REENCUENTRO

Alexa Castro

Nadie la espera en el aeropuerto, Nueva York sigue siendo tal como lo recuerda… Trata de detener un taxi y no puede.

— ¿Preciosa quieres un aventón?— Pregunta un hombre desde un convertible.

—Te lo agradezco. — Responde de inmediato a lo que el sonríe triunfante, debe admitir que es lindo pero no es mi tipo, y la conciencia responde ¿Cuál es tu tipo? El imbécil de Armando…

—¿A donde te llevo preciosa?. —

— ¿Me puedes llevar al hospital general?—

—Claro, señorita. — Murmura el tipo, ya menos juguetón acepto solo por la desesperación.

—No tiene idea cuanto le agradezco, estoy muy preocupada por mi abuelo. —Le comenta

—Nena toma mi tarjeta por si necesitas algo, tienes un amigo. — Me ofrece él.

Carlos Quintana Lee ella —Un placer Carlos, soy Alexa Castro a tu orden. — Le dice limpiándose una lágrima, está muy asustada por la salud del abuelo.

—Lamento lo de su abuelo, preciosa. — Dice conduciendo hasta el hospital.

—Gracias. — Expresa al bajarse del auto.

—Cuando mejore tu abuelo, si quieres y si puedes nos tomamos un café, hermosa. —Invita sin disimular sus intenciones.

—Está bien, prometo llamarte. — Le responde ella es una mujer de palabra, y esta abierta a las posibilidades que le presenta la vida.

Merece una familia, al final del día, esta muy sola…Bueno casi sola, tiene un ex novio que es un chicle y su mejor amigo..

Entra a la clínica con paso decidido hasta la recepción. — ¿Me podría decir el numero de la habitación de Don Alexander Fernández?— Cuestiona.

—Tiene la visita restringida, solo familiares. —Se rehúsa ella al leer en el documento.

—Soy su nieta Alexa. — Explica impaciente.

—Lo siento señorita no está registrada como familiar. — Responde la enfermera y siente que la suben y la bajan, todo es obra del ¡maldito Armando!

—Soy su nieta adoptiva. — Explica mostrando sus documentos.

—No lo sé, señorita. — Responde con duda la enfermera con miedo de meterse en problemas..

Como último recurso, muestra los documentos donde certifica que es también la esposa de su nieto.

—Está bien, ha probado un lazo, es la habitación 605 En el segundo piso. — Cede finalmente la enfermera entregándo un pase, la clínica tiene mucha seguridad.

Toca la puerta de la habitación con suavidad y nadie responde, entonces gira el pomo con el corazón precipitado, no sé qué encontrare dentro.

Apenas entra ve a su abuelo conectado a una maquina, trata de aparentar serenidad, para no alterarlo.

Me la ve y sonríe, el pulso se le acelera ligeramente y la máquina lo expone.

—Sabía que vendrías. — Dice él ofreciéndole sus brazos.

— ¿Cómo no iba a venir?, eres el hombre más importante en mi vida. — Responde ella de inmediato abrazándolo, coloca su cara sobre su pecho y se siente protegida en sus brazos.

Nuestro encuentro es interrumpido por unos aplausos. —Que bien, no murió, ¿viniste por la herencia?— Pregunta Armando sarcástico, ella se tensa como una cuerda.

Sabía que lo vería pronto, pero aun no se sentía preparada para un reencuentro con él, se le revuelve el estómago.

Está de espaldas a él, se separo del abuelo y se levanta erguida, son dos años sin escuchar esa voz y aun la sigue afectando.

—Te recuerdo, que mi abuelo me dejo la herencia desde hace dos años. — Se defiende, aun de espaldas a él, no quiere verlo

—Chicos no peleen por tonterías. — Suplica el abuelo y ella asiente no voy a caer en las provocaciones de ese imbécil lo más importante es el bienestar de el abuelo

—Sé que odias los hospitales, el doctor firmo una autorización para que te cuidemos en la casa. — Informa Armando con un documento en la mano

— ¿No es peligrosa una emergencia allá?— Cuestiona Alexa preocupada al arriesgar la seguridad de del abuelo por caprichos.

—No tienes que decirme como hacer las cosas, mi abuelo detesta los hospitales, me llevo el personal y el equipo necesario para que el este bien.— Informa irónico.

—Me gustaría, que pasaras más tiempo conmigo en Francia. —Le expresa Alexa al abuelo ignorando a su esposo y cambiando el tema.

— ¿No paso la mitad del año contigo?, él es mi abuelo no tuyo. — Me recalca como un niño celoso, ella volteo con ganas de golpearlo

Y al verla finalmente de frente se queda con la boca abierta, está más hermosa que nunca y lo sabe.

—Eso no lo decides tu querido. — Le responde cortante, Armando está impresionado, no puede disimular su sorpresa al verla.

—¿te gusta la vista?—Se burla ella

—No hay nada interesante que ver, no te hagas ilusiones conmigo, niña. — Suelta aparentemente despreocupado, pero no le cree nada, sabe que esta muy hermosa.

El enfrentamiento termina cuando un equipo entra a encargarse de trasladar al señor Alexander a su mansión.

—Al fin, salgo de esta prisión. — Suspira el abuelo y la hace reír, ¡solo estuvo un día aquí!, es exagerado.

—Promete, que mas nunca te vas Alexita. — Exige el viejo tomando la mano de la mujer entre las suyas

Ella se apresura a responder de forma impulsiva—Nunca más abuelito. —

—Bla, bla, bla. — Dice Armando burlándose de nosotros como un niño envidioso.

— ¿Qué edad tienes?— Le pregunta ella, por lo infantil que es.

—Chicos no discutan ¿No ven que me hacen daño?— Regaña abuelo, tocándose el pecho, por lo que ella enmudeció.

—Siempre apareces, solo para molestar. — Suelta Armando y ella está tentada a patearle las bolas por imbécil, y debe admitir que los años también le han favorecido.

—No debemos discutir por tonterías, el abuelo nos necesita. — Le reprende, para que le baje dos a su intensidad.

— ¡Es mi abuelo!— Recalca en forma infantil.

—Debes madurar por favor. — Le suplica ella para que deje la tontería y los celos sin sentido, ¡ya es un adulto! Por Dios.

— ¿Qué propones?— Suelta irónico

—No me meto contigo, no te metes conmigo. —

—Eso suena fácil, pero en la práctica es difícil ¿Sabes desde cuando te detesto?—Pregunta, y yo me sonrió

—Desde la primera vez que me viste. — Le respondo recordando que él solía decírmelo, todo el tiempo…Solo que estúpidamente creí que eso cambiaría con el tiempo.

—Es bueno que estés clara, es difícil para mí, cambiar esto de la noche a la mañana. —Confiesa con las manos en los bolsillos.

—Esto puede ser una tregua. — Le propone ofreciendo su mano, por un momento duda si tomarla o no, finalmente por el bien de su abuelo termina por tomarla.

Inmediatamente son atravesados por una corriente eléctrica imposible de disimular.

— ¿Qué rayos?— Cuestiona incrédula apartando su mano lo más rápido posible

—Interesante. — Responde él, el abuelo no se percata de lo que acaba de ocurrir entre Armando y ella.

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