba en esa situación.
Llegué a mi apartamento, pero los vómitos y el malestar no cesaba, tenía la impresión de que había pescado una afección estomacal, por eso al día siguiente, sin perder más tiempo, me fui a un centro de salud y allí me hice ver con el médico.
—Señorita, necesito que se haga estos análisis para determinar un diagnóstico —expresó y yo asentí.
Después de casi dos horas de espera, me llamó la asistente para que hablara con el galeno porque ya tenían los resultados de los análisis.
Entré preocupada, y me senté frente al escritorio, mientras el médico revisaba los resultados.
—¡Felicidades, señorita O'Kelly! —exclamó el médico y yo lo observé como si se hubiese vuelto loco.
Como si leyera el pensamiento sonrió.
—¡No estoy loco, usted está embarazada! —pronunció mientras yo sentía que todo me daba vueltas, se volvía oscuro y perdía el conocimiento.
Tarah O'KellySentí el olor del alcohol en mis fosas nasales, por un momento pensé que había tenido una pesadilla, abrí los ojos lentamente, y al ver el sitio donde estaba la realidad me golpeó fuertemente, como si me hubieran propinado un mazazo en la cabeza.¡No era un sueño, era mi realidad! Estaba allí en un consultorio, rodeada por frío olor antiséptico del lugar, las paredes blancas y el zumbido de las luces fluorescentes. Mi corazón latía con fuerza mientras intentaba procesar la situación.Me incliné para revisar bien el lugar donde me encontraba y vi al doctor sentado junto a mis pies mirándome sonriente.—Me imagino que te desmayaste de la emoción pro la noticia —me dijo el médico y yo cerré los ojos negando con la cabeza, al mismo tiempo que tocaba mi frente.—¡Claro sí! La emoción que me da tener un hijo del hombre que me despidió injustamente y arruinó mi vida —respondí con amargura, sin poder evitar que las lágrimas brotaran de mis ojos, porque estaba jodida, pensé.La
Tarah O'Kelly—Sabía que eras un miserable falta de testículos, pero no sabía que tan bajo eras… antes de estar contigo nunca había estado con otro hombre… Me quedé callada por varios segundos tratando de controlar mi creciente ira, porque juro que si seguía allí iba a terminar haciéndole exodoncia en sus perfectos dientes, porque ganas de sacárselos uno a uno no me faltaban.Sin embargo, me di cuenta que no tenía sentido seguir tratando de razonar con este hombre, él había sacado conclusiones y tomado su decisión.—Sabías que solo querías dinero, ¿Es eso lo que busca? ¿Convertirte en la mantenida de un millonario? —inquirió con una expresión divertida.Aunque era un hombre extremadamente hermoso, con uno de los mejores físicos que había visto en mi vida, su actitud lo hacía un ser insensible, cruel y sin corazón.No valía la pena seguir discutiendo, lo miré con desdén mientras me acercaba a él, lentamente y en un susurro le hablé.—¿Crees que necesito de tus millones para vivir? ¿Ve
Tarah O'Kelly—Sí, es mi hermano Michael. Pero, ¿qué estás haciendo aquí? ¿Cómo supiste dónde encontrarme? Si hasta usé el apellido de soltera de mi abuela materna —señalé sin poder creer que me hubiesen encontrado. Michael miró a Sara con una sonrisa leve mientras se soltaba de ella con cuidado.—¿Tienes un hermano y no me lo dijiste? —preguntó Sarah con reproche y una expresión de quererme matar, pero antes de poder responderle lo hizo mi hermano.—No, en realidad tiene seis hermanos y ella es la única mujer. Y en cuanto a tu pregunta de porque estoy aquí Tarah, vine por ti… es hora de que regreses a casa con tu familia, creo que ya experimentaste lo suficiente. Sabemos dónde has estado desde el mismo día que te fuiste de casa ¿Crees que papá te iba a dejar irte y olvidarse de ti? De hecho, nunca esperó que con su ultimátum te atrevieras a escoger ser sobrecargo por encima de tu familia, y que dejaras todas las comodidades…—¡Para ya! Sabes bien que eso no me importa, lo único que
Tarah O'Kelly “Respira profundo Tarah, no vayas a pelear con tu padre, porque vienes llegando, mejor cálmate y hablas”, me dije contando hasta diez, porque en verdad no quería conflictos y en mi estado no era bueno tenerlos. Así que opté por quedarme en silencio, ni siquiera supe por cuanto tiempo procesando la propuesta de mi padre. Sabía que mi familia estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario para ayudarme, pero casarse con Paul Tremblay, un hombre al que nunca había visto, porque era dueño de la primera empresa fabricante de aviones del mundo era una decisión importante y comprometedora. Finalmente, cuando me sentí más calmada, levanté la mirada y me dirigí a mi padre con determinación. —Papá, entiendo que estés tratando de protegerme y a mi hijo, y sé que tu oferta viene producto de tu amor y preocupación por mí. Pero casarme con un hombre que no conozco, no lo voy a hacer, ni menos arriesgarme a exponer a mi hijo. Mi padre asintió, pero no me dio la razón. —Tarah, est
Tarah O'KellyY después de un par de semanas, estaba allí, en una ceremonia de boda sencilla en el jardín de la casa de mis padres, caminando por un pasillo para encontrarme con Paul que estaba esperándome con una sonrisa en sus labios, se veía feliz.La ceremonia fue rápida, aunque muy significativa y conmovedora. A pesar de que nuestra unión no era un matrimonio tradicional por amor, había una sensación de complicidad y respeto entre nosotros. Prometimos apoyarnos mutuamente en esta nueva etapa de nuestra vida, con todos sus desafíos y sorpresas. La presencia de mi familia en la ceremonia, significaba mucho para mí.Cuando el oficiante declaró que éramos oficialmente marido y mujer, intercambiamos sonrisas y miradas cómplices. Mis padres, hermanos y mi amiga Sara que asistieron a la ceremonia aplaudieron con alegría, celebrando esta nueva fase de nuestras vidas.Después de la ceremonia, los invitados se reunieron en el jardín para disfrutar de una comida en familia y compartir anéc
Alexis Nickolai KontosVeía al pequeño niño corriendo hacia mí, era una réplica mía, todo él, desde la forma de su cara, la forma de su nariz, sus labios, su color de ojos y cabello, eran exactamente como los míos, tenía una sensación de estar viéndome de pequeño.Me arrodillé en el suelo para recibirlo, abrí mis brazos de par en par porque moría por abrazarlo, pero no se detuvo a mi lado, sino que siguió corriendo dirigiéndose detrás mí, abrazó a un hombre tomándolo por el cuello y besándolo en sus mejillas.—Papá, te amo —le dijo con un tono lleno de ternura.Esa escena me golpeó como un torbellino de emociones. ¡Observé al niño que me recordaba tanto a mí! Mi Corazón latió con fuerza mientras intentaba comprender la escena frente a mí.—No, yo soy tu papá —le dije girándome hacia él y el niño negó con la cabeza.—¡No! ¡Tú no me quisiste!Al escuchar esas palabras me desperté sobresaltado, con una leve capa de sudor cubriendo mi frente, y mi corazón encogido en mi pecho producto de
Tarah O'Kelly Los meses fueron pasando, Paul seguía luchando contra la enfermedad, mientras yo no dejaba de pedirle al cielo un milagro, lo acompañé a algunas revisiones médicas, pero las noticias eran cada vez más desbastadora, sin embargo, me aferraba a la posibilidad de que algo surgiera. Disfrutábamos de algunos paseos por el parque, cenas románticas y viajes de fin de semana. Descubrimos que teníamos muchos intereses en común, desde la música hasta la comida exótica, y disfrutábamos cada momento que pasábamos juntos. Paul siempre me sorprendía con pequeños gestos, como dejar flores frescas en la mesa del desayuno o escribirme notas de amor. Estos gestos sencillos, pero significativos, me recordaban constantemente cuánto significaba para él. El embarazo avanzó, mi vientre crecía a medida que el tiempo pasaba. Paul tomaba mi mano y la colocaba junto con la suya en mi vientre, para que juntos pudiéramos sentir los movimientos del bebé. Su ternura y cuidado durante este período me
Alexis Kontos Cuando lo vi una extraña sensación me recorrió, el niño me miró con una expresión de curiosidad, mientras yo sentí mi cuerpo temblar. —Hola, bebé ¿Cómo te llamas? —pregunté con voz quebrada por completo, conmovido, me parecía increíble que ese pequeño fuese real y no producto de mis sueños.—Bebé —dijo el niño.Su presencia en ese lugar, solo podía significar que Tarah debía estar por allí.—¿Dónde está tu mamá? —le pregunté y el niño hizo un gesto levantando la mano con la palma hacia arriba.—No che… mamá tabajando —respondió el pequeño con voz infantil.Antes de que pudiera seguir conversando con él, se escuchó la voz de una mujer.—Liam Paul, ¿Dónde estás? ¿Por qué huiste? —y enseguida apareció una mujer joven reprendiéndolo—, disculpe si este pequeño bribón lo está molestando.Cuando el niño la vio comenzó a reír y a querer bajarse de mis brazos, pero me negaba a dejarlo ir. La chica lo agarró de mis brazos, y después dirigió su mirada a mí, palideció al ver mi ro